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El revisionismo y el fantasma de Mariano Moreno

 

Escribe Alberto Lettieri*, Exclusivo para InfoBaires24

 

 

 

El 7 de junio de cada año celebramos el día del periodista. Una profesión que, como tantas otras, ha concentrado virtudes y vicios de la naturaleza humana. Y si bien mucho podría hablarse acerca de esta diversidad, que incluye todos los variopintos posibles entre, por ejemplo, un Rodolfo Walsh y un Mariano Grondona, colocados en los extremos de esa línea imaginaria, en esta ocasión me referiré a quien, con la fundación del primer periódico surgido tras la Revolución de Mayo, La Gazeta de Buenos Aires, en 1810, dio origen a la efemérides: Mariano Moreno.

Nótese que destaco que se trata del primer periódico fundado luego de la Revolución de Mayo, y no del primer periódico “independiente“, como se afirma habitualmente, por cuatro razones: la primera, porque si bien se había designado gobierno propio, se estaba muy lejos aún de proclamar la Independencia. La segunda, porque como bien decía Alberdi, la única prensa autorizada por entonces era la que funcionaba al servicio de la Revolución. La tercera es que los fondos con que se sostenía este medio procedían primordialmente de las arcas del incipiente Estado. La cuarta es que las disposiciones y documentos emanados de la Junta de Gobierno ocupaban habitualmente su portada, por lo que servía como órgano privilegiado de difusión de la obra de gobierno. De este modo, si bien resulta comprensible que, en el marco de un proceso revolucionario que apuntaba a la creación de un nuevo régimen de gobierno, amenazado por conspiraciones y guerras intestinas y amenazas de invasiones externas, exista una restricción natural a la libertad de prensa, resulta absurdo considerar a este medio gráfico como independiente. La denominación de periódico oficial u oficioso haría más justicia con la función revolucionaria que pretendió asumir la Gazeta.

Una vez aclarado este punto referido a la efemérides escogida para celebrar el día del periodista, y que remite a la fundación de un medio oficioso u oficial que operaba en el marco de la más estricta censura –como, por otra parte, es justo reconocer, funcionaba la mayoría de la prensa de la época-, volveremos a la figura de su fundador, Mariano Moreno. También en este caso, la historia oficial ha establecido una nebulosa en torno a su desempeño, para ungirlo en “númen de la Revolución“, según la caracterización impuesta por Bartolomé Mitre. Vicente Fidel López es igualmente conceptuoso, reconociéndolo como verdadero “adalid” . Para el revisionismo histórico de matriz nacionalista, Mariano Moreno, en cambio, habría sido un “agente inglés“, definición que adopta por ejemplo Pacho O’Donnell, quien lo reconoce como fundador de un “proto-unitarismo“ que luego sería desplegado en todo su potencial por Rivadavia y Manuel García, o bien una especie de cagatintas dispuesto a acomodarse al soplido de los vientos, en la visión de Pepe Rosa. Finalmente, las lecturas de izquierda –tan a menudo coincidentes con las posiciones del liberalismo colonial…- e incluso el revisionismo de izquierda, a través de autores como Puiggrós o Galasso, lo presentan como un arquetipo del revolucionario jacobino que llega a sacrificar su vida por defender sus ideas.

Una vez más, en este caso, la historia oficial llevó a cabo una lograda operación de manipulación del pasado, poniendo en el centro de la escena su condición de mártir. El 4 de marzo de 1811, luego de haberle sido suministrada una dosis de tartrato de amonio o de arsénico, estimada en cuarenta veces mayor que la necesaria para provocar la muerte, fallecía Moreno en alta mar. La medicación provocaba una especie de “fuego en las entrañas“, lo que explicaría el eufemismo de Saavedra: “hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego“. Una vez obtenido el impacto de simpatía natural generado por este deceso heroico, Mitre procedía a destacar el tramo de la vida de Moreno desarrollado entre la Revolución de Mayo y su deceso, colocando en el centro de la escena un documento excepcional, el “Plan de Operaciones“. Una pieza que permaneció en secreto durante casi dos décadas y hubiera hecho aparecer como reaccionario al propio Robespierre, cuya autenticidad y autoría han sido puestas en duda por numerosos autores, a partir de los cuestionamientos formulados por Paul Groussac a partir de 1896.

¿Bastan un documento excepcional o un final heroico para definir la vida y la obra de un personaje público? ¿Cuál fue el desempeño público de Moreno antes de la Revolución? ¿Sus escritos y posicionamientos anteriores guardaban sintonía con el Plan de Operaciones? ¿De dónde surge la afirmación de que se trataba de un agente inglés, y que grado de credibilidad reviste?

¿Bastan un documento excepcional o un final heroico para definir la vida y la obra de un personaje público?

La participación de Mariano Moreno en la vida pública del Río de la Plata fue muy acotada. Recién aparece durante el fallido motín de Alzaga, a principios de 1809, siendo uno de los dos criollos que formarían parte de la Junta de Gobierno -compuesta además por nueve españoles-, en caso de que los peninsulares consiguieran remover al “francés” y héroe de la Reconquista y la Defensa de Buenos Aires, Santiago de Liniers. La pronta reacción del Comandante de Patricios, Cornelio Saavedra, impidió que los conspiradores llevaran a buen puerto la iniciativa. A fines de ese mismo año, Mariano Moreno reaparecía con un nuevo documento, “La representación de los hacendados“ -que Duhalde y Ortega Peña han adjudicado al diplomático inglés Alexander Mackinnon, señalando que Moreno sólo habría hecho ajustes jurídicos-, fuertemente crítico del sistema económico vigente, en el que se exigía al nuevo Virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros, la legalización de las importaciones de los productos ingleses, que hasta entonces se introducían a través del contrabando y promovía la exportación de los frutos de la tierra, esbozando los fundamentos de los que sería el modelo agro-exportador. Al cabo de unos pocos meses, Moreno no aparecía ya asociado a la elite de comerciantes españoles, sino que se había desplazado al extremo opuesto, actuando oficiando como apoderado de hacendados y labradores, y como promotor de los intereses ingleses. Al respecto, Carlos Roberts ha demostrado que Moreno era “el primero de una larga lista de grandes abogados que han representado intereses comerciales ingleses”, y hasta Mitre, López y Groussac han reconocido su autoría del decreto del 6 de noviembre de 1809, que autorizaba sólo a los comerciantes ingleses a comerciar con el Virreinato a través del Puerto.

Sobre el desempeño de Moreno durante las jornadas revolucionarias de 1810, Diego Molinari o Carlos Pueyrredón han destacado su incertidumbre en los sucesos del 22 de mayo, y hasta el propio Vicente Fidel López ha llamado la atención sobre los temores -que no se cuidaba de expresar- sobre la posibilidad de ser degollado por los godos una vez que el movimiento, en el que tenía muy poca fe, fuera desactivado. Sin embargo, a partir del 25 de mayo, desde su cargo de Secretario de Gobierno y de Guerra, con amplio respaldo de los intereses británicos, Moreno intentó aplicar a rajatabla los enunciados de ese Plan de Operaciones que permanecería en secreto durante largo tiempo. Por entonces, el propio Mackinnon informaba al Foreing Office: “… la voz corriente es independencia, bajo una estrecha alianza con Gran Bretaña”.

Recientemente, José P. Feinmann se ha referido a Moreno y su Plan de Operaciones de manera crítica: “Moreno, en el famoso Plan, continúa apoyándose en Inglaterra… nuestro abogado pensaba hacer la revolución con la ayuda de la filosofía y el imperio británicos. Lo cual nos lleva a poner seriamente en duda el proteccionismo del Plan: ¿era posible, en el siglo XIX ser a la vez proteccionista y amigo de Inglaterra? O Moreno era un ingenuo o era otra cosa”. Para Feinmann parece estar muy claro que Moreno “era otra cosa”, como lo comprueba el hecho de que dicho Plan proponía ”entregar la isla de Martín García a Inglaterra para que nos proteja ”.

¿Era posible, en el siglo XIX ser a la vez proteccionista y amigo de Inglaterra? O Moreno era un ingenuo o era otra cosa

En opinión de Rodolfo Puiggrós, en cambio, Moreno expresaba brutalmente las contradicciones existentes dentro de una dirigencia sobre la “actitud a adoptar frente a la potencia generadora de la primera revolución industrial, dueña de los mares y eje del expansivo mercado capitalista. ¿Podríamos oponerle nuestros atrasados modos de producción o encerrarnos en la paraguaya autarquía económica?” Unos años antes, Pepe Rosa había dado una contundente respuesta a este interrogante: “Moreno, a quien no le preocupa demasiado el pueblo, despliega el terror en la política y se asocia con Inglaterra en lo económico. Moreno tenía su séquito. En lo intelectual, Castelli. Igualmente Vieytes y Nicolás Rodríguez Peña, de fluidos contactos con los ingleses. En lo militar French, cuyo regimiento Estrella se parecía más a un grupo comando a su servicio, y el escuadrón Fernando VII de Juan Florencio Terrada. Y luego los “chisperos” con Pancho Planes y su grupo, Dupuy, Beruti, Donado y otros.

Pero volvamos al Plan, que por ser secreto revela lo medular de su pensamiento: plantea relaciones comerciales con Portugal e Inglaterra. Con esta última prepara un plan secreto que la beneficiaría.” Del otro lado, y con Saavedra, continuaba Rosa, estaba el pueblo, ese pueblo que “No estaba en la plaza porque estaba en los cuarteles, con las armas en la mano … porque no eran tropas de línea: era la población masculina de la ciudad en su totalidad”

Para salvar la figura de Moreno, la Historia Oficial instaló su fantasma en los contenidos educativos y en la vida institucional. Para el Revisionismo, la recuperación del verdadero Moreno, con sus ambigüedades, sus reacomodamientos y su visión elitista de la sociedad, implica la tarea de desmontar ese fantasma, y reinstalarlo en el imaginario colectivo a partir de sus acciones concretas y su trayectoria y no de las circunstancias condenables de su muerte.

*Alberto Lettieri es Historiador. Docente. Miembro del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego

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