La Noche de los Lápices: Dictadura cívico militar y su modelo económico a base de torturas
El Movimiento obrero, estudiantil y popular era lo que no querían dejar fortalecer, los poderes conservadores en la Argentina de los 70's
Hoy, como cada 16 de septiembre y desde 1998, conmemoramos el Día de los Derechos del Estudiante Secundario.
La fecha recuerda un acontecimiento conocido como “la Noche de los Lápices”: entre el 8 y el 17 de septiembre de 1976, un grupo de estudiantes secundarios, militantes de la ciudad de La Plata, fue secuestrado en el marco del terrorismo de Estado. Al día de hoy, muchos de ellos continúan desaparecidos.
A los 45 años de este hecho, recordamos a las víctimas y a quienes pudieron sobrevivir, y les rendimos homenaje siguiendo su ejemplo de lucha
«La politización de los sectores medios fue un rasgo que caracterizó a la Argentina de la década del sesenta y la primer mitad de los setenta. Su distintivo fue la presencia de los jóvenes. Las multitudinarias movilizaciones en calles, puebladas y universidades que se registraron en todo el país a lo largo de estos años estuvieron marcadas por su protagonismo. Pertenecientes a un sector social antes remiso a estos escenarios, los jóvenes fueron los nuevos actores que se sumaron a una protesta que había sido liderara desde la proscripción del peronismo casi exclusivamente por la clase obrera. Esta confluencia implicó una renovación en los repertorios de la acción colectiva y transformó el escenario. La oposición a la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1969) fue el gran catalizador de esta activación política cada vez más extendida» detalla el dossier coordinado por Sandra Raggio, de la Comisión Provincial por la Memoria.
En el mismo, se describe: «Las marchas por el Boleto Escolar Secundario (BES) se dieron en este contexto de
alta conflictividad social y política y creciente violencia. Durante septiembre de 1975, en La Plata y también otras ciudades, se realizaron movilizaciones donde participó gran cantidad de jóvenes. Fue en la capital de la provincia donde a partir del reclamo se logró una tarifa diferencial para los secundarios. Sin embargo, esta no fue la única actividad política que realizaban los militantes secundarios. Tampoco la única movilización ocurrida en ese momento, a pesar de que la fuerte represión se hacía sentir en la ciudad con dramatismo desde hacía tiempo.
En la madrugada 8 de octubre de 1974 aparecieron los cadáveres acribillados de Roberto Achen y Carlos Miguel, militantes del gremio de trabajadores de la Universidad de La Plata y de la Juventud Trabajadora Peronista. A partir de ese día se suspendieron las clases en la Universidad Nacional de La Plata hasta el año entrante y se dispuso su intervención. La secuencia siguió: el asesinato en manos de la Triple A de
“Patulo” Rave, dirigente de la UES, en diciembre de 1975, es sólo un ejemplo de la escalada represiva.
El golpe del 24 de marzo de 1976 significó la agudización de esta tendencia. El plan represivo se extendió a todo el territorio y los secuestros y desapariciones se multiplicaron al compás de la proliferación de los centros clandestinos de detención y tortura. Hasta el momento se han denunciado y registrado 498 en todo el país, según los datos recientes de la Secretaría de Derechos Humanos de La Nación.
Lo que hoy se conoce como “La noche de los lápices” fue parte de este plan represivo puesto en marcha durante la dictadura. El 16 de septiembre de 1976, grupos de tareas conducidos por el general Ramón Camps secuestraron a Claudia Falcone (16 años), Francisco López Montaner (16 años) -ambos alumnos del Colegio de Bellas Artes-, María Clara Ciocchini (18 años) -ex alumna de la Escuela Normal Superior de Bahía Blanca-, Horacio Ungaro (17 años), Daniel Racero (18 años)- ambos de la Escuela Normal Nº 3- y Claudio de Acha (18 años) -alumno del Colegio Nacional de la UNLP-.
Todos ellos eran militantes de la UES. Pero no fueron ni los primeros ni los últimos estudiantes secundarios secuestrados en la ciudad. Gustavo Calotti, del Colegio Nacional (UNLP), fue llevado el 8 de septiembre. Víctor Triviño, alumno de la Escuela Media N°2 (“La legión”), el 10 de ese mismo mes. A su vez, el 17 de septiembre fueron víctimas de la represión Emilce Moler y Patricia Miranda, ambas de Bellas Artes (UNLP). Lo mismo sucedió con Pablo Díaz – otro estudiante de “La legión” – el 21 de septiembre. Y hubo otros: la extensa lista está integrada por alrededor de 340 adolescentes de todo el país. Ellos continúan desaparecidos.
La dictadura militar tuvo como objetivo desarticular la actividad política y reprimir y exterminar a quienes cuestionaban los “fundamentos esenciales de la Nación”. Bajo la palabra “subversivo” se denominaba a todos aquellos considerados enemigos de la Patria, quienes supuestamente alteraban el orden social y contradecían los valores e instituciones de una sociedad estructurada bajo el ideario de las Fuerzas Armadas.
El resguardo de un orden sujeto a los principios de la “civilización occidental y cristiana” y del capitalismo constituyó la justificación para la implantación de un régimen basado en el terror. Los militantes políticos y sociales, la mayoría de ellos jóvenes, fueron las principales víctimas de terrorismo de Estado.
La escuela, antes espacio atravesado por el activismo político y la movilización, se transformó en un blanco prioritario de la represión y fue pensada también como un dispositivo de ésta. Para las Fuerzas Armadas la institución escolar era un lugar para el adoctrinamiento y disciplinamiento social, allí se formarían los “nuevos ciudadanos argentinos” portadores de aquellos valores que el régimen tanto pregonaba. El documento la “Subversión en el ámbito educativo” muestra con claridad sus intenciones.