Internacionales

La derecha brasileña marchó contra la corrupción y pidiendo juicio político a Dilma

 

 

 

Corrupción y crisis económica fueron los fundamentos básicos de descontento que se plasmó en sendas protestas coordinadas a través de las redes sociales por diversos grupos que se autodefinen como apartidarios, y que, en algunos casos, reivindican la destitución o renuncia de la presidenta.

Las protestas fueron convocadas por diferentes sectores que reclamaron cambios en la política económica, mientras que otros se quejaron por el escándalo de denuncias de corrupción que salpica a la estatal Petrobras e incluso grupos más radicales demandaron el juicio político de la mandataria y la “ayuda” de las Fuerzas Armadas.

Participantes de las marchas defendieron el carácter «democrático» de los pedidos, incluso las demandas de dimisión o de la destitución a Rousseff, que el oficialismo cree que esconden veleidades «golpistas» y «revanchistas» por parte de la oposición.

«¡Fuera corruPTos del gobierno!», clamaban varios de los carteles, haciendo un juego de palabras con la sigla del partido de gobierno y sus implicancias con los dos mayores escándalos de corrupción de la historia del país: el ahora llamado «petrolao» y el «mensalao», nombre que se le dio al pago de sobornos mensuales a legisladores, a cambio de apoyo, durante el gobierno de Lula.

En lo económico, la población reaccionó ante medidas de corte antipopular, como recorte de gastos y de beneficios fiscales y laborales, y aumento de impuestos, entre otros. «Yo prometo no aumentar la inflación (y las tarifas de), luz, gas, gasolina», ironizaba un cartel de una manifestante en Brasilia.

En Sao Paulo, donde la manifestación comenzó, a diferencia de varias otras ciudades, después del mediodía, unas 200 mil personas, según la policía, acudieron a la cita, en el centro de la metróplis. También en Belo Horizonte, la tercera ciudad más importante del país, la marcha en contra del gobierno reunió a unas 24 mil personas.

Varios de los líderes de los principales grupos que convocaron a los actos -Vem Pra Rua, Movimento Brasil Livre y Revoltados Online- defienden ideas de corte liberal, como una menor intervención estatal en la economía y una drástica reducción del «Estado corrupto».

En tono de broma, ese llamiento anti-Estado se pudo ver en un cartel, escrito en inglés, que decía: ¡GOP, Help to save Brazil from Bolivarianism!», un pedido al Partido Republicano (GOP) de Estados Unidos de salvar al país sudamericano de las políticas «bolivarianas».

En tanto, otros grupos minoritarios, pero presentes en varias de las decenas de manifestaciones, pidieron expresamente una intervención militar y, en algunos casos, el regreso de la dictadura que gobernó el país entre 1964 y 1985, y que culminó hace hoy exactos 30 años.

«SOS Fuerzas Armadas», rezaba una de las pancartas. «Dictadura militar, nuestra última esperanza», añadía otro cartel. Estos grupos, que abogan por el regreso de las Fuerzas Armadas al poder, al menos en el marco de un proceso de transición hasta la instalación de otro gobierno, fueron hostilizados por personas presentes en las manifestaciones.

La mandataria siguió las protestas desde el interior del Palacio do Planalto (sede del Ejecutivo) y, según fuentes del gobierno citadas por la prensa, la evaluación es que estaban siendo «más fuertes» de lo esperado.

 
 

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