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Pagni, Fantino y la imaginación del periodismo al servicio del macrismo tardío

Alejandro C. Tarruella

No hay duda que cierta zona del periodismo oficial yace herido ante la caída sin atenuantes del macrismo. Desde el papel y la pantalla, hay voceros corporativos que horadan en cada intervención la posible afirmación de una democracia con Estado de Derecho.

Escribe Alejandro C. Tarruella

Palo y palo por la ilusión perdida

Siempre van a opinar y sumarse a la presión sin descanso contra el gobierno de Alberto Fernández. Si Argentina tiene las cifras más bajas de la región, y gran parte del mundo, para ellos es un problema. Se suman así a la histeria de marchas minúsculas que se agrandan en pantalla, inventan como adoctrinados espías asuntos que no existen y opinan a cada paso para intentar destruir lo que se les cruza.

Hay un modelo para ello: Videla y Massera. No en vano, el caso Pagni en “La Nación”, se formó en una universidad acechada por las sombras de la CNU (Concentración Nacionalista Universitaria) en Mar del Plata donde algunos profesores servían al régimen y le hacían la venia a la dictadura. Es uno de los periodistas corporativos más inteligentes del país y tiene vínculos sólidos en todas las fuerzas políticas. Ahora, por estos días, lo abruma que en el gobierno se impone “La idea de que, si uno mira en el fondo de la vida pública, lo que manda siempre es la política”.

Eso sucede siempre que la política, sustento principal del Estado de Derecho, se imponga sobre la economía, principio este que instaló por muchas décadas, Joe Martínez de Hoz con los fusiles en la puerta. Luego, y reafirmando su inteligencia singular, tiene que ceder ante lo corporativo y jugar con el presunto enfrentamiento o las diferencias del gobierno con Cristina Fernández de Kirchner que, a todo esto, no se hace ver.

Hoy, el problema que tienen los comentaristas de política es que además, Alberto Fernández mostró su capacidad política moviendo la realidad en el mapa del país. Puso los términos del acuerdo por Vicentín en la provincia de Santa Fe, donde permite de ese modo, que sean los actores locales y regionales (recuérdese la firme intervención del titular de la Sociedad Rural de Córdoba, Pedro Sala, en favor de la línea de acción oficial) en la búsqueda de un acuerdo para intervenir la empresa.

Alberto Fernández mostró su capacidad política moviendo la realidad en el mapa del país

Aún a pesar de algún progresista de ojos celestes afincado en Palermo Hollywood que grita que lo que se impone es expropiación. El hacer política solo en Buenos Aires, parece lejano a la intención del Presidente. Lo ha reafirmado hasta el cansancio frente a un pretendido pensamiento progre superior a escala meritocrática.

Pagni sigue, inteligencia no le falta, midiendo riesgos en términos de inversores externos. No expone que en un nuevo mapa mundial, el consumo interno sustituye en gran parte a ese renglón donde se alistan los usureros y los buitres (los que trajo Macri en cantidades), y así, el rol del Estado se recupera. Que es lo que quieren evitar por lo que sacan a los peores del barrio a lanzar exabruptos: sean babys o bobys. La historieta tiene aún un «continuará» para el suspenso mientras BlackRock pide ahora reiniciar la negociación de la deuda.

Fantino, servicial y sobreimpreso

Hay un periodismo de falsa arquitectura que esconde en esta etapa una pasión servicial sin delegaciones. Alejandro Fantino, publicista de alma que gusta de sobreimprimir títulos, tuvo a un maestro que lo consolidó en una línea de construcción corporativa. Un símbolo posible de su trayectoria puede decirle al público que ya no lo hace por deporte. Su maestro para el caso, el ex doctor Marcelo D’Alessio. Con él vivió incontables papelones de los que no se arrepintió jamás. Y cuando alguien no se arrepiente, consolida lo ya dado. D’Alessio recibió en los sobreimpresos de Fantino, los más elocuentes elogios que pudo haber recibido jamás, uno de los espías más idiotas y elementales de cuantos haya producido la pantalla y los grandes diarios argentinos.

Ahora, el discípulo del ex abogado preso salió a sobreimprimir que había más casos de Síndrome de Alienación Parental, figura sin sustento científico, en casos judiciales de presuntas violaciones, para morigerar la responsabilidad de los posibles culpables. Iba en la línea de la construcción de la mentira según la cual, eran liberados cientos de delincuentes criminales violadores y lo que se le ocurra a Fantino, cosa de perjudicar al gobierno y colocarlo en la mira negativa de miles de televidentes.

Hoy, ese tipo de conductores hacen algo semejante que en ciertos programas, que suelen presentar señoritas agraciadas en las noches solitarias de los telespectadores. No se trata de informar sino de vender y como es conocido, en la venta no hay siempre recursos éticos para alcanzar un objetivo de colocar el producto en la ilusión de otros.

Entre quienes están en los medios, hay los profesorales, que tienen un límite y en última instancia impreciso pero ceñido a su inteligencia, y los que sobreimprimen títulos para impactar con cualquier cosa. Los inteligentes incluso sirven para exigir al otro, un ejercicio de pensamiento para situarse en un plano de la realidad. Se los prefiere ante los que presumen de una moral en soledad.

Los otros, juegan a la rapiña y se hunden en los fangales de la miseria. Creen que la vida es un ejercicio de espionaje por los que se cobra con un plus por los servicios prestados aunque al final, vayan presos y se descubra que son falsos abogados. Y nada más.

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