¡JUJUY NO LE PERDONÓ AL CARNAVAL! CIENTOS DE PERSONAS SE OLVIDARON DEL COVID19
BAILES EN LA QUEBRADA SIN DISTANCIAMIENTO SOCIAL, NI MEDIDAS DE CUIDADOS
El Diablo del Carnaval arrasa con todo Jujuy y se pone intenso en estos días antes del miércoles de Cenizas.
Los protocolos sanitarios fijados para una provincia con una cifra cercana a los 20 mil contagios en lo que va de la pandemia, parece que no surtieron efecto alguno, por el contrario, las plazas hoteleras se llenaron para este feriado largo norteño, donde además las diversiones de pintura, baile, bebidas, comidas y festejos en general, poblaron todos los rincones de la Quebrada Jujeña.
El turismo ha llegado desde el pasado jueves de comadres para estar presentes en el desentierro del carnaval, con las sikureadas, en el ritual ancestral en donde se deja salir al diablo andino.
Así es que los distintos pueblos jujeños han recibido a las visitas que eran impensadas en el 2020 para las duras restricciones de traslados, recepción y alojamiento que Gerardo Morales, como gobernador, había impuesto a fuerza policial, multas abultadas y distintos dispositivos de estigmatización utilizados en contra de trabajadores rurales, familias pobres, estudiantes que necesitaban regresar a sus hogares provenientes de otras provincias, familias alojadas en complejos municipales sin agua y comida y todo otro hecho que constará para la historia en las tórridas crónicas de la política macrista en el norte del país.
Las caretas han reemplazado a los barbijos, las pinturas a la vestimenta sanitaria y el alcohol etílico al pote de gel que tanto escaseaba el año pasado y que hoy, adornado con papeles picados de colores, irrumpieron al compás de la música en Jujuy, para sacar a esos demonios de la muerte, esos que hicieron a más de un familiar tener que cavar las tumbas de sus seres queridos en cajones de cartón con velorios en ausencia, o en fosas comunes.
Toda la algarabía en las calles norteñas parece querer erradicar en la enajeación, el dolor al que fue sometido el propio pueblo que entró en esa espiral de cometidos en contra de todo lo que se pidió que no se hiciera, como las aglomeraciones, los contactos entre personas, las multitudes y demás.
En Buenos Aires fueron las playas como PINAMAR, en JUJUY toda la Quebrada, los cerros, los pueblitos que se llenaron de almas exaltadas por un vaivén colectivo que no está dispuesto a silenciar una costumbre milenaria.
Para asombro de los reportes periodísticos, este «destape» social fue una protesta masiva contra todo el encierro sufrido en el contexto pandémico. «Turistas y residentes salieron masivamente a las calles para celebrar el Desentierro del Diablo, llamado Coludo o Pujllay, un festejo muy popular en la región de la Quebrada de Humahuaca. Esta tradición se lleva adelante desde hace siglos y dura ocho días, donde la algarabía está destinada a celebrar a la tierra y a la Pachamama.
Jóvenes y adultos amontonados, algunos sin barbijos, y sin respetar los protocolos sanitarios, en el marco de la pandemia del coronavirus, es la imagen que trascendió a través de las redes sociales» -Misiones online-
Aunque el decreto provincial 2075 quiso regir en las vidas de los provincianos, la normativa no tuvo la fuerza necesaria de la consciencia colectiva; el Coludo bailó mucho más que carnavalitos y entre medio de quienes estrechaban sus brazos para formar las largas cadenas de danzantes bajo el sol del verano.
“no se puede circular entre localidades a excepción de aquellas personas o grupo familiar que cuente con propiedad en zona diferente a la de su residencia habitual” dispusieron las autoridades pero sabían ya que esto caería en saco roto, pues nadie acató el «protocolo» de una fiesta cuya tradición es LA TRANSGRESIÓN por antonomasia.
Las fiestas carnestolendas componen el sistema de creencias nativas u originarias del NORTE ARGENTINO y es muy difícil considerar que el covid19 pudiera disuadir a los lugareños y a los visitantes, hacer festejos con aislamientos, tapabocas y otras requisitorias preventivas del contagio. Veremos en los primeros 15 días de la CUARESMA, cómo una Jujuy convulsionada por el INOCULTABLE conflicto docente, continúa padeciendo la política caótica de Morales y el conservadurismo local.