Verdades y mentiras del cambio en la Superintendencia de Riesgos del Trabajo
La asunción de Enrique Cossio en la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), tras la remoción del macrista Gustavo Morón, disparó un sinfín de elucubraciones que buscan empañar los verdaderos motivos del asunto.
Desde el primer momento en que, mediante dos decretos, se oficializó el desplazamiento de Morón y su reemplazo por Cossio, surgió una versión que afirmaba que la medida era respuesta a un pedido expreso de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner al presidente Alberto Fernández para poder llevar adelante una suerte de plan para estatizar las empresas ART.
“El Presidente tiene un buen concepto de Morón y por eso lo mantuvo en el lugar durante 13 meses. Pero, junto con el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, apuraron el cambio por Cossio antes de que, según supo este medio de calificadas fuentes del oficialismo, el lugar fuera reclamado por la jefa del Senado”, indicaba una nota del diario La Voz publicada el viernes 22 de enero.
Lógicamente, un movimiento de este tipo cuenta con una razón, una idea. Pero no es la esgrimida por ciertos sectores, que buscan confundir.
Los cambios en la Superintendencia de Riesgos del Trabajo no intentan privilegiar al sistema público de salud en desmedro de las obras sociales y del sector privado, sino que apuntan a recomponer el cumplimiento de servicios de la medicina prepaga, absolutamente bastardeada por el macrismo.
La SRT macrista apuntó a beneficiar a los empresarios que lucran con la salud laboral. Destaca el vaciamiento de las áreas de atención al público, política que tenía como objetivo achicar los canales donde los trabajadores manifiestan sus reclamos ante los diversos incumplimientos de las ART. Ese paradigma es el que se busca modificar con el cambio.
