La hegemonía política tras el golpe comunicacional que estafó a los votantes bonaerenses
Ya no quedan dudas del golpe comunicacional que estafó a los votantes bonaerenses, el domingo pasado tras las PASO, cuando intentó mostrar la inevitable derrota electoral de la Alianza Cambiemos capitaneada en ese distrito por la gobernadora macrista María Eugenia Vidal, con la intención de hacerla pasar como un supuesto «empate» que le diera la victoria simbólica y publicitaria, tras la manipulación en los conteos. Uno de los brazos ejecutores mediáticos del macrismo, Joaquín Morales Solá, publicó un editorial en el matutino fundado por Bartolomé Mitre, con el título: «Macri uso el poder hasta los límites», en el que se mofa de esa acción antidemocráctica, a la vez que reconoce que «El gobierno pagó un costo republicano, pero ganó poder».
Por Maximiliano Borches
Una de las virtudes políticas de la Alianza Cambiemos, en la era donde la comunicación es en sí misma un campo de batalla vital para generar hegemonía simbólica, es la utilización para su total beneficio de la artillería mediática en articulación con el poder político, económico y judicial. Ese mismo engranaje que el kirchnerismo cuando estuvo al frente el Estado, no supo combinar, perdiendo una oportunidad histórica para generar poder. Acción política, que en definitiva, encumbra o arroja al fracaso de la Historia a los movimientos y partidos que luchan por conseguirlo. La primacía del peronismo a lo largo y ancho de nuestro país, a más de setenta años de su gestación, da cuenta de ello.
En este sentido, la Alianza Cambiemos irrumpió en la escena política nacional como un partido vecinalista en el año 2005, y desde allí consiguió un crecimiento meteórico, muchas veces apoyado por el propio kirchnerismo, que lo ubicó como el enemigo a combatir, circunscribiéndolo en la pole position de la escena política nacional.
Luego de las elecciones del pasado domingo, donde esta nueva Alianza terminó por devorarse a la Unión Cívica Radical (UCR) acechándole un golpe de muerte, con la victoria obtenida en diez distritos de los veinticuatro del país, entre ellos San Luis, La Pampa y Neuquén, su poder político creció con la misma velocidad que la de su techo electoral: el 35%, lo que equivale a un tercio de los votos nacionales.
En este escenario, cobra fuerza lo dicho por la dos veces presidenta, y candidata a senadora nacional ganadora de las PASO bonaerenses, Cristina Fernández de Kirchner, cuando afirmó que «dos de cada tres argentinos votaron contra las políticas de ajuste de Cambiemos». Sin embargo, no hay que volver a cometer el error de subestimar a esta fuerza política, y plantearse una estrategia electoral/política que recupere la esperanza del futuro, y no sólo el retroceso en la calidad de vida de nuestro pueblo, como si sólo se aplicara un presente continuo de los costos que imponen la aplicación salvaje de las políticas neoliberales.
En su editorial del domingo 20 de agosto, titulado: «Macri usó el poder hasta los límites», uno de los brazos ejecutores de la propaganda oficial de la Alianza Cambiemos, y analista «estrella» del grupo hegemónico Clarín y el diario La Nación, Joaquin Morales Solá, planteó sin vueltas que: «El Gobierno dejó a Cristina Kirchner sin los títulos de los diarios del lunes a aprovechó (y construyó) una ventana de apenas tres horas para conseguir una mayoría que eyectó de los tribunales al juez con mayor fama de corrupto» (en referencia a Eduardo Freiler, con intención de denostarlo).
Luego, inmediatamente reconoce, «¿Cometió el Gobierno alguna ilegalidad? Ninguna, aunque con sus formas, hurgó los límites mismos de la ilegalidad.»
Esta definición de una de las espadas mediáticas del macrismo, destroza todo límite moral que asume el rostro más salvaje del accionar político en aras de construir poder, y da cuenta por sobre todas las cosas de algo largamente repetido en estos tiempos, pero poco internalizado en quienes lo plantean: La Alianza Cambiemos avanza en la reconstrucción de ese poder que mantuvo la oligarquía hasta el año 1943. Es decir, van por un proyecto de país pre-peronista, donde los derechos de los trabajadores y la ciudadanía en su conjunto se verán altamente limitados, en pos del fortalecimiento hegemónico de las multinacionales y los patrones de estancias.
En otro momento de su editorial, Morales Solá afirma que: «Un cristinismo atontado se dio cuenta tarde la travesura y salió a cantar victoria cuando ya sólo lo escuchaban los insomnes y los obsesivos. El resto de la sociedad se fue a dormir con la impresión de que el Gobierno había ganado un empate», y finaliza ese párrafo anunciando impunemente: «Una venganza poética más que el escamoteo de votos que denunció.»
En pocos días más se sabrá la verdad: que Cristina Fernández de Kirchner al frente de Unidad Ciudadana, obtuvo la primera victoria electoral en las elecciones de medio término de este año.
Una victoria que deberá revalidar el próximo 22 de octubre, con una estrategia basada en la ofensiva territorial y la articulación diaria con la ciudadanía, que a pesar de los trucos de magia de la poderosa entente mediática/financiera/judicial que ostenta la Alianza Cambiemos, eligió en el primer test electoral, poner un freno al ajuste macrista, que tiene archivado nuevos tarifazos y reformas laborales y previsionales para seguir socavando derechos conquistados, y que sólo podrán intentar imponer en base a un poderoso esquema represivo, para después de esas elecciones.