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Miserable operación contra hijos y nietos recuperados

Un operador político de Mauricio Macri emprende una nueva jugada. Son más conocidas sus denuncias que su nombre. En esta nota, quién es Juan Ricardo Mussa y cuál es su última maniobra para desprestigiar las políticas de derechos humanos.

El empresario Juan Ricardo Mussa no le teme al ridículo. No le importa que la Justicia haya dado por tierra a todas sus teorías conspirativas ni que sus denuncias hayan sido desestimadas una y otra vez.

El único temor de este incansable actor de reparto en el escenario electoral es perder su lugar en los medios de comunicación. Amante de las cámaras de televisión y portador de un título universitario trucho, Mussa carga cumple a rajatabla el papel de alfil de los grupos hegemónicos.

El hombre de 67 años tiene en su historial más de veinte intentos para ser electo en casi todos los puestos legislativos y ejecutivos que existen.

Es dueño de una fábrica de lonas para piletas y camiones que le permite perder y presentarse a elecciones sin importarle demasiado las consecuencias. Su mayor perfomance electoral fue en el año 1999, cuando obtuvo casi 4 mil votos: un número que nunca pudo volver a alcanzar.

Sus asesores suelen estar distraídos: en las elecciones presidenciales de 2011 no pudo ser candidato, pues presentó la documentación fuera de tiempo. En las últimas, tuvo la intención de competir con Daniel Scioli en la interna, pero no consiguió los avales necesarios.

La carrera política de Mussa es sólo una excusa para arribar a su verdadero hobbie: tener un lugar en los medios de comunicación. Para ello, trabajó arduamente, convirtiéndose en un serio rival de Lilita Carrió en su papel de denunciadora serial.

El programa de Jorge Lanata, «Periodismo para Todos», fue su gran fuente de inspiración. El empresario se encargó de llevar a la justicia todas y cada una de las denuncias mediáticas que emprendió el periodista estrella del Grupo Clarín.

Bóvedas ocultas, Islas Seychelles y valijas con lingotes de oro, fueron las premisas más repetidas por Mussa en tribunales. Sin embargo, las investigaciones nunca pudieron probar estos estrafalarios hechos. Sus delirios sólo le costaron grandes despliegues al Poder Judicial, incitado por algún fiscal allegado al multimedio y a los partidos entonces opositores al gobierno kirchnerista.

Sus delirios sólo le costaron grandes despliegues al Poder Judicial, incitado por algún fiscal allegado al multimedio y a los partidos entonces opositores al gobierno kirchnerista

Sin embargo, las denuncias de corrupción corresponden al eslabón más bajo de su creatividad. En una ocasión, el hombre presentó una solicitud para inscribir su partido con el nombre de La Cámpora en la ciudad de Buenos Aires y en territorio bonaerense, con el sólo objetivo de que la organización de la Presidenta no pueda utilizar su nombre.

La imaginación del empresario encontró su punto más álgido en la muerte del fiscal Alberto Nisman. Con un aire a Sherlock Holmes, Mussa lanzó hipótesis dignas de un guión de Hollywood.

Detrás de estos sucesos más bizarros que indignantes, se esconden otros que ya no causan tanta gracia. Mussa fue quien sostuvo que Cristina Fernández de Kirchner y su hijo asesinaron a Néstor Kirchner. Sus palabras fueron pronunciadas -y repetidas por los medios de comunicación- mientras la ex mandataria -junto a miles y miles de argentinos- velaba el cuerpo de su esposo.

La última jugada de Mussa tiene una impronta similar. El titular de la ONG «Paso a Paso», con el patrocinio del abogado Enrique A. Piragini, radicó una denuncia penal ante el Juzgado Federal N° 3 de La Plata, a cargo del Dr. Krepalk, con intervención de la Fiscal Ana Russo, para que se investiguen los «delitos de acción pública» perpetrados por las Madres y Abuela de Plaza de Mayo a partir de la supuesta detección de «nietos truchos».

El escrito textual denuncia «la posible comisión de los delitos de defraudación al Estado, falsificación de documentos y otros delitos, a raíz de haberse detectado la existencia de algunas personas que se habrían hecho pasar por nietos recuperados, amañando documentación y realizando estudios de ADN falsificados, percibiendo importantes sumas de dinero en carácter de indemnización, burlando así sus supuestos Derechos Humanos, y contando con la complicidad de distintos funcionarios y miembros de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo».

Mussa, amparado en el beneplácito del presidente electo, quien avaló todas sus denuncias, encabeza un nuevo intento de desprestigiar las políticas de derechos humanos llevadas adelante por el gobierno saliente.

La última operación atenta contra las medidas, los dirigentes y emblemáticos luchadores que hicieron posible la recuperación de 119 nietos, cuya identidad había sido arrebatada, la derogación de la Ley de Obediencia Debida y Punto Final, la recuperación de centros clandestinos, y el enjuiciamiento de los genocidas, con cadena perpetua y cárcel común para sus máximos responsables.

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