Opinión

NO EN NUESTRO NOMBRE

Ante el ataque periodístico en contra del diputado Rodrigo De Loredo -perteneciente a un sector de centro derecha de la UCR- quien está siendo acusado de propagar el antisemitismo como consecuencia de haber ejercido con responsabilidad la libertad de expresión el 9/10/2925 en la sesión de diputados, es que deseo expresar mi solidaridad, y ello, pese a pensar de él que su actuación como diputado ha sido más que deplorable y contraria a los intereses del pueblo y la Nación Argentina.

Mi solidaridad no implica que apruebe o desapruebe la corrección de su discurso, sino al derecho a expresarse, y, en este caso a hacerlo con una condena al sionismo sin nombrarlo, pero si ejemplificándolo, lo cual por el rol de detentar cierto liderazgo político y el lugar y momento en el cual se expresó demuestran una gran valentía y ética de compromiso personal.

Su discurso nada tuvo que ver con antisemitismo, sino que su «crimen» fue criticar duramente y con marcado sentimiento y valentía a Milei por su adhesión a Israel, al primer ministro Netanyahu, y, denunciar el genocidio palestino.

Frente a la campaña periodística en su contra promovida y operada, una vez más, por la DAIA, es que quiero expresar como argentino descendiente de padres judíos que la acusación de antisemitismo es esencialmente una falsedad y una vil calumnia , la cual responde, desde hace varios años a una calculada campaña de encubrimiento de Israel e ideada por ese país y ejecutada por el sionismo internacional.

El objetivo fue y es instalar una falaz consigna y legalidad respecto de que ser crítico del sionismo, de Israel y del genocidio palestino, es una conducta antisemita, lo cual es -reitero- absolutamente falso.

Para lograr esta finalidad perversa, el sionismo esgrime el Holocausto para cooptar en casi todos los países occidentales, particularmente Argentina -hasta ahora con éxito- la adhesión de los más altos niveles gubernamentales y de otros sectores del poder dominante.

A quiénes les importe aclara ideas, sugiero leer la medular sentencia de casación de una de las Salas de la Cámara Penal de la Justicia de la CABA, por la cual se absolvió hace pocas semanas al dirigente de izquierda Alejandro Bodart. de la misma acusación que se le hace a De Loredo.

En la misma sesión la diputada Sabrina Ajmechet, destacada militante y defensora acérrima del sionismo planteó una cuestión de privilegio respecto de De Loredo. Muy conmovida se sintió espantada que “alguien del centro” tuviera un discurso a su juicio antisemita, porque para defender el humanismo de raíz judía, lo haya hecho individualizando a quiénes lo integraban.

Curiosa posición la de Ajmechet y de otros y otras en esta cuestión. Se reivindican como judíos antes que argentinos de origen judío, pero se sienten discriminados si se los destaca por esta condición en determinado contexto, como fue lo que hizo De Loredo. Es cierto que el asunto remite a antecedentes reprochables como lo registran las expresiones de quienes reivindican tener uno o más amigos o amigas judíos, judías, pero al mismo tiempo mantienen opiniones o actitudes antisemitas.

Pero esto no fue para nada lo que surge del discurso de De Loredo, dado que él no se refirió a amigos o amigas judías, sino a celebridades en distintas disciplinas de origen judío y de distintas nacionalidades para justificar su contundente crítica “políticamente incorrecta” para los intimidados por el sionismo, pero si repitió el formato a la hora de censurar gravemente a los que enumeré anteriormente.

Es este formato el que en determinados casos y oportunidades es para el sionismo un manjar de los dioses, en el sentido de agitar el antisemitismo como mascaron de proa que oculta su colonialismo político, religioso, cultural y social, como lo prueba que uno de los fundadores del movimiento (Hertzl) con gran agudeza sostenía que las personas y países antisionistas eran aliados funcionales del éxito del desarrollo e implantación del movimiento.

Una de las paradojas de la persecución sionista a quienes los censuran y combaten, es que debido al genocidio palestino ellos son los absolutos productores de antisemitismo y que, para ocultar esta fechoría, al igual que la Iglesia Católica con la Inquisición, necesitan inventar brujas a quien quemar en la hoguera para ocultar su perfidia.

Para que quede claro para todos, ni Alejandro Bodart, ni Vanina Biasi, ni De Loredo, ni los que vendrán por idénticos o parecidos motivos, son antisemitas, sino que son antisionistas, y que los verdaderos antisemitas de nuestro tiempo son los productores de antisemitismo y estos habitan en organizaciones como la DAIA.

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