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-VIDEOS- ARDE LA SELVA MISIONERA Y MUEREN GRAN CANTIDAD DE ANIMALES

Un yaguareté lucha por su vida entre las llamas que devoran el bosque nativo

DOLOROSO lo que sucede en Misiones por los incendios forestales.

» La situación es desesperante. Si la gente desde las ciudades y los pueblos se desesperan, yo quiero que imaginen la desesperación que tenemos desde nuestra área de combate» dice quebrando la voz, el bombero que forma parte de los operativos en la zona más afectada de la selva misionera.
«Cuando no podemos hacer nada, simplemente ver a la gente que carga su mochila, su bolso, su colchón, saca lo que puede y dejar quemar su casa, los galpones con tabaco, años de trabajo, los animales escapando, los venados, los monos, los coatíes, no hay consuelo» agrega el hombre en medio de toda la angustia.

Continúa su relato y dice: «estar en el frente combate, ver esas cosas y no poder hacer nada, yo tengo 23 años que estoy en esta institución y nunca he visto una cosa tan descontrolada como la de ahora, no hay cuerpo que aguante o helicóptero que soporte, no hay avión hidrante. Nosotros estuvimos trabajando con el helicóptero de la provincia, desde las 8 de mañana hasta las 12 del mediodía, cuando logramos apagar un foco del otro lado del cerro se produjo otro, que arrasó con todo. ¡A la mierda todo el laburo que hicimos la brigada a tierra! Los vecinos desesperados desde adentro le metieron un contrafuego…uno sale corriendo a las diez de la noche» narra el bombero.
En su comentario, insiste: «esto no es el resultado de las políticas ambientales, esto es el resultado de años y años de desmontes, de plantar pinos y eucaliptos sin respetar la cubierta verde, sumado a una sequía histórica, no sé si hubo en la Provincia de Misiones una sequí así, por lo menos desde que yo nací no recuerdo» comenta el bombero.

«El ciclo hídrico está roto, no hay agua en la tierra como para que evapore y se generen nubes de lluvias. La única forma es quemando esa celulosa que son los pinos y eucaliptos, para que algo de agua llegue a los estratos superiores y vuelva a llover. No se esperan lluvias grandes por mucho tiempo y esto va a seguir ardiendo» asevera el bombero.

TRISTEZA COLECTIVA

«A LOS MISIONEROS Y SUS GOBERNANTES
¡Qué orgullo ser misionero! ¿no? Tener unas de las cataratas más espectaculares del mundo y una selva hermosa llena de arroyos y saltos increíbles. Pero ¿te diste cuenta de que eso se está perdiendo? Seguramente sí, porque lo viste o porque escuchaste a los viejos decirlo y hablar de los árboles gigantes que ellos conocieron, de los montes verdes y tupidos que ya casi no existen, de los arroyos limpios, de las frutas del monte.

Capaz que vos también pasaste un día de picnic en un arroyito, tomando un tereré a la sombra de los árboles y comiste alguna vez frutos de Pitanga, Cerella, Araticú o Guabiroba. Y también sabrás que esos árboles y montes que se tumbaron posiblemente pagaron la casita de tus abuelos, el auto de tus padres o tus estudios. Porque esa selva sacrificada valía mucho por su madera, y el suelo que ella protegió y nutrió, sirvió para sembrar mandioca, maíz, zapallo y cultivar té y yerba. ¿No te gustaría que también tus hijos y nietos puedan conocer, disfrutar y beneficiarse de todo eso que la selva ofrece?

Misiones dio todo: su selva y su suelo, pero no recibió nada a cambio. Al contrario, la llenamos de plantas traídas de otros lugares del mundo, despreciando u olvidando a las que eran de acá, como lapachos, alecrines, carobas, anchicos, cedros… En su lugar ahora crecen pinos de Norteamérica, eucaliptos de Australia, hovenias y té de Asia y un montón de plantas más que ahora viven en nuestros jardines y ocupan el suelo donde antes había una selva con una variedad enorme de árboles, arbustos, enredaderas, helechos y orquídeas. Donde no se sacó, la selva misionera se reemplazó. Y así fuimos perdiendo cada vez más plantas y animales silvestres, secando arroyos y, en definitiva, dejando de ser Misiones. Porque Misiones es más que un pedacito de la geografía argentina. Es una región única en nuestro país y de lo poco que queda de una selva gigante que se extendía por Argentina, Brasil y Paraguay.

Misiones necesita urgentemente recuperar, todo lo posible, la selva que le sacamos, para que el suelo no quede pobre, para que no falte la lluvia para los cultivos y para que los arroyos sigan corriendo entre las chacras y las ciudades. Y se lo digo a todos, al pueblo y a los gobernantes, a los misioneros de nacimiento y a los “de corazón”, a los que amamos la naturaleza porque sí y a los que sólo ven en ella un negocio. Porque sea como sea, todo lo que hagamos por restituir la selva a Misiones será en beneficio de todos. Plantar un arbolito en la vereda ya no alcanza. Tener a las cataratas del Iguazú y un montón de saltos más en toda la provincia no es un logro, es una responsabilidad. Echarle la culpa del calor y la sequía al cambio climático, y no hacer nada, es de tontos. Dependerá de que tal vez algún político decida hacer algo bueno (alguna vez tendrá que suceder) y de que los demás asumamos también nuestra parte de responsabilidad. Porque estamos matando a la selva o, al menos, dejándola morir. Y eso nos está matando a nosotros. La tierra colorada nos necesita y necesita su cubierta verde. Es hora de devolvérsela». Opina Carmen Beatriz Hutmann de Eldorado.-

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