
Papel Prensa influyó para detener el proyecto de Papel Tucumán
En un informe de C5N, Bojanic explicó que luego de que un estudio a su cargo afirmase que era imposible fabricar papel de diarios a partir del bagazo de la caña azúcar en Tucumán, el gerente general del proyecto, Carlos Cañete, le sugirió que se fuera del país «porque era hombre muerto» pero sin embargo quedaron en encontrarse el 7 de mayo de 1981 en Aeroparque.
Cañete viajó a Buenos Aires para reunirse con la Junta Militar con el objetivo de plantear la necesidad de relocalizar la planta en el delta de Entre Ríos tras la vacante que había dejado otro proyecto trunco, pero nunca llegó a destino ya que el vuelo 901 de Austral explotó frente a las costas de Quilmes.
“Ingresé al hall de Aeroparque y me encontré con un personaje del que me asusté: Jorge Baeza, que en ese momento era la mano derecha de Oscar Camilión, quien ingresó al Grupo Clarín por ser amigo del gobierno militar”, aseguró Bojanic.
Según su relato, mientras esperaba a Cañete en el aeropuerto vio ingresar a Baeza, funcionario de la dictadura cívico-militar, y dar órdenes para que cruzasen un camión en la pista de aterrizaje, de manera que el avión no pueda descender y deba desviarse.
Bojanic explicó que si bien oficialmente se informó que el avión se estrelló en el agua y las cajas negras nunca aparecieron, éstas fueron halladas y llevadas al “búnker de Baeza”, y las pruebas indican que lo que le ocurrió al avión fue una “implosión” producto de un atentado “prefabricado” de características similares al supuesto accidente que produjo la muerte de David Graiver, fundador de Papel Prensa.
Según el informe, Papel de Tucumán fue un proyecto de planta de fabricación de papel que demandó más de 400 millones de dólares de inversión con desgrabaciones impositivas a más de 25 años ideado durante la última dictadura militar para apuntalar el gobierno de Antonio Bussi.
Bojanic puntualizó que los propietarios de la empresa eran una cooperativa de periódicos del interior y el grupo inversionista Bridas, que había comprado el edificio a la Embajada de Estados Unidos.
Bojanic afirmó que debajo del construcción “hay un búnker con residencias y oficinas a 40 metros de profundidad preparado para resistir un ataque nuclear” y que al consultar sobre la necesidad de tales instalaciones durante una reunión le respondieron que eran “competidores de Papel Prensa” y que tenían como “adversario a Camilión”.
Bojanic además explicó que confesó esto luego de 34 años debido a que se siente “liberado porque han sacado de la Secretaría de Inteligencia a (Antonio) Stiuso, el hombre que protegía que todo esto saliera a flote”.