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La opinión de Cuartango: el papa Francisco marcó un antes y un después

El martes 13 de marzo se cumplió el quinto aniversario de la designación de nuestro compatriota, el  Cardenal  Jorge Bergoglio como máxima autoridad de la grey católica del mundo.

Oscar Cuartango

Este sacerdote jesuita argentino, que al asumir como Papa adoptó el nombre de Francisco, ha producido cambios trascendentales en la Iglesia Católica  de una magnitud, que marcan un antes y un después y aparecen como imposibles de revertir.

 

Poniendo el eje de sus objetivos en lo periférico de cada colectivo en todo el mundo, rechaza la indiferencia ante los sectores más postergados y pone el centro de atención en los mismos

 

Coincidentemente con lo expuesto, Agustín Ivereigh en su obra “Francisco el Gran Reformador” proclama que hay un cambio de época en la Iglesia cuestionándose la avidez consumista.

 

El año pasado, en una columna sobre el mismo tema, publicada en este portal, coincidimos con Ivereich al recordar que Francisco: “venía transitando el mismo camino de sensibilidad social y de reivindicación de la educación y el trabajo como instrumentos de inclusión social y movilidad social, como lo corrobora el documento de “APARECIDA” del 2007 en Brasil, en cuya redacción  tuvo un protagonismo no menor.” que en el  año 2007, publica un libro “El Verdadero Poder es el Servicio”, donde, con expresa referencia a la encíclica “Laboren Exercens”, se refiere a los dos elementos en que se sustenta la doctrina social de la Iglesia:  “La tutela de la dignidad y de los derechos de la persona en el ámbito de una justa relación entre trabajo y capital” y habla de “una espiritualidad del trabajo” como elemento ordenador de vida y afirmamos que no es coincidencia que haya elegido como llave para graficar y entender la problemática social, la figura geométrica del Poliedro, sólida y desigual, con sus diferentes caras que forman una unidad en su diversidad.  Ver el libro de Massimo Franco, “El Vaticano según Francisco”.

 

En su  primera encíclica “Laudato Si” (Alabado seas), con asombrosa claridad puntualiza que hay una única y compleja crisis socio-ambiental y reclama que para resolverla se escuche tanto el clamor de la tierra, como el de los pobres

 

La cuestión del “trabajo” no es ajena a sus inquietudes,  son muchas y categóricas sus referencias al tema y sostiene que: “En cualquier planteo sobre una ecología integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo tan sabiamente desarrollado por Juan Pablo II en Laborem Exercens. “El hombre es el autor, el centro y fin de la vida económico social y debe ser prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos”.

 

En su reciente visita a la región, arribando en el hermano país de Chile el pasado 15 de enero de este año, el Papa Francisco extendió el saludo a nuestro país al sobrevolarlo, solicitando que oren por él, pero evitando cualquier otra mención o visita a estas tierras, una actitud que desató interrogantes y que estaría vinculada a que su presencia podría tener un peso distinto en la Argentina, donde sus mensajes suelen ser interpretados y mal interpretados como intervenciones políticas, pese a ser considerado en el resto del mundo un líder espiritual indiscutido.

 

De lamentable aplicación el dicho “nadie es profeta en su tierra”, cuando las palabras del Santo Padre son tergiversadas y utilizadas políticamente, intentándose un aprovechamiento político de su imagen, simulando simpatías. La posición y destino de las palabras del Santo Padre no dejan lugar a dudas de su inclinación hacia la defensa de los más vulnerables, -legado de su formación franciscana-, en rechazo de toda medida y/o dirección política en contra de los oprimidos del sistema liberal que aumenta las desigualdades sociales e impide el acceso a mejores y dignas condiciones de vida, entendiéndose por tales la alimentación, trabajo, educación y movilidad social.

 

Cerramos esta columna, citando al arzobispo de San Juan de Cuyo, Monseñor Jorge Eduardo Lozano, que con una brevedad y acierto dignos de elogio, caracterizó el liderazgo del Papa Francisco, como coherente,  con empatía, que comunica con gestos y asume riesgos y aseguró que en estos cinco años es reconocido como un líder espiritual por referentes de otras confesiones religiosas y es muy valorado y escuchado por Científicos, políticos, economistas, líderes sociales, presidentes de países centrales y periféricos quienes han expresado; hace rato que no veíamos un liderazgo ético y moral  global como el suyo.

 

Dios le de larga vida para poder seguir avanzando en ese camino.

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