
Nace en Capilla del Monte, el Festival del Corazón
En Cosquín 2010 hubo un creador, cantor, músico, docente, que subió al escenario Atahualpa Yupanqui y sintetizó un sentimiento que recorre hoy la Argentina. Destacó el papel del público de todo el país que sostenía al festival, a lo que significaba Cosquín en la cultura popular del país y pidió que se terminara la derivación perversa del encuentro: el quiosquín. Con una síntesis artística, convengamos, selló también su suerte y la de muchos colegas: había jugado su opinión y los dueños del quiosquín tomaron una decisión con el cuchillo entre los dientes: Ica Novo no pisaría más ese escenario plantado ante los cerros del Valle de Punilla.
Novo conocía las consecuencias y no temió. Incorregible, sabía que a ciencia cierta, su opinión no era nada más que una exigencia a “los otros”, los dueños de un negocio del que ahora se hacen cargo los agoreros del devenir del país. A él, le exigía dar una respuesta inquietante que partía de una pregunta muy sencilla: ¿Qué hacer? Un buen día, fue a Capilla del Monte y comenzó a pergeñar su respuesta. Si él cuestionaba la mercantilización de la cultura popular argentina, al menos debía ser capaz de imaginar y realizar un escenario donde las cosas tuvieran otro nombre y otro destino. Buscó un espacio y tuvo de inmediato el apoyo de músicos, cantores, grupos, gente de la cultura y hasta empresarios comprometidos con las causas justas. Enseguida quedó en claro que la propuesta era importante y tenía una capacidad de convocatoria cierta. Y echó manos a la obra. Había que convocar a los intérpretes y grupos. Tenía entonces un nuevo problema: no había un mango en la largada. Los ingresos iban a estar vinculados con la realización de diferentes recitales. Amigos, conocidos, gente coherente de la canción popular y la creación le dio su respuesta: pasaban por sus actuaciones por Capilla y entonces, dejaban el caballo en el palenque, cantaban, tocaban, se metían en la movida-respuesta-propuesta, y volvían a ensillar para hacer camino. Ica Novo tenía así entre manos un ingrediente básico para amasar la esperanza: la emoción. Cada respuesta, cada llamado telefónico que había comenzado como una agonía, se convertía en una apuesta que se inicia el 2 de febrero próximo y culmina el 8 de febrero. Allí, como en Santiago, hay una leyenda no escrita pero sabida que expresa: venga, entre a mi pago sin golpear.
Por fin, la grilla de los siete días quedó escrita. El festival se iniciaba una vez que el quiosquín hubiese concluido con los auspicios de la corporación en una de sus formas. En Capilla del Monte entonces, estaba la respuesta a los dichos de Ica allá, por el 2010. Quedaba explicar cuál era el espíritu, a qué se debía esa propuesta contundente, ¿cuáles eran las razones? de esa convocatoria que contaba en su largada, con la generosidad del público y los músicos, cantores y creadores. Y de inmediato se puso a escribir el Manifiesto sin conocer aún que un periódico digital de Buenos Aires, iba a auspiciar sin siquiera avisarlo, las jornadas: Infobaires24
El Festival del Corazón en Capilla del Monte
El Manifiesto que firma Ica Novo, lleva el título de “El Festival del Corazón” y dice así:
“Hace años que los grandes festivales de folklore han dejado de ser referencia de la tradición y la evolución de nuestras artes criollas, de nuestra música, nuestra poesía, nuestra danza…
Hace rato que dejaron de ser el lugar donde los consagrados reafirman su condición, los grandes maestros ejercen su cátedra y los jóvenes creadores tienen oportunidad de señalar nuevos rumbos…
El pasado verano se hizo público y notorio lo que artistas, comunicadores y amantes de las artes criollas veíamos, advertíamos y sufríamos en carne propia desde hace demasiado tiempo: la supremacía de la chabacanería comercial por sobre el arte y los artistas auténticos, el fracaso y la decadencia de formas y contenidos que ya no nos expresan colectivamente como nación, como pueblo…
En fin, la estrepitosa caída de credibilidad de festivales que fueron faro, bandera y referencia fundamental de nuestros pensamientos y sentimientos colectivos.
Hace mucho tiempo que estos festivales ya no se sostienen por lo que pasa en sus escenarios mayores, convertidos en territorios de negocios privados, programaciones mediocres e interesas mezquinos…
Hace mucho que estos escenarios están vedados para el arte y los artistas legítimos, a los que se convoca por el prestigio de sus nombres, pero a quienes se les da un tiempo mínimo de actuación, horarios secundarios y un tratamiento muchas veces indigno.
En definitiva, estos festivales se siguen sosteniendo sólo por el recuerdo de felices épocas pasadas y, fundamentalmente, por la fidelidad popular, que reafirma su amor por nuestras artes más allá y muchas veces a pesar de lo que sucede en los escenarios.
Por todo esto, artistas, comunicadores y empresarios conscientes de lo que está en juego (nada más y nada menos que nuestra identidad nacional y popular) creemos que es imprescindible y urgente volver a oír la voz del corazón que late en el arte y los artistas que permanecen más allá de las modas y la propaganda, porque comunican de corazón a corazón la invencible voz del pueblo, sus penas y alegrías, realidad y sueños, vivencias personales e historias colectivas.
Para recordar y reafirmar la voz del corazón argentino, la voz de la Patria Grande, llega nuestro Festival del Corazón, desde Córdoba, corazón geográfico de nuestra tierra.
Para reanimar nuestro corazón festivalero, nace este sueño que convoca los sueños de todos y todas para crear juntos el espacio que necesitamos, basado en nuestros más profundos sentimientos, en la obra imperecedera de nuestros maestros, en nuestros auténticos artistas, en el fervor popular que sostiene esta pasión criolla del encuentro con el arte y los artistas que nos tocan el corazón porque su obra nace del corazón, alrededor del fogón de hermandad que es esencia de nuestros rituales criollos.
¡Nace el Festival del Corazón!
Unamos nuestros corazones para que crezca sano y fuerte, para que se mantenga siempre fiel a su destino, que está unido inseparablemente al destino de nuestra identidad como pueblo y como nación”.