Alan Parker, Evita y los ojos imperiales
Esta semana que pasó se cumplieron 68 años de la muerte y paso a la inmortalidad de María Eva Duarte, Evita. Hace dos días falleció Alan Parker, el emblemático cineasta británico, director de películas como Las alas del deseo, Mississipi en llamas y The Wall, entre otras, y quien filmara, además, Evita, una película estilo ópera musical sobre Eva Perón.
Por Alma Rodríguez
Cuando en el año 1996 Alan Parker vino a nuestro país, se generaron muchas y variadas controversias al respecto, no sólo en torno a lo anecdótico o cinematográfico de la historia, sino en relación a cuestiones más profundas que tienen que ver fundamentalmente con la visión política que adoptaría el film. Corrían los noventa, Menem era presidente y vivíamos una de las etapas de neoliberalismo más crudas de la historia argentina.
Hay varias cuestiones en concatenación con la realización de la película que tienen que ver con la polémica acerca de la representación de Madonna en el film, hecho que también generó mucha controversia. Más allá de lo icónico de la actuación, el forzado o intencional parecido físico y la admiración por la figura de Eva, Madonna llegó a estas tierras con el objetivo de “vivenciar” la argentinidad y, de paso, aprender algo de peronismo.
Varios errores: primero, venir a Buenos Aires no es “conocer la argentinidad”, reunirse con ciertos dirigentes de ese momento que decían ser peronistas para ganar una elección no es “aprender de peronismo”, vivenciar no es lo mismo que vivir. No se es argentino por ir a bailar tango al club Almagro, no se es peronista por reunirse con una parte de la dirigencia de ese momento, no se puede conocer a Evita por encarnar el papel de Evita.
Alan Parker fue de esos pocos directores que logró dar testimonio de una época pero cuyo logro mayor se debe a haber plasmado en imagen, con películas como The Wall, una obra que marcó a toda una generación, el reflejo de la sociedad inglesa capaz de mostrar sus fracasos y los de su educación “pica carne humana”. Lo mismo Las alas del deseo, otro film emblemático de cierta época.
Hay un libro muy interesante de Mary Louis Pratt llamado Ojos imperiales, literatura de viajes y transculturación. Uno de los conceptos que la autora propone allí es el de zona de contacto: con él se refiere al espacio de los encuentros coloniales, en el que personas separadas por geografía e historia tienen contacto entre sí y establecen relaciones sostenidas, en las que prevalecen la coerción, la inequidad y el correspondiente conflicto.
En el libro se hace referencia a las estrategias que miembros de la burguesía europea despliegan para presentar una cara inocente, y al mismo tiempo afirmar su hegemonía y superioridad. El término es utilizado para ilustrar de manera inequívoca que la mirada pasiva desplegada por el imperialista paseante lleva consigo, de una u otra manera, una pretensión de apropiación.
¿Qué hay de atractivo en Eva para haberse vuelto una de las figuras más admiradas, odiadas y deseadas? Evita encarna lo más revolucionario del peronismo, es todo aquello que el peronismo es en su esencia, en su origen y en su razón de ser: se ganó el amor de sus descamisados y supo aplicar como nadie dentro del movimiento el concepto de redistribución.
¿Qué hay de atractivo en Eva para haberse vuelto una de las figuras más admiradas, odiadas y deseadas?
Por sus raíces, por su historia, por su carrera, por su empatía y mímesis con la clase obrera y por ser mujer, se ganó el odio de la oligarquía y de todas las castas elitistas de la sociedad.Si vamos al caso, igual que como pasa con el peronismo, el antievitismo existió antes de que existiera Evita, puesto que ella no es ni más ni menos que la representación y la encarnación de todo aquello que ya era odiado desde antes, sólo que Evita vino a poner nombre y forma a todas esas diversas manifestaciones y fantasmas acerca de los distintos odios.
Por estos días afloró de manera perceptible ese antievitismo encarnado en un antiperonismo feroz defendiendo los intereses de una clase cuyo mayor representante los abandonó por una “vida mejor” en París. Les indignades deberían salir a golpear sus cacharritos por alguien que en lugar de sacarlos de la pandemia y de la “infectadura” como ellos dicen, sin proporcionarles una vacuna, está disfrutando del verano europeo invirtiendo miles de euros por cada noche de hotel. Debe ser difícil sentirse representado por alguien que vio durante cuatro años de presidencia a la clase trabajadora con ojos imperiales así como debe haber sido difícil contar la historia de nuestra Eva desde la mirada del imperio, utilizando el concepto de Mary Louise Pratt.
La figura política de Eva es indescifrable para quienes miran y ven desde los ojos imperiales. Alan Parker, uno de los más destacados directores de cine testimonial, fue el mejor narrador de la historia de su tierra. Evita fue la mejor dirigente de la nuestra.
