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Inflación: ¿se le queman los papeles “teóricos” al gobierno?

El economista José Castillo explica la postura macro-económica de Cambiemos y adelanta cuáles van a ser los resultados. 

Comencemos con la ya clásica frase de Milton Friedman: “la inflación es siempre un fenómeno monetario”. Esta expresión contiene una generalidad, con la que ningún economista (ortodoxo o heterodoxo, neoclásico, keynesiano o marxista) podría estar en desacuerdo: existe una correlación entre la creación de dinero y los movimientos del nivel de precios. Pero el padre del monetarismo quería decir otra cosa: la causa de la inflación es siempre monetaria, léase emisión. Y, de ahí, se está a un paso de la afirmación más extrema: la única causa de la inflación es la emisión monetaria. Y esto sí, sólo lo plantean los fundamentalistas del mercado.

¿Por qué traemos este debate? Esta es, efectivamente, la política económica del macrismo para combatir la inflación. El único instrumento sostenido a lo largo de estos siete meses es la astringencia monetaria a partir de las astronómicas tasas de interés de las Lebacs.

Federico Sturzenegger lo ha dicho reiteradas veces: el Banco Central tiene una única herramienta (la tasa de interés), para alcanzar un único objetivo: metas de inflación en baja, que en algún momento converjan con las internacionales.

Cuando el Ministro Prat Gay anunció la “candorosa” frase de que la inflación 2016 sería del 25% anual, estaba expresando ese facilismo que se ponía en práctica desde las medidas del Banco Central. No habría “inflación cambiaria”, ya que todos los precios estaban, teóricamente, ya ajustados a noviembre por el tipo de cambio “blue”. La realidad mostró lo incorrecto de este diagnóstico facilista. De la misma forma, más de un funcionario oficialista se hizo el “sorprendido” por la remarcación de precios previo (y posterior) a la devaluación. Es que, en el manual de textos oficialista, los precios se forman “en el mercado”, y no existe ningún contenido “monopólico” u “oligopólico” sectorial.

De igual forma, los economistas del gobierno no tuvieron en cuenta el tarifazo como un elemento motorizador de la inflación. Precisemos: sí sabían que ello generaba una modificación de precios relativos, pero desconocieron el efecto de “segunda vuelta”, cuando esas subas tarifarias se convierten en mayores costos y luego se trasladan a precios. Es que, nuevamente, la inflación de costos tampoco forma parte del análisis oficialista. Ahora se sorprenden cuando descubren que la inflación core (núcleo) del mes de junio –indicador estadístico copiado desprolijamente y de apuro de las estadísticas norteamericanas- se acelera en vez de disminuir.

La realidad es que la inflación 2016 terminará en un valor de entre el 37 y el 45% anual. Y la “tendencia” al descenso es muchísimo más lento (y accidentado) que lo previsto por el macrismo. El aumento de las prepagas en julio –más la estacionalidad por vacaciones de invierno- y el traslado a agosto de la definición del número final del tarifazo del gas, seguirán generando “excepciones” al descenso del índice general de precios.

El gobierno se defiende, insistiendo en que los efectos de política monetaria operarían con un rezago de entre seis meses a un año (afirmación que por repetida, no deja de ser dudosa y de escasa demostración científica). Federico Pinedo le “agrega” a las excusas su afirmación de que “si no hay aumentos, el costo de la energía se pagará con impuestos y recursos del Tesoro. Y esto generará inflación”. Asoma por detrás de este planteo, que la continuidad de la alta inflación se debería a un déficit fiscal que no baja y, en consecuencia, a su necesidad de monetizarlo (con lo que se vuelve a Friedman…).

Todo esto pone en duda el supuesto “expertise” de un equipo económico que se mueve en forma improvisada –y con contradicciones entre sus miembros-. Que desconoce el carácter multicausal y complejo de la inflación en nuestro país (aferrándose dogmáticamente a la tesis monetarista). Y cuyo único “logro” en estos meses fue provocar una fenomenal traslación de riqueza e ingresos desde los trabajadores (y los que reciben ingresos fijos en general) hacia el capital (y el sector financiero en particular). Los altos niveles de inflación consolidaron esa tendencia, licuando salarios, ya que en todos los casos los acuerdos paritarios fueron por debajo de la suba del nivel general de precios.

Así entramos en el segundo semestre. En plena estanflación. El equipo económico probablemente logre llevar finalmente la tasa de inflación a valores de entre el 1,5 y el 2% mensual. Ese será su “éxito”, con valores mundialmente esquizofrénicos. Y todo a costa de provocar una feroz recesión: reducirá la inflación matando la demanda. Que, aunque no le guste a Friedman, no es sólo una curva: se compone de seres humanos que, día a día, viven el drama de que no les alcance su salario o, peor aún, de estar desempleados.

José Castillo

Profesor e Investigador de la UBA – Miembro del EDI (Economistas de Izquierda)

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