La derecha indiscreta
Por Alma Rodríguez
La ventana indiscreta (Rear Window) es una película escrita y dirigida por Alfred Hitchcock que data del año 1954. Está basada en una novela corta de Cornell Woolrich. A grandes rasgos, la película trata sobre un fotógrafo llamado “Jeff” Jefferis (interpretado por James Stewart) quien luego de un accidente debe permanecer inmóvil con una pierna enyesada en su silla de ruedas dentro de su departamento de Greenwich Village. El protagonista pasa horas “matando tiempo a lo bobo” frente a su ventana por medio de la cual va mirando, con curiosidad, lo que ocurre en las ventanas de los departamentos vecinos. De a poco, le va encontrando el gusto a espiar y ese hecho se convierte en su principal pasatiempo. Luego, la trama lo lleva a verse involucrado en un crimen.
Hay varias cuestiones interesantes a destacar en el film. Por un lado, el modo en que se plantea como un policial de misterio filmado con una sola cámara que se concentra, la mayoría de las veces, en la mirada del protagonista, hecho que hace alarde del enorme talento de Hitchcock para dirigir. En el libro titulado El cine según Hitchcock en el que otro gran director de cine, Francois Truffaut, lo entrevista largamente, Hitchcock cuenta, refiriéndose a La ventana indiscreta: “Ahí tuve la posibilidad de hacer un film puramente cinematográfico. Por un lado, tenemos al hombre inmóvil que mira hacia afuera. Es un primer trozo del film. El segundo trozo hace aparecer lo que ve y el tercero muestra su reacción. Jame Stewart mira por la ventana y ve un perrito que bajan al patio en un cesto; volvemos a Stewart que sonríe. Ahora, en lugar del perrito que baja en el cesto, presentamos una muchacha desnuda que se retuerce ante su ventana abierta; se vuelve a colocar el mismo primer plano de James Stewart sonriente y, ahora, ¡es un viejo crápula! Digámoslo, era un “voyeur”, un mirón.”
La ventana indiscreta es una de las grandes películas de la historia del cine y de toda la filmografía de Hitchcock. Y una de las grandes películas de “espionaje” amateur en la que el director supo reflejar ese aspecto inconmovible de quien vive alimentándose de la vida de los demás e invadiendo la privacidad desde las penumbras. En definitiva, Jeff no es más que un inválido que debe tomar la decisión de decirle a Grace Kelly (¡a Grace Kelly!) que no se casará con ella y no se anima a hacerlo, aunque sí se anima a espiar las vidas ajenas.
Pero una cosa es la ficción y otra, la política.
Hace unos pocos días salió a la luz el caso de la creación de la llamada “Gestapo macrista” por el que quedó expuesta la mesa judicial clandestina integrada por María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo entre otros, para perseguir dirigentes políticos, sociales y sindicales opositores a su gobierno. Hicieron inteligencia con la participación de la AFI, la Unidad de Información Financiera, la AFIP y otros organismos del Estado, hecho gravísimo y antidemocrático si los hay.
El de estos últimos días se trata de un nuevo episodio de espionaje protagonizado por funcionarios del gobierno macrista sumado a las ya conocidas escuchas ilegales hacia Cristina Kirchner, hacia los presos políticos en Ezeiza y hacia varios dirigentes opositores al gobierno de Mauricio Macri.
Es grave que hayan espiado, es grave que se haya hecho con procedimientos generados desde los propios organismos estatales. Este tipo de mecanismos para gobernar, extraña y perversa forma de “concebir la política”, representa una muestra de claros resabios de la dictadura que en algún momento creíamos desterrados por completo, pero que evidentemente siguen formando parte de los modos de “hacer política” que tiene la derecha argentina. Sumado a esto, y en articulación, aparecen las otras dos patas que asisten a esa estructura: un poder judicial facilitador y un conglomerado de medios encubridores capaces de blindar el accionar político de la derecha voyeurista.
Como el inmóvil y postrado personaje de James Stewart en La ventana indiscreta, que no puede estar sin espiar a sus vecinos, los ineptos gobernantes de Cambiemos no pueden pensar acciones si no es a partir del espionaje, las escuchas y la persecución en redes para lograr desarticular la organización sindical y el entramado social conseguido a partir de una lucha de años y que tanto los desvela. Una vez más, queda en evidencia la estructura que los sostuvo gobernando durante cuatro años a cambio del hambre, el ajuste, el endeudamiento sideral y la desmovilización social. Evidentemente, la derecha aún sigue construyendo su poder sobre nefastos mecanismos que nos retrotraen a la dictadura y que ya creíamos olvidados.