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Hoy todo está permitido, excepto no defender la Patria

Las bancadas negacionistas del Terrorismo de Estado

Tuvieron una victoria pírica, una victoria a lo pirro, una victoria que es  equivalente a una derrota

Las de hoy son elecciones atípicas por donde se las quiera mirar.

Celebrarlas con una ex presidenta judicialmente proscripta para ser candidata, con el partido militar nuevamente en escena y con una economía inflacionaria sujeta a las exigencias del FMI, prueba que 40 años después de la última dictadura, la democracia argentina todavía no consiguió resolver problemas que ya existían en el kilómetro 0 de su anhelada recuperación.

De las muchas escenas anómalas que jalonan este incierto momento colectivo, que la Cámara Nacional Electoral haya permitido la altísima rotación de un spot donde la candidata de Juntos por el Cambio promete eliminar a personas (ciudadanos) que responden a una identidad política (la kirchnerista) demuestra que las instituciones –no solo Patricia Bullrich- están envilecidas, cautivas de violentas lógicas que son naturalizadas por toda la dirigencia.

La candidata en cuestión, además, es la única que no repudió el intento de magnicidio contra la vicepresidenta del país. Más que la provocación que su personaje de mala malísima demanda, podría establecerse una vocación -quizá inconsciente- por suscribir la autoría intelectual del clima de odio que envolvió lo acontecido.  

Para mayor escándalo, la investigación del hecho quedó a cargo de una jueza nombrada por Mauricio Macri, jefe de Bullrich, sin que se hayan producidos avances significativos desde entonces, con teléfonos que se borran misteriosamente en la sede del juzgado y también en las oficinas de la fundación flojita de papeles que la candidata preside. Solo falta que desaparezca el arma y, entonces sí, la impunidad será eterna.

Todo lo que se sabe de la intervención a la fundación de Patricia Bullrich por irregularidades contables | Perfil

El otro candidato que responde a Macri es un especialista en llamar la atención. Nadie sabe si está en sus cabales. Se presume que no tanto, incluso habría cierta constancia de ello, según su exitosa biografía. Su promesa más conocida es la renuncia a la soberanía monetaria local y la sumisión colonial a la moneda de los Estados Unidos como propia. Suficiente como para haber cosechado la mayor cantidad de votos en la elección primaria, abierta, simultánea y obligatoria (PASO).

Es complejo de entender. Los analistas más agudos explican la adhesión de siete millones de personas a su candidatura dolarizadora a una suerte de nostalgia de la «convertibilidad» menem-cavallista y la estabilidad de sus primeros años frente al panorama inflacionario actual. Sin embargo, esos mismos analistas afirman que el 40 por ciento de sus votos son de jóvenes que no vivieron aquellos tiempos donde el dólar valía un peso, al menos hasta que se rifaron los 75 mil millones de dólares de las privatizaciones.

Personaje cuya siniestralidad pudo comprobarse en la corrida que propició llevando el valor del dólar ilegal a 1000 pesos desde la casa de bolsa de su socio político Ramiro Marra, lo peor de Javier Milei no es que hable con sus perros muertos, o que diga que el peso es «excremento» o que declare que el Papa Francisco es mandinga. Es que detrás de su pantomima asoma el Partido Militar que secunda Victoria Villarruel y sus discursos con aires a prosa de documentos secretos del Batallón 601 de Inteligencia.

Imperiosa necesidad de penalizar el negacionismo | Análisis

Mañana, y esto es lo grave, independientemente de quien gane la elección de hoy, habrá una consistente bancada de decenas de diputados electos «negacionistas» del Terrorismo de Estado, que defenderá en el recinto que el único demonio fue la guerrilla y que los juicios contra los genocidas son una exageración del «marxismo cultural». Muchos de ellos coincidirán con los de Bullrich, que tiene como asesor al director de la revista Cabildo, que en los albores democráticos denunciaba desde sus tapas al «judaísmo» alfonsinista.

Gente que odia la ESI, la igualdad de géneros, el aborto, la paternidad responsable, el Conicet, las vacunas y, si los dejan, hasta la redondez de la Tierra. Atrasan con ganas. El grupo íntimo de Milei, al menos, hasta el siglo XIX. Con el Julio Argentino Roca que reivindica su mentor ideológico, Alberto Benegas Lynch (h), el lefebrista que llamó a una cruzada contra el Vaticano; con sus críticas a Irigoyen, a Perón, a los radicales, a los peronistas, en fin, a todo lo que huela a experiencia nacional y popular. En su argot, «populistas».

La sensación es que asistimos como sociedad a un domingo donde hay compatriotas que pretenden jugar a la ruleta rusa con la cabeza de la democracia. Con la guardia baja de muchedumbres atontadas por las pantallas que confunden a Milei con Juan Moreira.

Con ofertas tan delirantes en escena, un ministro de Economía que lidia con una inflación de 150 por ciento es un presidenciable potable para más de 6 millones de electores que lo acompañaron en las PASO. Extraordinaria rareza para una elección atípica.

Y hasta quizá llegue al balotaje. Y si lo dejan, mano a mano con un inestable explosivo como Milei, hasta es probable que sea ungido presidente. Porque «cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla», sentenció San Martín hace mucho.

Sus palabras tienen más vigencia que nunca.

 

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