Diputados sonámbulos y militantes con aguante, el color de la espera del voto buitre
El olor a los choripanes comenzó desde temprano. El frío de los diputados que votaron el acuerdo con los fondos buitre contrastaba con el calor de la multitud de militantes que se acercó a las puertas del Congreso para repudiar a los holdouts y pedir «basta al ajuste».
A las seis de la tarde los militantes comenzaban a ingresar en masa por la avenida Rivadavia, la avenida Entre Ríos, la calle Yrigoyen. Siete militantes caminaban por la vereda justo en el momento en que el ministro de Justicia,Germán Garavano, salía del Congreso. El funcionario los miró y los chicos siguieron caminando, sin conocerlo.
«Mirá, en el Frente Renovador, las cosas son así. Si habla Camaño es para moder, ella es nuestro bulldog. Si hablo yo es para tirar flores al proyecto», dijo Sergio Massa, en un break que se tomó, mientras por las pantallas de televisión de veía hablar a diputado Daniel Lipovietsky, de Unión PRO.
«Griesa acaba de decir que no embargará los pagos que haga el gobierno a los buitres», le dijo un operador a Massa que lo miró con una sonrisa, mientras le hablaba al oído.
La noticia era tomada como un festejo por la oposición. La exdiputada María José Lubertino miraba todo con atención y escribía por su teléfono. Minutos después, Massa se acercaría a saludarla.
Ahora llega el turno de Marco Lavagna, el diputado es el experto económico del Frente Renovador y desfila frente a las cámaras de comunicación diciendo lo mismo. «Puede ser, pero el objetivo es consensuar para que eso no pase, para que se evite», dice ante la consulta de que si se acuerda con los buitres a un precio de 4 dólares por bono, los otros ahorristas que reciben desde 2005 40 centavos de dólar por bono no reclamaran igual trato en la justicia.
Adentro del Congreso se vive un clima de pasividad, afuera hay cantos, peleas por el lugar y discursos contra los buitres. La izquierda se posiciona en la Avenida Rivadavia con un escenario que contó como principales oradores a Marcelo Ramal y Néstor Pitrola. «No se puede pagar la deuda con el hambre del pueblo. No nos pueden entregar de pies y manos», dijo Pitrola quien recordó la memoria de Mariano Ferreyra.
A 40 metros del puesto de la izquierda y por la calle Entre Ríos se alzaba el escenario del kirchnerismo, de espaldas al Congreso y de frente a la plaza. Héctor y Mariano Recalde, Hugo Yasky, Gabriela Cerruti y Martín Sabbatella fueron los principales referentes del sector.
«Si la llaman a Cristina a declarar, vamos a ir todos, porque si se meten con ella, se meten con cada uno de nosotros», dijo un locutor, mientras los militantes estallaban en el canto «si la tocan a Cristina, que quilombo se va a armar».
«Vengo, porque ésta ya la viví. Nadie me la contó. Pagarle trae hambre y exclusión. Ya no estoy para soportar semejante violencia», dijo Miguel, el dueño de una mueblería en Almagro que dice tener 70 «pirulos».
La votación se vuelve interminable. Los periodistas comienzan a relevarse a las once de la noche. Salen los cronistas cansados y entran los frescos, preparados para tomar notas hasta las seis de la mañana, hora en que se especula que terminará la votación. Adentro se vive todo con un tranquilo cansancio, afuera con una angustia colectiva. Los buitres, lo miran por TV.
