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Peronismo y Papa Francisco «for dummies»

El periódico norteamericano The Washington Post, tanto en su portada impresa como en su versión web, publicó el domingo una nota con un título muy sugerente: “No puedes entender al Papa Francisco sin Juan Perón – y Evita–“. (You can’t understand Pope Francis without Juan Perón – and Evita). El enunciado impulsa casi de manera automática a ojear el artículo, más aun siendo argentino.

 

Dada la falta de correspondencia entre el título y el cuerpo de la nota (poco, más bien nada habla de Perón y Evita, y poco dice que sirva para entender al Papa Francisco) se desprende la idea de que debe ser difícil desde afuera comprender a los argentinos y más si son peronistas. Lo que no debe ser difícil (y de hecho no lo es), es dar a entender a otros la realidad de un país y las ideas de un pueblo, con datos erróneos, información falsa y malas intenciones. Si alguien leyera este artículo con el firme propósito de intentar dilucidar algo sobre el peronismo (esa política tan extraña y misteriosa a la que pareciera adherir el Papa) o sobre Francisco, lo único que obtendrá, en el mejor de los casos, es una mayor profundización de sus dudas; o la adopción de una idea ambigua e incorrecta, bastante distante de la realidad Nacional y del movimiento peronista.

Dentro de la nota, puede leerse:

“El General Juan Perón gobernó Argentina desde 1946 hasta 1955, y de nuevo brevemente en la década de 1970, y el peronismo ha perdurado como una fuerza dominante en la vida política del país. Se trata de tender puentes entre sectores sociales divididos a través de la combinación de un líder fuerte y autoritario, un estado de bienestar social altamente centralizado y generoso, y altas dosis de sentimiento nacionalista cuasi-religioso. Incluso después de su muerte en 1952, la esposa de Perón, Evita fue figura de adoración entre los trabajadores humildes”. Y nada más. En ningún momento contextualiza qué sucedió en Argentina entre 1945 y 1976, no habla de las políticas adoptadas por el gobierno del General Perón, las razones por las que el pueblo trabajador y los más humildes lo apoyaban o porqué “adoraban” a Evita. Queda todo inconcluso, vacío. No dice absolutamente nada; eso sí, aclara que los peronistas con casi como fanáticos religiosos.

 

[…] sofocando el disenso y perfilándose como la encarnación del orgullo nacional argentino; el peronismo de la infancia de Francisco no exaltaba la libertad individual o el libre mercado.”

Cuando una junta militar tomó el control de la Argentina en 1976, muchos ciudadanos vieron al golpe como una solución a corto plazo para restaurar el orden y controlar a los grupos insurgentes violentos, como las guerrillas marxistas de inspiración católica conocidos como Montoneros, y los escuadrones de la muerte que los cazaban. La «Guerra Sucia” perduró siete años. Al menos 10.000 argentinos fueron asesinados o desaparecieron.” Confundamos términos y demos datos incorrectos. Acciones que pueden recordar con facilidad la forma de informar de algunos medios locales. Los montoneros fueron militantes peronistas con ideas revolucionarias, pero aparentemente la palabra “revolución” es tan fácil de ligar al comunismo para los estadounidenses, que todo lo que sea “revolucionario” automáticamente se gana la etiqueta de comunista (ergo, hereje). Y fueron 30.000 desaparecidos y no todos eran “guerrilleros” (quizás en su lengua tan reducida no tengan una palabra que separe la idea de militante de la de guerrillero). Tergiverse que es gratis.

Confundamos términos y demos datos incorrectos. Acciones que pueden recordar con facilidad la forma de informar de algunos medios locales

Él (el Papa) no critica la economía de mercado, sino más bien la fetichización de dinero y el libre mercado», dijo Scannone. «Una cosa es la economía de mercado. Otra es la hegemonía del capital sobre la gente». Probablemente para muchos norteamericanos la lectura rápida de esta cita forme una premisa lógica que indique que economía de mercado equivale a libre mercado, y por lo tanto el papa es comunista, porque parece que ellos no ven diferencias entre una cosa y la otra.

El reduccionismo ideológico en el que la mayor parte de los norteamericanos viven inmersos (y sin la necesidad o el deseo de salir de él) no se corresponde en lo absoluto a nuestra realidad política. Estados Unidos jamás se destacó por la proliferación de destacados pensadores socio-político-económicos latinoamericanistas, y esta nota lo demuestra. Evidentemente a los norteamericanos les cuesta mucho apartarse del macartismo. El artículo no contextualiza nada que lleve al lector a entender por qué hay que entender a Perón y a Evita para poder entender al Papa. Quizás, para que un norteamericano entienda qué es una alianza de clases habría que empezar por explicarle en primer lugar: qué es una clase, y en segundo lugar: la guerra fría terminó (y hace bastante). Queda la curiosidad, dada su escueta forma de pensar, si este Papa es comunista, entonces Juan XXIII con su Concilio Vaticano 2do (donde pedía una «mejor relación» con las religiones de oriente, entre ellas el Islam) ¿ha sido una especie de Martín Lutero católico y terrorista?

El reduccionismo ideológico en el que la mayor parte de los norteamericanos viven inmersos no se corresponde en lo absoluto a nuestra realidad política

Indudablemente es cierto: desde el exterior es muy difícil entender el peronismo, porque precisamente el peronismo es algo que no existió ni en Europa ni en Estados Unidos: una alianza de clases. Un híbrido complejo y más aún desde lo ideológico, ya que la liturgia peronista -cánticos, banderas, marchas, los dedos en “ve”, el cariño que los peronistas desarrollaron por el fundador del movimiento y por su compañera -así como hoy en día también desarrollaron por quienes continuaron con las políticas de Perón y de Evita: Néstor y Cristina Kirchner-, la defensa de las ideas del movimiento, etcétera; para quienes no la viven u observaron de cerca, puede ser fácilmente relacionada al fascismo. Más aún para los norteamericanos, que tienen tan arraigado en sus mentes ese sesgo ideológico de que cualquier líder popular sudamericano o africano es un «dictador», un “fascista”; cualquier cosa que se aparte de su “democracia” burguesa (donde intervenir teléfonos o correos electrónicos son acciones naturales que el Estado hace para salvaguardar la “democracia”) es una dictadura o un régimen fascista.

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