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Yo te conozco: más de 300 casos de Covid-19, aprietes a los trabajadores y silencio sindical

“Eligen a dedo quién se aísla y al resto nos mandan una patota». Delegados autoconvocados de la cadena de supermercados Coto denunciaron la grave situación que están sufriendo. «La gente tiene mucho miedo pero con la persecución que hay, al empleado le queda callarse la boca y agachar la cabeza. Estamos viviendo una dictadura”, advirtieron.

Desde que comenzó la pandemia, trabajadores y trabajadoras de Coto denuncian falta de protocolos y controles sanitarios en sus puestos laborales. Entre todas las sucursales afectadas suman más de 300 casos de covid positivo. En consecuencia, el fiscal federal Franco Eduardo Picardi denunció a la empresa tras realizar una investigación donde encontró motivos para formular imputaciones por presuntas conductas delictivas a los responsables de distintos locales de la empresa de Alfredo Coto. Este proceso se llevó adelante a partir de una presentación realizada por el Ministerio de Justicia y Seguridad de CABA  ante la Procuración, con las denuncias recibidas a través de la línea 147.

AGENCIA PACO URONDO dialogó con delegados autoconvocados de la empresa para consultarles cómo es la situación de los y las trabajadoras de las diferentes sucursales del supermercado. Luis Giménez, candidato a delegado gremial en la sucursal 44 de Belgrano, en CABA, aseguró que la situación es desesperante. “En mi sucursal hay 6 casos positivos y la empresa niega todo. La gente está con tanto miedo de perder el trabajo que no habla. Si te quejas, te corren de la sucursal. Un compañero fue amenazado de muerte por hablar de los casos positivos”, relató.

Y siguió: “Hace 28 días que estoy en mi casa y me estoy asesorando legalmente. Me sacaron de la sucursal a través del gerente”, relató. No obstante, dijo que a través de sus compañeros supo que “este último sábado el supermercado estaba lleno de gente. No les importa nada, sólo vender. Hay compañeros con asma, con diabetes; compañeras con hijos chiquitos que no tienen quien se los cuide. Es desesperante, nadie nos escucha. Recursos Humanos no existe en Coto».

Por su parte, José Darío Perrone, trabajador de la misma sucursal de Belgrano, agregó: “Ni bien pude volver (de sus vacaciones) me incorporé y lo que vimos es que no se estaban tomando medidas; pedíamos que incorporen elementos de prevención. Ahí comenzaron las amenazas. El 29 de mayo entró el delegado patronal y me agredió verbalmente”, contó.  A partir de ese momento intentó comunicarse con la jefatura de personal pero no recibió respuestas hasta que le prohibieron entrar a trabajar. “Hoy no estoy pudiendo trabajar. Me mandaron un telegrama de despido y se negaron a pagarme el tiempo que quedé varado en Tucumán. Estoy viendo con abogados cómo continuar. La última palabra que tuve de la empresa fue ‘no podés ingresar’”.

Según relataron los entrevistados, y otros empleados que prefirieron el anonimato, el Sindicato de Empleados de Comercio se mantiene en silencio. “El gremio responde a los intereses de la patronal, decidimos autoconvocarnos para proteger nuestras vidas”, aseguraron. “Hacen control sobre lo que publicamos en nuestros estados de Whatsapp y han golpeado compañeros en la puerta de sus propios trabajos”, denunciaron.

En el mismo sentido, Héctor Castro, delegado de la sucursal Retiro, insistió: «Yo me encuentro con un botón antipánico luego de haber recibido una golpiza por parte de la patota sindical de Coto por haber denunciado los descuidos de la empresa”, relató.  Sobre estos últimos, Castro aseguró que la empresa no trata a su personal como trabajadores esenciales. “En Retiro tenemos 13 contagios de las últimas semanas y no activan el protocolo. El jefe de personal dicta a dedo quién se aisla o le preguntan a la persona contagiada con quién estuvo en contacto y le obligan a elegir sólo dos personas”, explicó aclarando que el contacto dentro de sus puestos de trabajo es permanente porque comparten muchos espacios.

En este sentido agregó: “A pesar de todo sigo yendo a defender lo poco que tenemos y a defender la salud de nuestros compañeros. La gente tiene mucho miedo pero con la persecución que hay, al empleado le queda callarse la boca y agachar la cabeza. Estamos viviendo una dictadura”.

Por Josefina Figueroa, para APU | Foto: Camilo Carbonelli 

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