
LA CTA CONTESTA A PETOVELLO MIENTRAS ENJUICIAN A DOCENTES EN MISIONES
"ABSOLUCIÓN PARÁ" ¡LA PROTESTA NO ES DELITO!
En su reciente comunicado el Ministerio de Capital Humano hace una interpretación maniquea y tendenciosa respecto a los problemas que afectan al mundo laboral. Según esta visión, la falta de creación de empleo, así como la elevada informalidad del mundo laboral actual, no se deben al tipo de crecimiento económico, sino fundamentalmente a la ausencia de una Reforma Laboral que pueda “acompañar adecuadamente el crecimiento de la actividad económica”.
Los datos que acompañan esta afirmación se sostienen en el “destacado crecimiento económico” del 5,2% y de apenas el 0,3% del empleo privado. No hace falta hacer una interpretación de la línea argumental del ministerio que conduce Sandra Petovello, la misma se expresa sin misterio en el propio comunicado: “la urgencia de debatir una reforma laboral que busque fomentar el empleo, reducir la informalidad, aumentar la productividad y proteger a los trabajadores frente a las nuevas modalidades de trabajo”.
Es tendencioso porque en lugar de cuestionarse los problemas que presenta el “destacado crecimiento” busca ubicarlos en el ámbito de las relaciones laborales. Es claro lo maniqueo, se sostiene que la reforma laboral es para “proteger” a los trabajadores cuando el objetivo de la mentada reforma, a nadie se le escapa, es exactamente el inverso: desproteger a los trabajadores por la vía de facilitar el despido, bajar la litigiosidad, extremar la sobre jornada laboral y debilitar las negociaciones paritarias.
Es cierto que muchos de los derechos que la reforma laboral libertaria pretende eliminar llevan tiempo siendo casi “papel pintado” para más de la mitad de la fuerza laboral, que sigue excluida del mundo formal. Pero sería una actitud propia de bárbaros – y que tan bien refleja el Gobierno Nacional – “tirar al bebé junto con el agua sucia”. El agua sucia es la exclusión laboral que hoy afecta a la mayoría de los trabajadores; eso es lo que debemos erradicar. No podemos eliminar al “bebé”: la metáfora de los derechos laborales que deberían proteger a toda la fuerza de trabajo, no solo a una parte de ella. Más aún, lo natural del bebé, si se lo cuida, es crecer y mejorar.
El comunicado oficial señala el crecimiento del 5,2% de la actividad económica de los últimos 8 meses como “destacado” pero oculta que aún considerando este “crecimiento” el nivel de actividad económica está apenas un 2% por arriba del nivel que tenía al principio de la actual gestión (noviembre 2023).
Más que un crecimiento “destacado”, se trata de un rebote moderado tras la fuerte caída provocada por las políticas de ajuste y devaluación. Este repunte se explica por el impulso de sectores extractivos y agroindustriales, de escasa capacidad para generar empleo, y por el aumento de las actividades especulativas derivadas del endeudamiento promovido por el ministro Caputo.
En cambio, los sectores más intensivos en trabajo, como la industria y la construcción, se encuentran en mínimos históricos, afectados por el encarecimiento de los costos energéticos y financieros, la apreciación del tipo de cambio y el paralizamiento de la obra pública, que terminó de golpear al empleo y al mercado interno.

Si se busca crear empleo, es necesario debatir el tipo de crecimiento económico y el papel del mercado interno, los salarios, las transferencias de ingresos y las políticas públicas como motores de una economía con alta demanda laboral. Ignorar este debate y culpar a las relaciones laborales por la falta de empleo es una maniobra cínica que oculta la responsabilidad del modelo económico. Lejos de ampliar derechos, las reformas que flexibilizan y precarizan solo agravan la exclusión y la informalidad que dicen combatir. Así, la precariedad generada se convierte en una nueva excusa para promover más flexibilización, deteriorando cada vez más las condiciones de vida de los trabajadores.
El avance tecnológico, la automatización y el trabajo en plataformas han transformado profundamente las relaciones laborales y el uso de la fuerza de trabajo. Este cambio exige un debate urgente sobre nuevas regulaciones, pero ese debate no puede darse a costa de reducir derechos, aun cuando una parte importante de los trabajadores esté hoy excluida de ellos.
En nuestra historia, Civilización y Barbarie han sido los polos que marcaron los rumbos del país. Hoy, lo civilizatorio consiste en crear nuevas instituciones laborales que garanticen derechos e ingresos universales: Ingreso Básico Universal, Seguro de Empleo y Formación, reducción de la jornada laboral, regulación de las plataformas y una política integral de cuidados. Lo bárbaro, en cambio, sería universalizar la falta de derechos eliminando conquistas históricas.
El desafío es construir un marco laboral que asegure derechos a todos los trabajadores, sin importar las formas que adopte la producción en la nueva era tecnológica. En un país que hizo del trabajo el motor de la ciudadanía y la movilidad social, esta tarea no es solo económica, es una cuestión de civilización. (Fuente: Tomás Raffo, co-coordinador del IEF – Hugo Godoy, Secretario General)

Vale como claro ejemplo de las acciones represivas de Milei y sus fanáticos judiciales, lo que se desató en Misiones contra la dirigencia sindical docente por reclamar sus derechos laborales. Un juicio oral y público para que el país aprenda a no luchar en defensa de los derechos conculcados por el poder.






