
Tomás Bulat, Varsky y Posse huyen de Massa, ¿Llega Lilita?
Por Nicanor Zambrano
El economista Tomás Bulat le dijo no a Massa. El ex intendente de Tigre le había ofrecido ser candidato a Jefe de Gobierno de la capital y el operador económico que oficia de periodista en la televisión, lo rechazó. Semanas antes, sin red, le ofreció el cargo al periodista Juan Pablo Varsky, que por otra parte no comulga con el ideario nordelta de los tránsfugas del Frente Renovador. Varsky escapó por los techos sin ser visto y luego gritó públicamente: NO. También se niega a candidatearse, al menos lo dijo en estos días, la cismática Graciela Ocaña, que llega a un partido y luego denuncia a sus máximos dirigentes para ganar espacio mediático antes de partir a otro. “La ‘Hormiguita’ pica fiero”, refieren quienes la conocen como Lilita Carrio a quien le copió el estilo.
Pero ese no es el único problema del hijo político de Marcela Durrieu, Fernando Galmarini y Luis Barrionuevo. De Narváez fue tentado por gente del Frente Renovador cuando ya no es una figura de peso sino un “busca pantallas” con una billetera atractiva, a quien agradan las mieles de las alturas. Se presenta para complicar a Darío Giustozzi, ex intendente de Almirante Brown, que no empuja el amperímetro y quiere suceder a Scioli en la provincia. En medio de esas idas, vueltas y rechazos a Massa, el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, que tiene votos por herencia familiar en San Isidro, se distancia del jefe renovador que llegó a Wikileaks por méritos propios.
Posse se ve asediado por la concejal de San Isidro, Marcela Durrieu, creadora del fenómeno Massa, suegra y ex esposa de Fernando Galmarini, que quiere arrebatarle la intendencia, a pesar de ser hoy del mismo frente. Posse vive una etapa compleja de su vida con incidencias familiares de quiebre, y mantiene una importante adhesión en San Isidro. Durrieu, que no cree ni en el estornudo, lo acecha para desacreditarlo en camino de destronarlo. Posse Gustavo entonces, imagina escenarios como el abandono del Frente Renovador y no desdeña en su mundo interior, un acercamiento con Macri. Mauricio por su parte, pretende armar un frente con disidentes bonaerenses que podrían fortificar su base de la Capital. Hace unos días se informó que Posse había dicho que no estaría mal una fórmula Macri-Massa, es decir una vicepresidencia en campaña, para el “hijo ‘e Tigre”, pero luego la información fue desmentida. El clima renovador entonces es de rupturas, intentos, dichos mediáticos y la presentación del virtual precandidato a presidente como “Distinto”, cuando en verdad, es semejante a otros candidatos.
En la medida en que la figura de Cristina Fernández de Kirchner logra una mayor adhesión social – una encuesta de estos días remarca que tiene una 52% de aprobación social en el octavo año de su gestión – Macri aparece como el opositor posible y Massa se desdibuja en la neblina de las imprecisiones. Por eso algunos rechazan asustados, las propuestas del PRO y procuran tener un discurso coherente que atraiga votantes.
Por ahora Massa junta gente porque va a la playa donde se registra un récord histórico de turistas, y se asegura, con el auxilio de las cámaras – que no van por él sino porque el país pasa por un singular momento histórico – una o dos conversaciones para los medios. Su frente se resquebraja aunque puede, eventualmente, participar del quiebre del FA Unen que parece a punto de rifar postulantes y votos, con la crisis histórica del radicalismo. Su propuesta regresiva, ir a los ’90 del neoliberalismo con represión selectiva en manos de un general colombiano de dudoso pasado, no va a seducir a mucha gente. Si además, en la confrontación sus propios dirigentes corporativos quieren acabar con algunos platos fuertes del propio espacio, Gustavo Posse es uno de ellos, no van sino a hacer dificultosa la mirada de los votantes sobre su espacio. La falsa seguridad que pregona Massa, cuando la represión privada asalta parcialmente el nordelta alegremente una y otra vez, no puede ser suficiente para convencer a nadie. De Narváez le podrá ganar a Giustozzi en las PASO, pero no puede convencer a una provincia con la estrechez de sus propuestas. Massa no ha construido una sola cloaca en el Tigre y desatiende a los ciudadanos pobres de las islas con lo cual, su predicamento hacia abajo es débil a la hora de la verdad.
Por eso, una vez que Macri le huye a Lilita, aterrado por su capacidad de piantavotos y quiebres, es posible suponer que el Frente Renovador puede ser un lugar donde recale la incontenible oralidad de la chaqueña. Si eso no es suficiente, pueden contar con Julio Cobos como candidato a vice de Massa. Sería un considerable apoyo “no positivo”. Seguro que de darse esa situación Massa tendrá medios que griten sus adquisiciones, que la señalen como la panacea. Ahora, es seguro que los votos huirán por las alcantarillas, las claraboyas y los ojos de buey de la realidad.