Cultura

Feinman: «Tinelli, el prostibulario, es producto de la devastación cultural del menemismo”

 

 

Por Nicanor Zambrano para InfoBaires24

 

Es escritor y periodista de “Página 12” José Pablo Feinmann cuestionó en severos términos el programa de Marcelo Tinelli, señalando su visión prostibularia en la televisión. Feinman además, decidió devolver a la Legislatura porteña, su designación de «Personalidad destacada de la cultura», “¿Qué ofrecía? –se preguntó acerca del programa de Tinelli- Basura. He analizado programas suyos buscando algo, un más allá de la pavada, de lo guaso, lo soez, lo ridículo o lo pornográfico. Nunca lo encontré”.

El pensador autor de la novela “Timote”, analizó que Tinelli es producto de la “devastación cultural del menemismo” y ironizó que “Su torpeza como conductor lo lleva al exceso de casi meterse el micrófono cerca de alguna muela y además gritar”. Feinman entiende que el conductor de “Showmach” “entró en la verdadera pornografía cuando acudió a minusválidos para entretener a su insaciable audiencia. Hizo bailar a una enana. A un señor que le faltaba una pierna y usaba una muleta”. Por eso disparó que «Tinelli entró en la verdadera pornografía cuando acudió a minusválidos». Y agregó: “La TV argentina se hizo y se hace para un personaje que no existe: Doña Rosa. Personaje creado por el machismo de Bernardo Neustadt. Doña Rosa era una boba señora de barrio (¡tenía que ser mujer, desde luego!) a la que había que darle basura porque no entendía otra cosa. (…)La creó la mediocridad de los mediocres del medio”. Feinman estima que Tinelli propone realizar una especie de resumidero donde se encuentran tendencias históricas que se profundizaron durante la dictadura con la degradación de la mujer, la cosificación de los vínculos de pareja y la mirada prostibularia del universo femenino.

En su análisis, es la televisión la que propone ese universo que somete a la mujer a la perpetua degradación. Afirma que “El centro del problema no reside en Tinelli. Si no es él habrá otro. (…) Pero el canal que lo contrata, ¿por qué lo hace? Porque a la gente le gusta. Y no: eso es falso. A la gente termina por gustarle eso que todos los días le tiran por la cabeza. Pero si se intentara algo mejor, de a poco los gustos irían cambiando. Eso es precisamente lo que Tinelli y todo lo que gira a su alrededor quieren impedir. Que algo cambie. En tanto tengan atornillados a sus sillones a todos los mira-culos del país, todo irá bien”. Feinman remata su observación y asegura que “Su modelo (y el de las corporaciones monopólicas que lo respaldan) es la Italia del Papi Berlusconi”.

Idiotizar al soberano

El pensador une la idea de televisión emergente de la dictadura con el mero ejercicio de la búsqueda de ganancias fáciles. “La gente de la TV se ha dedicado a ganar dinero. Y la TV no debiera ser eso. ¿Por qué los mejores canales de la Argentina (y de muchos otros países) son estatales? ¿Por qué no hay un solo programa cultural en la TV abierta? ¿Por qué los multimedios que dicen luchar por la libertad y la democracia le abren las puertas a Tinelli? Porque Tinelli les es funcional”. Y resume su idea respecto de como las corporaciones definen el uso de la tevé: “La finalidad del poder no es educar, no es despertar conciencias, es idiotizarlas”. Es ahí cuando va hacia el baile del caño desde el que define su objetivo final que puede realizarlo Tinelli u otro: “El baile del caño con que Tinelli creyó encontrar la clave definitiva del éxito tiene un origen prostibulario. El momento más glorioso es cuando una «bailarina» incrusta su súper-culo en el caño y todo queda claro: el caño es un súper-pene que penetra a un ultra-culo. Pero atención: las chicas se animan porque Tinelli les ha dicho antes que sí, que es posible, que si se atreven, lo hagan.»El centro del problema no reside en Tinelli. Si no es él, habrá otro». Y agrega Feinman que el programa “Está hecho para el espectador mira-culos. Es la apoteosis del culo-idiotizante. De esta forma, es un programa ideológico-político. (…)Un culo es ideología. Ideología de dominación”, sentencia ahondando su visión de que la mujer es despreciada por el conductor…

Feinman profundiza su crítica y en su severidad arremete contra la producción del conductor de más medición, al menos en los círculos privados, de raiting. Arremete entonces y sentencia: “El ultra-culo es una herramienta del poder para cosificar la libertad de los sujetos. La infinidad de cíber-culos, ultra-culos, tevé-culos, culos espectá(culo) que germinan por innumerables partes van en busca de eso: de la libertad del sujeto. Todas esas formas de culos convergen y se sintetizan en una: el culo-idiotizante”. Y entiende que su razón es manipular al público: “Nos quieren idiotas, sumisos, manipulables o muertos. Nosotros amamos la vida, el arte, el amor, la libertad. Ellos no. Sólo aman el poder. Y destruirán el planeta con tal de no perderlo”. Agrega a su embestida intelectual y plantea que: “Lo central –siempre– es la sumisión, por el embrutecimiento en el trabajo, por la fuerza represiva o por la represión del entretenimiento. ¿Hay alguna esperanza? Por ahora, saberlo, denunciarlo”.

Nunca nadie, antes de José Pablo Feinman había cuestionado de un modo tan filoso y directo a las peripecias del programa de Tinelli cuya risa, sostenida hasta el hartazgo, revela entretenimiento pero también pereza para imaginar ideas diferentes. Al menos algunas que arranquen a la mujer de la prisión prostibularia y degradante a la que se la somete.

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