De los “corchazos” a las balas reales

Azorados asistimos a la propagación constante de estas posturas discursivas, las manifestaciones de los representantes políticos de la derecha, marcan en forma sistemática, las diferencias de clase. Quieren una Argentina de castas, como las que perduran en otras sociedades que les provoca añoranza desde sus propias limitaciones y codicia.

 Agregan a todo esto, la guerra de los empresarios formadores de precios, con las constantes remarcaciones, empujan  a nuestros hermanos argentinos y argentinas al castigo de la pobreza e indignidad que no se condicen con las construcciones de austera prosperidad forjada desde siempre por trabajadores y trabajadoras – hoy sumidos en la ignominia que esto genera-

El intento de asesinato ocurrido en la noche de este 1ro de setiembre contra la vicepresidenta de la Nación, es en primera instancia, la resultante de todo lo enumerado en el párrafo anterior. La carga permanente de los mensajes portadores de violencia, nos indicaban que algo, en algún momento iba a ocurrir, jamás nadie podría imaginar que se llegara a un intento de magnicidio, pero tampoco nos podemos sorprender si ponemos la lupa en las frases destiladas como veneno por parte de Patricia Bullrich, desde su célebre “ el que quiera ir armado que vaya armado, hasta su reciente, hay que meterles corchazos u otras perlitas similares de  Martín Tetaz, Espert, Milei, o  Rodríguez Larreta con sus provocaciones policíacas y de vallas, los medios hegemónicos en igual sentido, propaladoras del desánimo y la violencia; pero no olvidemos a la otra pata de este entramado, el perverso sistema judicial, de manera fundamental, la Corte Suprema y la camarilla de Comodoro Py, cortesanos, fiscales y jueces al servicio de un mismo objetivo, la destrucción de toda expresión política de tinte nacional y popular , o bien sea expresado, el exterminio del peronismo.

Las investigaciones que se sucederán a partir de ahora, dirán si este intento de homicidio es un hecho elucubrado por un fanático desquiciado, o un plan “diseñado por alguien más” y que por obra de un milagro, fuera mal ejecutado por el sicario.

Cristina es hoy la víctima sí, pero lo es desde hace muchos años, hoy se llegó al extremo de atentar contra su vida, pero todos los actores mencionados anteriormente, más otros de la misma calaña política, descargan desde hace años su ponzoña verbal y su accionar contra ella y que es la manera más directa de atentar contra el pueblo que la ama, que la respeta, que le agradece cada día por que, tanto Néstor como Cristina, le han dado visibilidad, contención, cuidados, dignidad y protagonismo.

El amor no siempre vence al odio (el tiro que no fue, ocurrió mientras Cristina tomaba con sus dos manos a uno de sus simpatizantes), el diálogo es un factor fundamental en aras de una sana convivencia democrática, y eso es tan real como la inmensa grieta que atraviesa a nuestra sociedad, mientras una gran mayoría de los argentinos y argentinas están consternados por este acto criminal, los trolls de la derecha imponen en twitter el hashtag #QEPD.

Este hecho aberrante, ocurrido en la puerta del domicilio de Cristina debiera servir como detonante para un cambio paradigmático dentro del gobierno del FDT , la administración actual debiera dejar de romantizar la democracia y entender que no se puede quedar bien con dios y con el diablo.

Cuando Espert dice son ellos o nosotros, deja en claro lo que expongo, entonces, es hora de profundizar una línea de gobierno que no pretenda transitar la muy cómoda ancha avenida del medio, la masa votante del FDT reclama líneas de acción mas duras en cuanto a al sistema judicial, a la pluralidad de voces en la comunicación, al control de los insaciables bolsillos del empresariado vernáculo y demostrar la misma dureza de la derecha a la hora de confrontarlos. Todo esto en defensa del pueblo, de los humildes, de los postergados, de los trabajadores, de la clase media.

Al fin de cuentas el atentado no solo fue un intento de matar a Cristina, quieren destruir los sueños del pueblo argentino.