Entregar el Paraná es como entregar Malvinas
Por Mempo Giarginelli. Presidente, no lo haga. No entregue la soberanía. Somos más de 10 millones de compatriotas que vivimos a orillas del río Paraná, que es nuestra historia, nuestro alimento, nuestro paisaje. La concesión que se vislumbra es absurda, no hay ninguna razón que la justifique y estos apuntes quieren ayudarlo a que usted recupere su propia idea de agosto, que era la correcta, una gran idea: el Estado y las siete provincias ribereñas a cargo de nuestro maravilloso río, que, como en la zamba de Jaime Dávalos y Ariel Ramírez, es un «brazo de la luna que, bajo el sol / el cielo y el agua rejuntará. / Hijo de las cumbres y de las selvas, / que extenso y dulce recibe el mar». Y río que es tan valioso como el Mississippi, el Danubio, el Sena, el Volga, el Mekong, ninguno de ellos con el colonizado y engañoso nombre de «hidrovía».
Es preciso recuperar esa idea suya, que hoy muchos, muchísimos argentinos nos preguntamos quién y por qué lo convenció de abandonar. Porque nuestro río, más allá de sentimentalismos, exige administración propia, o sea nacional, para que al cuidado esté nuestra gente, la AFIP cobre fuertes impuestos a los agroexportadores, la Unidad de Investigación Financiera (UIF) sea el organismo de control de lavado de dinero, el SENASA asegure la salubridad de todo lo que entra o sale por sus aguas, y la Prefectura Naval ejerza severos controles. Ninguno de esos objetivos debiera ser tercerizable y menos en manos extranjeras.
Hoy más que nunca es imperativo terminar con el vandalismo fluvial y agroquímico que hace 25 años entregaron Menem y algunos hoy funcionarios de su gobierno. No hay ninguna razón para entregar este río, como tememos millones de argentinos que reclamamos recuperar la autoridad de tránsito sobre sus aguas.
El Paraná es el tercer río más navegable del mundo, pero en él no tenemos flota ni control. Paraguay, en cambio, tiene la tercera flota fluvial más grande del planeta, y ésa es también razón de la urgencia de que Argentina vuelva a tener flota de bandera nacional, lo que acotaría el contrabando de granos argentinos desde Paraguay en buques que no controlamos. Si tomáramos el control del río, hay estudios serios que aseguran que en dos o tres años la Argentina se convertiría en una potencia industrial exportadora, sin deudas y con control estatal.
Por supuesto que sabemos cuán poderosos son los intereses que procuran convencerlo de decretar una nueva concesión –en los hechos, privatización– que parece alentada, insólitamente, desde el Ministerio de Transporte. Nosotros, sus votantes, sabemos que la presión sobre usted debe ser feroz. Pero hay cosas que no se hacen y es lo que le pedimos. Llame a un plebiscito, si le ayuda, y verá que nuestro pueblo rechaza dejar el Paraná en manos extranjeras, lo que sería como entregar las Islas Malvinas, como rendirse al hipercapitalismo descontrolado. El mismo que avanza con la megaminería destructora no sólo de paisajes y tradiciones, sino de la gente. Usted acaba de verlo en Lago Puelo: asesinos, no trepidan en matar por sus negocios y encima culpabilizando a los pueblos originarios. No son diferencias ideológicas; es el lado de la vida lo que nos separa de ellos.
El próximo 30 de abril vence la cesión dispuesta por Carlos Menem en 1995 y por un plazo de 15 años, prorrogado en 2010. Ante ello, sólo caben dos posibilidades: renovar la licitación o crear una empresa estatal que se haga cargo de controlar, supervisar y cobrar los gigantescos peajes del tránsito fluvial por el Paraná y de la que participen las siete provincias costeras (Misiones, Formosa, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires), lo que nos permitiría recuperar el control del comercio exterior, ya que además en este 2021 terminan todas las concesiones de puertos argentinos a las multinacionales.
Estamos, pues, ante una oportunidad única de recuperar la soberanía de todos nuestros Puertos y la navegación del río, sin costo alguno para el Estado. Es falso el argumento de que no es conveniente ni posible formar una nueva Empresa Estatal para el dragado y balizamiento del Paraná, puesto que esa empresa y los buques que dragan ya existen y son argentinos y el personal embarcado también.
La circulación por el Paraná es de alrededor de 6.000 barcos anuales, de todos los tamaños y en ellos sale más del 70% de las exportaciones argentinas, que según datos oficiales en 2019 facturaron 25.600 millones de dólares, y en 2020, con pandemia y recesión mundial, facturaron la friolera de 51.300 millones de dólares. Lo que permite calcular unos 20.000 millones de dólares de evasión anual.
En un estupendo, necesario artículo en la revista Anfibia, de la UNSAM, el investigador Julián Reingold publicó uno de los estudios más serios sobre esta cuestión, en el que señala que por el Paraná salen casi todas las exportaciones agroindustriales del Mercosur, pero sometidas a los intereses de las cerealeras multinacionales, el contrabando descontrolado y la destrucción de bosques y humedales para expandir la frontera agraria. Lo que está en juego, entonces, es la soberanía pero también miles de empleos, desarrollo e integración regional, cuidados ambientales y mayor recaudación fiscal.
Como ha dicho con acierto Pedro Arrojo Agudo (relator sobre derechos humanos al agua potable y el saneamiento ante la ONU), «las arterias hídricas del Amazonas y el Paraná han sido abordadas con un criterio extractivista, no de desarrollo del territorio. Y esa visión en sí misma no es progreso, aunque se presente como tal”. Y hay algo más a tener en cuenta, y es que aún teniendo este río prodigioso, la Argentina es vulnerable porque sus aguas provienen de Brasil: el Pantanal, en el Estado de Matto Grosso; y el propio Paraná al norte de la gigantesca represa de Itaipú.
Por otra parte, el ya famoso Decreto 949/2020, que dispone el dragado y balizamiento del Canal Punta Indio, obliga a que la salida al mundo de nuestras exportaciones se haga desde el Puerto de Montevideo, que pertenece a las mismas multinacionales que operan sobre el Paraná. Los beneficiarios son las grandes hiperconocidas: Cargill, Dreyfus, Bunge, etc. Por ello no sólo el río está en peligro, sino el también necesario y ya previsto Canal Magdalena, a conciencia de que más importante que el canal es el río. También por eso le pedimos que no entregue el Paraná.
Por supuesto, es de suponer que usted sabe todo esto, que ya propuso el Senador Taiana en su momento e impulsan reconocidos luchadores por nuestro río como el Ingeniero Tettamanti, el productor agropecuario Pedro Peretti, el diputado Carlos del Frade, el teniente de navío César Urien, el general retirado Fabián Brown e incluso dirigentes obreros como Luciano Orellano, verdadera autoridad en la materia y autor de un libro fundamental: «Argentina sangra por las barrancas del Paraná», que es la más completa y rigurosa investigación sobre este río y demuestra cómo nuestra riqueza está siendo rapiñada. Y hay más, compañero Presidente: preservar el Paraná reactivaría todos los proyectos dormidos en el Congreso Nacional para refundar la Empresa Líneas Marítimas del Estado en astilleros nacionales, y restablecer la Administración Nacional de Puertos, disuelta por decreto de Menem.
En fin, querido Alberto, hay infinitas razones para que no firme la nueva concesión. Y así como le pido en nombre de miles que no entregue soberanía, lo invito a que venga a navegar nuestro río con nosotros, los diez o más millones de argentinos y argentinas que vivimos en las costas del Paraná y aquí producimos y amamos, orgullosos de lo que es nuestro. Ni belga ni inglés, ni norteamericano ni chino, simplemente nuestro, argentino y bajo control, cuidado y beneficio de nuestro pueblo.
Con mis respetos y el afecto que usted bien sabe.
Columna publicada en Página12