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¿Macri por la revolución de la alegría de su cara?

El viernes por la tarde, en horas en las que la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner se encontraba en el campo del SMATA en Cañuelas para un acto gremial y un acercamiento a Hugo Moyano, Mauricio Macri concurrió al consultorio del doctor Jorge Ottini en el barrio de Las Cañitas.

Más de un vecino y varias personas que caminaban en la zona se sorprendieron al ver al demacrado presidente de la Nación. Lo precedían una ambulancia y su custodia, que los acompañan en cada uno de los desplazamientos.

En una tarde gris, de cielo encapotado y fuerte humedad en el ambiente, Macri bajó del automóvil que lo trasladaba e ingresó a un edificio de la calle Indalecio Chenaut 1900, esquina Báez, de ese barrio. Allí permaneció poco menos de una hora y al salir sorprendió una vez más a quienes ocasionalmente estaban en el barrio.

Jorge Ottini es un dermatólogo a quien el presidente suele consultar, y se especializa en diferentes tipos de intervenciones estéticas que realiza con sumo cuidado y reconocida sutileza. Al parecer, si bien se indicó que el presidente hizo una visita de rutina, bien podría tratarse de una consulta con vistas a un “refresco” del rostro que podría incluir párpados, frente, pómulos y labios.

El presidente sufre en tiempos recientes un visible envejecimiento, al punto que comentarios surgidos en su entorno lo observan cada vez más parecido a la imagen clásica de su padre, el empresario Franco Macri. Hay que recordar también que Macri sufrió en estos años algunas intervenciones médicas que superó de modo favorable.

Ottini ofrece a sus clientes intervenciones de calidad médica con aplicación de tecnología, que expresa señalando su oferta de “un óptimo resultado, bienestar y fortaleciendo nuestro concepto de belleza natural, tratamientos no invasivos y alta tecnología”. Se declara, a su vez, pionero del uso de tecnología láser en tratamientos estéticos de alto nivel, lo que incluye el no menos elevado costo de sus servicios dirigidos a renglones que se perciben superiores en la estructura social.

Alienta a sus posibles clientes con términos que impresionan: “Ultrashape, Accent, Electro-estimulación y Mesoterapia”, que aunque habitualmente se desconocen generan interés en consumidores de alta gama dispuestos a encubrir envejecimiento. Mauricio Macri, como lo han hecho figuras del espectáculo, podría estar aventurando una intervención estética en vista del inexorable paso de los años.

La caída de su imagen pública, la pérdida acentuada de voluntades que apoyen el derrumbe de la economía, la salud, la educación y el esparcimiento del pueblo, pueden ser motivos para que algunos consultores sugieran cambios estéticos. Parafraseando a James Joyce (si no cambiamos la realidad, cambiemos al menos de conversación, expresó el escritor no reconocido en el ámbito del gabinete nacional), es posible que ante la imposibilidad y la escasa voluntad de cambiar esa realidad, se esté ante un intento de cambiar aspectos desgastados de su fisonomía.

De constatarse este camino, habrá quienes adjudiquen a Jaime Durán Barba un paso en el campo de lo estético para Macri. En el espectro social de los poderosos, ricos, especuladores, financistas, ceos de empresas, banqueros, etc., cada vez es más común poner en un cambio estético lo que falta en otros rubros como lo son, por ejemplo, la fuga del Estado de sus responsabilidades con la sociedad. La revolución de la alegría de la cara de Macri, sin embargo, no cambiará en absoluto la crisis que sufre la sociedad argentina. De ser así, una mascarada está en marcha.

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