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Trans Malvinas: la historia de Tahiana

Por Nadia Mayorquín. Tahiana Marrone combatió en Malvinas siendo en ese momento varón. Actualmente, tiene 55 años y es una mujer trans. En diálogo con APU contó su historia: «Hoy soy Tahiana gracias a que estuve en la guerra y me enseñó y dio fuerzas para decir yo quiero, yo puedo, yo soy». 

La dictadura cívico-militar y eclesiástica instaurada en 1976, se vio (aún más) debilitada tras la derrota en la Guerra de Malvinas contra Reino Unido, sucedida en 1982. Un año y medio después se vio obligada a entregar el poder a un gobierno elegido democráticamente por el pueblo. Cuando hablamos de la dictadura, lo primero que se nos viene a la mente son la represión y la tortura a la que fue sometida toda una generación de jóvenes, los crímenes de lesa humanidad, exilios, desaparición y detenciones forzadas. El objetivo de fondo: la imposición de un plan económico neoliberal. 

El 2 de abril de 1982, el gobierno argentino inició el desembarco de tropas en las islas, usurpadas por Inglaterra desde 1833. Con esta acción de afirmación de la soberanía nacional, apoyada por un importante sector de la población, el gobierno de la dictadura intentaba ocultar la gravísima situación social, política y económica a la que había conducido su gobierno. Durante la Guerra, acontecieron historias que continúan sin ser visibilizadas ni reconocidas. ¿Por qué tuvo que pasar tanto tiempo para hablar, por ejemplo, de las personas disidentes que participaron en la guerra?  El 31 de marzo se conmemoró el día de la visibilidad Trans y el 2 de abril es el día de los veteranos y caídos en la guerra. Ambas fechas pueden estar conectadas…

Tahiana Marrone combatió en Malvinas. A los 18 años, fue soldado del Batallón de Ingenieros N° 9 con sede en Sarmiento (Chubut). En ese momento, su nombre era Osvaldo. Estuvo en un pozo de zorro en la Bahía Fox, en las Isla Gran Malvina. Hoy, tiene 55 años. Es una mujer trans que en diálogo con Agencia Paco Urondo contó parte de su historia.

Su experiencia en la guerra fue dolorosa como para cualquiera de aquellos jóvenes combatientes. Su historia es heroica después de haber ganado varias batallas en la vida: “Mi experiencia en la guerra fue tediosa, brava, como les pasó a todos. Más allá de que nosotros primero estuvimos en Puerto Darwin, en la Isla Soledad y después estuvimos en Bahía Fox en las Islas de Gran Malvina, cuando fue lo que nosotros llamamos el bautismo de fuego que fue el 1 de mayo, donde tuvimos enfrentamiento cuerpo a cuerpo en la Gran Malvina, los aviones pasaban bombardeando y todas las noches teníamos fuego naval sobre nuestras posiciones”, recordó.

-¿Tú adaptación al campo de batalla cómo fue? 

Normal, porque ya venía de muchos años fingiendo algo que no era, tratando de ser el hijo varón que no era, todo me costaba el doble en la época de la conscripción del servicio militar, pero me esforcé hasta el punto de igualar a los demás compañeros.

La guerra dejó marcas en quienes fueron sus principales protagonistas, los combatientes, quienes sufrieron frío, miedo, abusos por parte de la oficialidad y estuvieron en la primera línea del campo de batalla. Tahiana relató que después de la guerra, al volver a su pueblo, les hicieron un agasajo, les entregaron medallas y les brindaron diversos reconocimientos, pero eso solo duró un año, después vino el olvido: “Pasamos a ser los loquito de la guerra. Fueron 10 años haciendo quilombo para que nos reconozcan. Estuvimos abandonados, sin contención psicológica, tu familia te quería ayudar, pero nadie les dijo como se trata el síndrome post traumático de guerra”, contó. Por eso hay 639 soldados muertos en la guerra y hay más de 700 suicidios.

-¿La guerra dejó marcas en vos?  

No sé si dejó marcas en mí, pero, me dejó un sabor amargo porque recuperamos lo que era nuestro y fue por un corto periodo porque ahora lo tienen los ingleses en su poder. Me dejó muchas enseñanzas, el saber del compañerismo, del respeto por los demás y la vida. Eso es lo máximo. Aprendí a respetar la vida en todos sus órdenes, porque hoy está tan desvalorizado es el respeto, hoy es una palabra común, no se respeta más nada, y sobre todo la juventud no respeta la vida.

-Tu experiencia en el campo de batalla: ¿te ayudó de algún modo para de-construirte?

Creo que mi experiencia de haber pasado por una contienda bélica como lo fue Malvinas, me dio las fuerzas necesarias para poder enfrentar todo lo que ha sucedido después a lo largo de toda mi vida, creo que hoy soy Tahiana gracias a que estuve en la guerra y me enseñó y dio fuerzas para decir yo quiero, yo puedo, yo soy. Y al que le gusta bien y al que no que mire para otro lado.

Descubrir el síndrome de Klinefelter

Durante 30 años, Tahiana dio una gran batalla contra la genética de su cuerpo. A los 20 años se le diagnosticó el síndrome de Klinefelter, que es conocido como XXY. El estudio de cromosomas reveló que tenía un cromosoma más, es XXY, un 78% de mujer y 22% de varón. A partir de ese momento todo se modificó radicalmente. Su cuerpo empezó a cambiar. La mirada de Tahiana nos puede ayudar a comprender lo vivido en esos tiempos.

-En tu condición de intersexual, ¿cuándo y en qué condiciones descubriste que padecías el síndrome Klinefelter?

El síndrome lo descubrí a fines del 2015. Antiguamente no lo sabía, me sentía un bicho raro y desconocía las razones. Hacía mucho que venía con testosterona porque supuestamente era estéril: cuando tenía 20 años me hicieron un espermograma. Estuve así tratando de sobrevivir y aparentar el varón que no era. Seguía notando algo que no cuajaba conmigo y gracias a dios por allá en el 2015 fui a ver a una endocrinóloga y me dijo que me hiciera un estudio de cariotipo y ese estudio me arrojó que soy XXY.

-¿Qué sentís cada vez que contás tu historia? 

Cada vez que cuento mis historias en Malvinas o como Tahiana, me atraviesan un conjunto de sensaciones donde están todas mezcladas: orgullo, tristeza, desazón, bronca. Sobre la guerra pienso que perdimos la primera batalla, digo eso porque no nos rendimos, yo no me rendí, yo no soy ex combatiente, soy combatiente en y por Malvinas; entregamos las armas solamente, tuvimos que entregar las armas, creo que nadie de los que estuvimos allá nos rendimos. Sobre mi historia personal siento orgullo, me siento contenta y plena porque crecí un montón en estos cinco últimos años, además de sentirme otra persona, con más bríos y ganas luchar, hacer escuela, de ayudar. Es algo que me llena de orgullo, porque puedo ser quien soy, hacer lo que me gusta sin miedo ni vergüenza, sin tener prejuicios, porque gracias a dios me considero una persona que aprendió a contar cuantas veces una se levanta y no cuantas se cae. Desde que soy Tahiana mis valores son superiores, se han desarrollado, se han afianzado más en mi ser, obvio que soy una mujer súper natural, transparente, transgresora y muy rebelde. Yo siempre digo que toda la adversidad y obstáculos que he tenido en mi vida me han fortalecido porque creo que lo más importante en la vida no es cuanto una viva sino cómo lo viva.

Colectivo LGBTIQ

-¿En qué momento decidiste aceptarte y ser una mujer trans?

TM: Me decidí a ser Tahiana porque ya viene de una cuestión sentimental, basado en lo que me sucedió en abril del 2016. Yo tenía una pareja con dos hijos hermosos, mellizos, que no viven donde yo vivo (está radicada en la provincia de Santa Fe en Chañar Ladeado a 16 km de corral de Bustos). En ese momento tuvimos una de las tantas discusiones con mi ex pareja. Por esa razón, en ese momento, ella decide irse a Villa María, Córdoba, junto con uno de mis dos hijos que estaba en casa y no volvió más. Yo fui a Villa María en más de dos ocasiones para tratar de recuperar a mi pareja y pedir perdón pero sucedió todo lo contrario; fue peor, entonces ya estaba mal, muy mal.

La testosterona que me administraba no era la solución. De tan mal que estaba anímicamente me refugié en Tahiana y me sacó adelante, me hizo ver las cosas de otra forma, ver que existía otro tipo de vida, cosa que me fue bastante bien porque empecé a tener nuevas amistades. Obviamente el precio que pagué fue muy grande porque no solo perdí a mi pareja sino también a mis hijos quienes aún hoy en día no me escriben, ni me llaman, parecería que ya me enterraron en vida. Perdí a mis hermanos y hermanas, soy de una familia que estaba constituida por cuatro varones y dos mujeres. Uno de mis hermanos ya antes de todo había fallecido por una enfermedad, los demás me borraron de sus vidas. Uno de ellos me dijo que estaba equivocada en lo que estaba haciendo, bueno no me dijo equivocada sino equivocado. Una de mis hermanas me dijo que no vaya más a su casa porque a ella le hacía mal, no le importó en lo más mínimo lo que a mí me dolía, perdí sobrinas y sobrinos. Muchos me escriben pero sé que no es sincero, porque en alguna que otra oportunidad fui a visitarlos y me han puesto excusas para no atenderme. El precio fue alto en relación a los afectos.

-Actualmente, te desempeñás como técnica en sistema y en electrónica. ¿Cómo es tu vida hoy? 

TM: Puedo decir que vivo bastante bien porque además de trabajar tengo la pensión honorifica de veteranos de Malvinas. Dediqué horas de trabajo para mí, para ser yo, disfrutar, poder hacer lo que quiero, dar charlas, conferencias, ir a reuniones. Viajar y conocer lugares me encanta; la persona que quiera invitarme a conocer estoy disponible. Hago charlas sobre Malvinas, otras sobre Tahiana, sobre perspectiva de género y diversidad. Todo esto lo voy aplicando y lo voy dando a conocer porque hay muchos derechos por los cuales trabaja el colectivo del LGBTIQ que no se cumplen. Yo lucho por una sociedad más inclusiva y equitativa.

Crédito: Agencia Paco Urondo

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