Ignacio Campos: Timbreo o ring raje
Jaime Durán Barba pidió dos cosas expresamente al bajar sus órdenes a los candidatos de Cambiemos. La primera es no hablar de economía, ni mencionar el término ni nada que se le acerque. La razón es muy simple: un candidato de Cambiemos haciendo referencia ante personas a las que procuran atraer a su círculo, se torna agresivo para quien lo escucha si habla de la situación económica, números o predicciones. Ante la posible réplica al borde del repudio, entonces, Durán Barba pide callar.
La segunda es no hacer predicciones, como lo había planteado desde fines de 2015 cuando arribaron al gobierno, del tipo “dentro de tres meses la producción industrial crecería 0,000 y el país irá mejor”. De ahí que el ecuatoriano rechazado por Lilita Carrió, aceptado a regañadientes por Horacio Rodríguez Larreta o María Eugenia Vidal, haya optado por el puro lenguaje religioso. “Somos la esperanza”, o lo que sea, siempre y cuando los candidatos no hablen de economía. Durán Barba lo recogió de la labor de sus encuestadores que le dicen que el pueblo está sumamente incómodo con el gobierno. La cargada de la “lluvia de dólares”, la “reactivación” y los “brotes verdes”, suenan hoy como agresiones.
Sobre esa base, la campaña es una suerte de “ring raje” como la calificó Sergio Massa, porque en realidad no se plantean actos, presentaciones en grupo sino timbreos en lo posible convenidos, para evitar que el estado de incertidumbre de la población, altere una aparición furtiva de Cambiemos
Sobre esa base, la campaña es una suerte de “ring raje” como la calificó Sergio Massa, porque en realidad no se plantean actos, presentaciones en grupo sino timbreos en lo posible convenidos, para evitar que el estado de incertidumbre de la población, altere una aparición furtiva de Cambiemos. Otro tema que preocupa a Mauricio Macri, que suele recluirse en horas tempranas de la tarde en Olivos, a mirar una película con Antonia, o a jugar al paddle o al tenis con algunos de sus amigos más cercanos, son los exabruptos. El intendente de Mar del Plata, Carlos Arroyo, es uno de ellos.
Las tres flores de la Costa
No es tampoco amigo de María Eugenia Vidal o Lilita Carrió, que fueron el fin de semana juntas a esa ciudad del sur que vive una vacación de invierno con escasos turistas que además, son gasoleros a la hora de gastar. Las acompaña Carolina Stanley. María Eugenia está muy enojada con el intendente Arroyo que a su vez, se queja porque no le avisan que van a tocar timbres en sus dominios.
María Eugenia llevó a Carrió al comedor “El Sueño del Pibe”, ubicado en la localidad de Batán y realizó su show de miradas naif y palabras cada vez más comprometidas, para intentar revertir lo que advierten como una caída pronunciada de la intención de voto. Algo parecido a lo que ocurre hoy en La Plata.
María Eugenia hizo caso a las recomendaciones de Durán Barba y fue autorreferencial: «Los candidatos tienen que hacer campaña y el intendente gestionar. Yo estoy acá un sábado porque también tengo que trabajar por la provincia, sigo siendo gobernadora, hemos hecho cada uno de nosotros el mejor esfuerzo posible» dijo, cuando la gente en realidad lo que quiere saber es cómo “parar la olla”. Para más, las declaraciones del Secretario de Salud de esa ciudad, Gustavo Blanco, que declaró que personas de la calle son “como perritos que se sienten cómodos allí”, le cayeron mal. Por lo visto, respetaban las máximas de Durán Barba pero fueron como un balde de agua fría para la población del país.
Eso preocupa a los cambiemos que ven que no es solo que medios de todo el mundo cuestionan a Macri, sino que ante el retroceso de la intención de voto, sus candidatos no dan pie con bola en un territorios donde cosechan adversidad
En medio de la campaña, en Cambiemos analizaban con alarma, el crecimiento de la intención de voto de Cristina a expensas de una declinación que, a saber por Sturzennegger, Dujovne, Quintana o Peña, no cesa. Lo que produce Peña al hablar todos los días es marcar presencia: “¡Ah! Todavía están allí”, podría decir un vecino sorprendido al ver su rostro escasamente expresivo en una pantalla. Alusión que viene de una humorada amarga que hizo un funcionario del equipo de María Eugenia al recordar a Augusto Monterroso para explicar cómo suponen que los ciudadanos perciben hoy a los funcionarios de Cambiemos al verlos en pantalla o en las redes: “cuando desperté el dinosaurio todavía estaba allí”, remató.
Observan además, que la campaña les impiden a Macri, Durán Barba, Peña y los más cercanos, controlar las barbaridades que suele expresar los candidatos. Y analizaban que una cosa es Carrió en el almuerzo con Mirtha o ante periodistas propios, y otra es en la calle. Hace unos dìas, Elisa Carrió ladró en público que «el problema en la Argentina no es la falta de trabajo», sino la falta de capacitación laboral de los trabajadores.
En “Argentina es que hay trabajo, pero no hay gente capacitada para ese trabajo», la empeoró. La clave de su error es afirmar que hay trabajo cuando no lo hay, en cambio hay despidos y ella friega la herida de millones de personas. Eso preocupa a los cambiemos que ven que no es solo que medios de todo el mundo cuestionan a Macri, sino que ante el retroceso de la intención de voto, sus candidatos no dan pie con bola en un territorios donde cosechan adversidad.