Omar Moreno Palacios fue un grande de la canción nacional del sur de estas pampas
Era de 1938, como el Chango Farías Gómez, de Chascomús, y Rocío, su hija, anunció su muerte en las redes corporativas de uso social. La Secretaría de Cultura de la Nación, expresó que “El folclore despide a uno de sus grandes referentes: Omar Moreno Palacios. Conocido como uno de los intérpretes de la música surera, fue creador de obras como Sencillito y de alpargatas, entre otras. Una gran pérdida que deja la fortuna de sus creaciones para seguir disfrutando”.
Escribe Alejandro C. Tarruella
Rocío apenas pudo deslizarse en su computadora para escribir conmocionada: “No puedo elegir bien las palabras en este momento. Hablo, escribo y todavía no lo creo”, Contó que el hecho se produjo en inmediaciones de la medianoche, acaso bajo la luz de un lucero. Y hubo despedida en la casa de Pancho, como lo llamaban sus amigos, en su casa de Temperley, donde los cantores le rindieron tributo. Ella relató que Moreno Palacios “no quería nada. Ni despidos, ni llantos, ni que lo estén mirando, solo quería estar escuchando milongas”.
Omar era tempranero, y a los 8 años debutó como alumno de Mario Pardo en el teatro Manuel J. Cobo, en la ciudad de Lezama, al lado de Chascomús. Tenía 12 años y se presentó como guitarrista en la ciudad de Ayacucho. La cantora pampeana Lucrecia Rodrigo, que canta el reportorio de Omar reseño que “La Pampa hoy está un poquito más solitaria, Omar Moreno Palacios fue una guía, gracias a su inmensa obra, es una semilla todo el tiempo germinando, para nosotros, quienes venimos trabajando la tierra y abriendo surco, aprendiendo, de Omar, una persona fundamental, vertical y necesaria para el canto surero, para las cantoras y cantores del canto de la llanura que amamos la palabra”.
Es un grande de la canción popular de la provincia de Buenos Aires y algo más, que no se difunde en la Caba de Rodríguez Larreta y el progresismo, que suele referenciar de manera preponderante en valores británicos o norteamericanos. Era un innovador sobre la misma tradición, si tenemos por tradición a aquellos que se queda porque se irá en otra tradición como si fuera en realidad, una suerte de traición consentida.
Moreno Palacios es de los mayores referentes de la canción del sur de la provincia de Buenos Aires junto a Abel Fleury, Alberto Merlo, Francisco Chamorro, el mismo Atahualpa Yupanqui, Osvaldo Andino Álvarez, José Larralde y Argentino Luna. Juan Martín Scalerandi, guitarrista que lo acompañó durante muchos años, expresó que Moreno Palacios era “el artista más importante que ha existido para todos los habitantes de esta llanura bonaerense, por su profundidad artística, su gran conocimiento de nuestra tierra y de nuestras tradiciones”. Y agregó: “Además por ser el artista que ha llevado más lejos las expresiones artísticas bonaerenses rompiendo con todos los moldes, pero sin soltarse de la tradición más profunda”.
Sencillito y de alpargatas
Fue conocido a nivel internacional por su gato “Sencillito y de alpargatas”, grabado por solistas y grupos vocales, celebrada en Europa y convertida un ícono del sur bonaerense. Vivió en sus años de adolescencia y primera juventud en tierras orientales, ya que sus abuelos eran oriundos. Allí alternó con Néstor Feria, conoció la obra de Amalia de la Vega, autora mujer de la milonga “Mate amargo”, creación notable vigente aún a pesar de la prohibición que de hecho rige sobre la canción popular de origen local, Osiris Rodríguez Castillo. Trabajó de muy joven en la radio uruguaya donde en radio Carve, alternó con programas de Sabina Olmos, Charlo y el poeta Héctor Gagliardi. Conoció entonces al joven locutor que devendría en cantor estilo surero, Alfredo Zitarroza, al actuar en radio El Espectador de Montevideo. Allí conoció al hombre de radio y escritor Wimpi, de quien interpretaría luego sus notables cuentos sencillos que llevaría al disco.
En los años `60 siguiendo el camino de la Patria, volvió a la pampa húmeda y actuó en todo tipo de escenarios en los días de su consagración. Lo hizo con Jaime Dávalos, Alberto Merlo, Los Chalchaleros, Los Hermanos Ábalos, Los Fronterizos, Raúl Barboza y Julia Elena Dávalos, por nombrar a algunos. Luego haría en televisión “Estancia Las Batarazas” y en 2004 el Fondo Nacional de las Artes lo reconocería por su aporte a la cultura.
Sus canciones lucían porque era un surero con aire propio. Su creación siempre traía la yapa de la innovación en los arreglos, el modo de crear la música, y la misma poética que abordaba con originalidad. El mismo estilo de interpretar la guitarra era innovador y queda eclipsado porque los estilos sureros, siempre dejan la sensación que vienen de un tiempo ido. Omar Moreno Palacios tenía la cualidad de tomar el tiempo en espiral, como los indios, y hacer de lo ido, presente vibrante, recuperado donde la voz del músico y el poeta, dejaba rastros de polvo de estrellas para definir que “aquello es esto porque es siempre en el corazón del pueblo”. Scalerandi lo expresó con precisión al decir que “Además por ser el artista que ha llevado más lejos las expresiones artísticas bonaerenses rompiendo con todos los moldes, pero sin soltarse de la tradición más profunda. Heredero de un linaje, como el de Mario Pardo, abierto estéticamente, conocedor de nuestra tierra y un gran amigo”.
El reconocido intérprete de guitarra y cantor José Ceña lo definió diciendo que “Fue uno de los más destacados exponentes de la cultura surera y de la música popular Argentina; compuso cifras, estilos, milongas, gatos, huellas, mazurcas, polcas, rancheras, valses que son parte del patrimonio musical de todos los argentinos”. Recordó también que “Fue un guitarrista virtuoso con una calidad interpretativa donde la sensibilidad tallaba con profunda emoción, sin excesos ni expresiones fingidas. Siempre llevó con orgullo y sinceridad la forma del vestir de sus paisanos porque él era uno más de ellos”. El ejemplo de ello es “Galopes y relinchos”, un triunfo, dedicada a su hermana, maestra en el partido de Pila, en donde la innovación en los arreglos es notable cuando hace sonar el galope corto de los caballos y homenajea a los educadores rurales. En su cifra “Provincia de Buenos Aires”, Omar logra encajar el título, difícil, escarpado, para hacer una notable creación sin tiempo que desnuda el espíritu del paisano local y aportaba temas como “La capilla de los negros”, surgido del aporte afro surero a la cultura o “Nunca le dije nada”. Era anárquico, leal e incisivo. Ceña lo describe como un criador de caballos que fue además, “un arriero de la canción que para el asombro de muchos y en aparente contradicción con su imagen fue un verdadero transgresor desde sus creaciones imprimiendo a su obra musical una riqueza armónica y rítmica adonde fueron a abrevar otros notables como Raúl Carnota, Carlos Moscardini o Juan Martín Scalerandi, tal vez éste último, el más fiel de sus discípulos en la guitarra”. Tenía rasgos de baqueano que siempre conocía el terreno en el que se movía, y describía la presencia de un río, un monte y olía presencias no previstas.
Grabó con Jorge Marziali, Alfredo Ábalos y fue consumando una obra de enorme valor aunque tenga en la Caba, una restricción cultural inexplicable. En 2017, inició un ciclo en Radio Nacional mientras continuaba sus actuaciones. No era un tipo fácil como no lo era su creación, resistida por la visión británico progresista que se impone a fuerza de negar valor a lo propio. Pero Omar está ahí animado como cuando cantó “Cornetín”, con poema de Homero Manzi y Cátulo Castillo y música de Pedro Maffia, y dejó impresa una versión imperdible para la historia.
Moreno Palacios tuvo además una ardua labor como difusor de ese estilo a través de diversos programas radiales, como el caso del legendario ciclo «La Posta», que pasó por varias emisoras hasta que en 2017 recaló en Radio Nacional. Una enfermedad lo hizo a un lado de sus andanzas de arriero y él se fue yendo para quedarse, y así como era bien pudo decirnos una vez más “pude ser tu Santos Vega y nunca le dije nada”, acaso porque había dicho casi todo. Claro que con guitarra y canto.