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Stiglitz vuelve a apoyar a la Argentina ante los buitres miopes e inhumanos

Alejandro C. Tarruella

Joseph Stiglitz volvió a la carga en favor de Argentina. Resaltó lo que significa una reestructuración de la deuda del país en medio de la crisis mundial del coronavirus que coloca en estado de indefensión a naciones de escaso desarrollo.

Escribe Alejandro C. Tarruella

Los irresponsables

Para el premio Nobel de economía, los buitres que exigen que se les pague por lo que jamás produjeron, expresan su falta de “responsabilidad social”. En cambió diferenció esa exigencia del FMI que pide crecimiento económico como condición para los pagos y repagos. Eso lo llevó a calificar a los bonistas buitres de “miopes e inhumanos”.  El problema de ellos, que no marcó el economista, es que en caso de no lograr cerrar un acuerdo, se pondrían en situación de no ser respetados por nadie.

Una sucesión de defaults haría polvo sus exigencias. Conviene repetir al poeta latino Marcial, quien en los primeros siglos de nuestra era afirmó que deudor es quien paga. En esta línea, si más de una docena de países no paga, caería el número de deudores de modo práctico. Por pura incapacidad de poder cumplir con las exigencias absurdas de los usureros. Los buitres parecen buscar un ejemplo que se sostendría en acordar un pago, pero si su voracidad echa por tierra con los mismos, lo que lograrían es una extensión de la rebeldía a lo largo y a lo ancho del mundo.

El país hizo una propuesta más cercana a los deseos de los buitres y la instancia vence el próximo 2 de junio, como se estableció en una nota anterior. Ahora, dado que se muestran disconformes con la propuesta de Alberto Fernández, el gobierno haría lo que se debe, extendería el plazo de negociación y a nadie se le va a mover una pestaña. Eso significa en pocas palabras, que el gobierno está manejando las riendas de la negociación. Cuando más tiempo pasa, mejor se posiciona el país ante las pretensiones del absurdo de los poderosos.

Este viernes 29, Stiglitz escribió un esclarecedor artículo en el diario “The Nation” de los Estados Unidos al que tituló “Argentina y el futuro del capitalismo financiero”. Allí hace referencia a las consecuencias de la pandemia, una de ellas es la parálisis que pueden sufrir las reestructuraciones de deudas. “Debido a la pobreza, sus niveles básicos de salud ya son más bajos, sus ciudadanos viven en condiciones más abarrotadas y menos sanitarias, sus sistemas de atención médica carecen de la capacidad para lidiar con el gran aumento en el número de pacientes y tienen muchos menos recursos para hacer frente a los efectos sanitarios y económicos de una pandemia prolongada. Podemos esperar un aumento en el número de países que enfrentan reestructuraciones de deuda, especialmente entre los que ya están sobrecargados de deuda”.

El economista destaca lo que sucede con el país y señala que “Por eso es tan importante lo que le pasa a Argentina. Las luchas de Argentina para reestructurar su deuda con BlackRock, Pacific Investment Management Co y los otros acreedores importantes del país nos contarán mucho sobre la naturaleza del capitalismo financiero del siglo XXI y la mentalidad y moralidad de los acreedores: ¿Valoran el dinero sobre la vida? ¿Seguirán teniendo poca visión, una falta de visión tan claramente demostrada en el período previo a la crisis financiera de 2008? ¿Se apegarán a su retórica reciente acerca de la «responsabilidad social» e irán más allá de solo velar por los intereses de los accionistas? ¿O es solo retórica?”.

Para Stigliz, la oferta de Alberto Fernández está en los límites de lo razonable porque busca pararse en lo que es posible pagar

Sostiene que los buitres no se adaptaron a la reformulación que vivió el mundo financiero luego de la crisis de Lehman Brothers en 2008. Una diferencia que se observa en la actualidad es el cambio que ofrece el FMI. En esos años, con Christian Lagarde y sus pares, se mostraba como una “agencia de cobranza” de los acreedores, fuera de su misión porque el mundo financiero ilegal paga por sus servicios. No le interesaba detenerse en garantizar el desarrollo sostenible para asegurar un pago. Actuaba de “apretada”, acorralando a los países más débiles, inventando deudas como en Grecia.

Argentina responde con política

Ahora el FMI aboga por un pago sostenible por parte de Argentina. Y analiza con inteligencia: “La primera oferta hecha por BlackRock exigía que Argentina pagara aproximadamente el doble de lo que el FMI había determinado que el país podía pagar. Evaluar una oferta implica evaluar lo que los economistas llaman el «valor del dinero en el tiempo», o cuánto valdrá un dólar en el dinero de hoy en algún momento en el futuro. La reestructuración de la deuda requiere posponer los pagos que un país no puede hacer hoy, sumándolos a los pagos en el futuro”. La solución entonces, es política, no económica.

Estos movimientos y la política como centro, explican también, porque en Argentina, aparecen pronunciamientos en favor del macrismo, en momentos de la negociación de la deuda. Primero fueron Vargas Llosa, que de Balzac pasó a Macri, y ahora los intelectuales de la “infectadura”, que se pronuncian horas antes de cumplirse un plazo para acuerdos por la deuda. Siempre hay alguien que paga las infamias y oculta sus garras. Lo saben Kovadloff, Brandoni y sus socios, y también le ponen precio a su firma.

Una evaluación sostiene que los buitres son obstinados, por momentos creen que están en 2008, lo que no es así. No negocian de buena fe e incluso juegan al limite de un default, situación en la que los bonos caerían en su cotización actual. En ocasiones, la soberbia de los poderosos no contempla siquiera las pérdidas económicas que pueda demandar. Larry Fink, director de BlackRock, planteó que había que apostar que “la inversión sostenible es la base más sólida para las carteras de clientes en el futuro”. Temen, dice el economista, que al acordar con menos, tendrán que aplicar esa fórmula en otras reestructuraciones. Y saben, a su vez, que si no lo hacen pueden perder mucho más. Y recordó cuando Bill Rhodes, del Citibank, puso un límite a la voracidad de los acreedores porque percibió que no podían cruzarlo.

No negocian de buena fe e incluso juegan al limite de un default, situación en la que los bonos caerían en su cotización actual

Los buitres no tienen esa frialdad ante la realidad. Juegan con bonos que compran por centavos y quieren cobrarlos como buenos a países desvalidos. En 1996, Paul Singer compró bonos peruanos por 11 millones de dólares y cobró luego con un 400 por ciento de ganancias. El gobierno de Macri promulgó una ley y emitió bonos por 12.500 millones de dólares y pagó 9.300 M de dólares a los principales fondos buitres. Paul Singer, Elliot Management, y su subsidiaria NML Capital, cobró más de 2.000 millones de dólares por su inversión de 177 millones. El rendimiento fue superior al 1.000 por ciento.

Es fácil entonces comprender porqué los usureros no quieren que la realidad les arruine la depredación. El gobierno argentino sabe con quiénes lidia y maneja los tiempos. Que cambian y pueden ser, en el dolor y la adversidad, un poco benevolentes con lo que vendrá. El acuerdo, entonces, puede esperar porque el gobierno está de pie y se planta desde la política.

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