
Cristina no tiene apuros sino objetivos estratégicos
Por Alejandro C. Tarruella
El próximo 31 de diciembre, “Justo el 31”, la Argentina despide un 2014 en orden a una estrategia de gobierno clara y contundente. Pero despide además, sin estridencias, a la cláusula RUFO con la que los fondos buitres y su mandadero, el Juez Thomas Griesa, pretendían encerrar los planes de profundizar la inclusión y generar uno de los proyectos políticos más altivos de cuantos haya hoy en el mundo.
La RUFO obligaba a la Argentina a generalizar a todo el espectro de acreedores bonistas, las mejoras que se hubieran producido en caso de negociar con actores que estuviesen fuera de la reestructuración de la deuda. El intento de los buitres, asistidos por economistas de la línea Domingo Cavallo (el entreguismo económico surgido en la dictadura), era hacer hocicar al país obligándolo a pagar el cien por cien de los bonos defaulteados a los buitres y arrastrar al país a la destrucción de los acuerdos con acreedores externos que inició en 2005 Néstor Kirchner. Cristina Fernández de Kirchner entonces, respondió en la línea de Rosas y Felipe Arana en 1845: se pagan las deudas pero las condiciones las pone el país. Sin vueltas. Así el festín de los usureros que sostienen al sistema por fuera del sistema, hacía agua.
La RUFO, fue una de las razones centrales por las que la Argentina, alcanzó un canje de deuda único y venturoso. La respuesta de los buitres, fue alistar a su “amigo”, el juez de Nueva York Thomas Griesa para que fallara a favor de los fondos especulativos. La Corte norteamericana siguió el juego pero la Argentina, como lo señala The Washington Post, dijo no. Y hoy, cuando la Argentina dice no, lo dice en serio.
El 10 de noviembre pasado, el diario estadounidense “The Washington Post”, la emprendió contra el magnate Paul Singer que, por obra y gracia de vaya a saberse quien, se puso a críticar las cifras oficiales de inflación y crecimiento publicadas por el gobierno norteamericano, y lo calificó como «un bonista multimillonario» que hizo «su fortuna comprando bonos de países al borde del default, para luego demandarlos», a quien «con la Argentina, esto no le ha funcionado tan bien».
En una comunicación dirigida a inversores de su empresa Elliot, Singer afirmó que el optimismo sobre el crecimiento de los Estados Unidos procede de cifras que minimizan la inflación, al no considerar el incremento de precios en artículos de consumo de la clase alta, obras de arte e inmuebles ubicados en Manhattan, Aspen o The Hamptons, donde viven los poderosos que esconden sus cuentas en Estados Unidos. “Pareciera que cada vez que tocan fondo a nivel intelectual, se las arreglan para llegar a nuevas explicaciones, incluso más ridículas, sobre por qué la inflación es supuestamente mayor a lo expresado por las cifras oficiales”, dice al abrir su editorial de esa fecha el “Washington Post”. “Paul Singer piensa que una inflación al estilo de Weimar podría estar por venir, sólo porque él tiene que abonar más por sus ‘estiradas’ casas de vacaciones y por sus obras de arte”, lo chancea el influyente diario. Y paso seguido señala: “Ahora, es verdad que si sos un multimillonario interesado en decorar tu mansión con arte de alta gama, entonces sí, tu tasa de inflación personal es mayor a la de otros. ¡Pero qué mala suerte! Seguramente podrá manejarlo”. Hasta con humor, el diario le plantea las cosas en términos parecidos que el gobierno argentino sostiene su análisis de la realidad frente a los agoreros que pretenden arruinar la economía nacional para salir a comprar los despojos. Como en el 2001. Y The Washingon Post le dice a Singer que hoy las cosas por su sur no le han ido al usurero, tan bien. Alguien, la Argentina de pie, le marcó la cancha en la que no puede mover a sus jugadores.
De ese modo, si esperaban obligar al país a negociar con la RUFO al cuello no lo lograron. Perdieron ahí el partido de ida. En el segundo partido, con varios goles en contra, la Argentina les define el campo y les pone las reglas. En tanto, si el público que miraba el primer partido era argentino y suramericano, ahora llegan al estadio la ONU, el G-20 más China, los BRICS, la Unión Europea, el Mercosur y el UNASUR, el primer ministro británico, David Cameron, y otros actores de todo el planeta que esperan ver derrumbarse la estrategia que triunfó alguna vez en el Perú de Fujimori y en el África que hoy, se niega a seguir siendo el pato en el festín de los avaros. Las palabras del Papa Francisco, cuestionando la avaricia y la usura, cierran un debate que no da para más.
Por eso el 31 de diciembre, a la hora del brindis, los argentinos (salvo Melconián, Cavallo, y algunos otros economistas a comisión) lo harán por el año nuevo y por la estrategia de no mover la RUFO que la llevó hasta las cuerdas, para finalmente darle ese día el golpe de gracia. El golpe final, de nocaut sin discusión, por supuesto, lo dará Cristina Fernández de Kirchner, y el pueblo celebrará con un grito silencioso, un nuevo motivo para tener fe en una gestión histórica. Por supuesto, levantaremos la copa y una vez más seremos agradecidos. Como corresponde. Y cantaremos a Discépolo: “Gracias a que el «zurdo», qu’es tipo derecho. Le ‘regó el helecho’ cuando se iba a alzar. Y la redoblona de amurarme el uno, Justo el treinta y uno se la fui a cortar!”.