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Segunda fundación de Buenos Aires, por Juan de Garay, 66 paraguayos y 1.500 guaraníes

Alejandro C. Tarruella

Pocas ciudades en el mundo fueron fundadas dos veces. Buenos Aires es una de ellas, y fue refundada un 11 de junio de 1580 por Juan de Garay, 66 nativos del Paraguay, entre ellos una mujer, Ana Díaz, y 1500 indios guaraníes.

Escribe Alejandro C. Tarruella

Una mujer entre ellos

El hecho no es muy difundido en el recordatorio histórico y es posible que la causa sea que se debe reconocer una vez más el importante rol del pueblo paraguayo en la consolidación de la ciudad. Además, los porteños deben tomar nota de que fue una mujer una de las pioneras, cosa que no sucede todos los días en la historia.

Pedro de Mendoza fundó Nuestra Señora de los Buenos Aires el 3 de febrero de 1536 y los querandíes, vecinos de la Boca del Riachuelo, más la falta de alimentos y las enfermedades, acabaron con el sueño del conquistador. En 1540, la corona española decidía despoblar la ciudad y reconocer el fracaso. El 11 de Junio de 1580 Juan de Garay llegó, comandando una expedición que llegaba de Asunción del Paraguay, a concretar la Segunda Fundación de Buenos Aires, junto  a 66 mancebos paraguayos, entre ellos una mujer, Ana Díaz, más 1.500 indios guaraníes. Traían con ellos animales vacunos, caballos, ovinos y aves de granja.

Garay escogió para la ciudad el nombre de Trinidad, para recordar el Domingo de la Santísima Trinidad cuando fondearon en el Riachuelo. Al puerto lo llamaron Santa María de los Buenos Aires. El conquistador dispuso para el asentamiento un área diferente a la trazada por Mendoza. Tomó a la actual Plaza de Mayo como espacio central para fundar la ciudad debido a que era un espacio amplio y elevado respecto del río. El fuerte se instaló donde hoy se encuentra la Casa de Gobierno, la plaza principal, que fue rodeada por viviendas de los colonos y los religiosos.

La pequeña aldea no llega a treinta manzanas adyacentes a la plaza en los actuales barrios de Monserrat y San Nicolás

Según la normativa española, la ciudad se diseñó así: 15 cuadras de ancho por 9 de fondo sobre 136 manzanas donde había huertas, quintas y estancias de los pobladores de la época. En cercanías a la Plaza de Mayo se puso el Palo de la Justicia. Garay dispuso que se levantara un hospital, el San Martín, que evocaba el patrono de la ciudad. La ciudad fue loteada y entregada a quienes llegaron y participaron de su fundación, los paraguayos y los guaraníes.

El loteo se realizó sobre las avenidas Independencia y Córdoba, las calles Libertad y Salta. Garay diseña Buenos Aires con forma de damero en estilo europeo. Definen una Plaza Mayor donde estará el mercado, Plaza de Mayo, y la rodean con el Cabildo, un Fuerte, la Aduana, y la Iglesia. Erige solares destinados a los fundadores; y más allá, los suburbios para indios y sirvientes y los campos de los fundadores. La pequeña aldea no llega a treinta manzanas adyacentes a la plaza en los actuales barrios de Monserrat y San Nicolás, no más de quince cuadras de sur a norte, desde Independencia a Viamonte y Libertad como límite al oeste.

Ana Díaz, la fundadora

Ana Díaz era una mujer de carácter. Era paraguaya, hija de Savé, india de la tribu de los payaguáes, que se enfrentaban a los guaraníes. No solo logró que Garay, su pareja, la trajera a la fundación de Buenos Aires como expedicionaria y fundadora, sino que llegó embarazada y y se casó en la ciudad recién creada. En lo que es hoy Florida y Corrientes, nació el primer porteño de Buenos Aires que se llamó Juan Martín Garay. Allí tenía un terreno de 252 metros cuadrados, que su marido le había otorgado en el reparto de lotes, el solar número 87. España reconoció a Ana Díaz en cuadro del plástico malagueño José Moreno Carbonero que Alfonso XIII regaló a Buenos Aires, en el primer centenario de la Revolución de Mayo.

Hasta el siglo XVII, en la ciudad se hablaba español y guaraní de modo diario. Hoy el guaraní es hablado por miles de personas en la ciudad, los que viven y los que llegan a ella para trabajar. Y es tanta la influencia paraguaya en la construcción de la ciudad, que se suele decir que si se tomaran las huellas de miles de sus edificios, se constataría que gran parte de Buenos Aires fue edificada por manos paraguayas.

No reconocida por la historia, ella fue sin embargo primera mujer fundadora, madre y abuela de los porteños. Para homenajearla, Juan de Garay llamó a la zona donde se encuentra hoy Tigre, “Valle de Santa Ana”.  Ana vivió para siempre en Buenos Aires y al morir Juan de Garay, en 1583, creó una pulpería en Corrientes y Florida. Una calle de Puerto Madero, una estación del Premetro, y un monumento en Parque Lezama, llevan su nombre.

Algunos sostienen que hay una leyenda en la ciudad que otorga a la peatonal Florida un aspecto femenino que se expresa en su carácter seductor

Lucio V. Mansilla deslizó en sus observaciones sobre la ciudad: “Ayer el pavimento sonoro de Florida sintió trotar el tranco de potros de Inglaterra, que arrastran la victoria donde al amor convida la faz de la morocha más linda de esta tierra.”

Rubén Darío, en el Grand Hotel de Florida y Rivadavia donde residía, escribió versos sobre Florida y Manuel Gálvez, hizo referencia a Florida y las mujeres más bellas de Buenos Aires. No podía faltar un escritor paraguayo, en representación de los fundadores, que fue Hugo Rodríguez Alcalá, en “Romances de la conquista” trabajando sobre la historia. “Ana Díaz se llamaba la única mujer pionera que viajaba en la flotilla. Hoy mucho se la recuerda. Y cinco siglos no olvidan que donde tuvo su vivienda fue entre Florida y Corrientes o por lo menos bien cerca de esa esquina bien famosa”.

Alcalá es uno de los mayores escritores paraguayos contemporáneos. Vivieron en Buenos Aires Augusto Roa Bastos, Herminio Giménez, José Asunción Flores, Elvio Romero, Gabriel Casaccia, Lincoln Silva, Félix Pérez Cardozo, Demetrio Ortiz, y otros escritores y músicos paraguayos, muchos de ellos exiliados.

Ojala Buenos Aires alguna vez reconozca a esta historia maravillosa, americana, que la hace un lugar singular fundado alguna vez por un español, 66 paraguayos y 1.500 guaraníes. Entre todos ellos, una mujer, Ana Díaz.

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2 comentarios

  1. Por que el autor dice que no se reconoce esa historia. Yo la escuché mil veces de historiadores argentinos. Y en los colegios no se enseña porque directamente no se enseña como estaban compuestas las corrientes colonizadoras. Los alumnos saben quien fue Juan de Garay, Jerónimo L. de Cabrera, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Juan Jufré, Hernando de Lerma, etc. Ahora bien, si la expedición traía españoles, quechuas, portugueses, alemanes, guaraníes, chilenos, peruanos, mexicanos, etc. eso no se estudia ni interesa. No hay tiempo de pormenores en el plan de estudio.
    El alumno sabe que eran columnas de hombres armados y sacerdotes, y que al mando de un Adelantad, fundaban ciudades acá, o en Chile o Perú o Uruguay, en nombre de la corona española.
    No hay ninguna negación al respecto. ¿De donde sacó esa opinión el autor?
    Lo que si se enseña que los españoles que venían a colonizar eran mayormente presos y marginales que la corona usaba para sus expediciones a América.

  2. Buenos Aires no fue fundada por paraguayos, eran españoles y sus concubinas indias. Paraguay no existía como nación independiente y los que llegaron con los españoles ni tenían noción de ser una nación. Esta burrada de decir que Buenos Aires fue fundada por paraguayos es equivalente a decir que un prusiano es lo mismo que un alemán o que llamemos italiano a un romano del siglo I, cuando no existía la nacionalidad italiana.
    A Buenos Aires la edificaron argentinos. Nuestros abuelos y bisabuelos. Los millones que vienen a habitar nuestro país desde Paraguay, Bolivia y otros lugares lo hacen por lo que los argentinos hicieron para mejorar su bienestar y nivel de vida, que mal que mal sigue siendo mejor que la de esos países. Vienen para conseguir lo que sus sociedades no pudieron. Si no fuera por lo que los argentinos consiguieron no vendrían: salud y educación pública y gratuita, bajo índice delictivo, el segundo país más desarrollado de latam, etc. Esto discurso progre-moralista para que la gente no valore lo propio y lo cuide como tal es bastante cansador a este punto.

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