
Massa se va al mazo: juega a ser opositor y se prepara para dar el SÍ al Presupuesto

Sergio Massa con su equipo económico dijeron ante los gremialistas en horas previas al paro de esta semana, que las ideas de Cambiemos eran para «meter la mano en el bolsillo de los jubilados» y «sacar la comida de la boca a los que menos tienen». Ese lenguaje de impacto y tono callejero, es la apuesta del escurridizo dirigente del Frente Renovador para acercarse a ciertos sectores del sindicalismo, o acabar en su defecto, aprobando el Presupuesto 2019 como hoy lo exigen el poder y el FMI.
Escribe Alejandro C. Tarruella
Si ya votaron leyes contra los jubilados y los trabajadores dando apoyo al pago a los buitres, solo se trata de acordar cifras y cerrar trato. Pese a esos antecedentes, al reunirse con los gremios, Sergio y lo que queda del FR se animaron a pregonar, total prometer en términos corporativos no tiene costo, y así, el grupo renovador en decadencia, repite discursos que jamás serán aplicados pero, ante los medios de comunicación.
Por eso, en la ocasión, subieron la apuesta y se comprometieron a establecer un sueldo adicional a fin de año para jubilados y pensionados (“Haber 14” lo llaman), impedir la reducción de asignaciones familiares, congelar el precio de los productos de la canasta básica y dejar en suspenso 180 días los embargos de la AFIP a pymes y comercios minoristas. Es más, congelaron sus ideas en un documento para que otros lean lo que no va a sostener, y rechazaron que personas beneficiarias de la Pensión Universal al Adulto Mayor (PUAN) tengan prohibición de trabajar en relación de dependencia o en carácter de monotributistas, como pretenden Mauricio y su debilitado gabinete.
Al tratar el intento de venta de acciones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FSG), que Cambiemos quiere dar a la timba usuraria y pagar algunas jubilaciones, pensiones y reparación histórica, los de Massa aseguran que desfinanciarán a la ANSES, cayendo así las garantías para jubilaciones futuras. Se oponen a reducir un 50 % las asignaciones sociales en la Patagonia austral por zona desfavorable y declaman que «afecta la calidad de vida de miles de niños, hijos de trabajadores de la Patagonia y del Norte argentino». Aseguran que el Presupuesto para el 19 «refuerza el asistencialismo, traslada la crisis a Provincias y Municipios e impone el ajuste en Educación, Salud y programas sociales».
Aquí Massa se une con Bossio (firmaron ambos varias tropelías de Cambiemos) y plantean un sistema de crédito no bancario de $12.500 millones para unas 500.000 personas con préstamos para máquinas y herramientas cuyas tasas no superarían el 5% anual. Ofrecen, además, actualizar partidas de niñez por la inflación, congelar 11 productos básicos de la canasta básica por 6 meses y un Fondo de Fortalecimiento de la Sociedad Civil para programas de contención social. Con esa batería de elementos, podrían acabar reducidos a aprobar el Presupuesto 2019, según las órdenes que recibió Mauricio de Lagarde en Nueva York.
El propio Massa estableció, para dar serenidad, que en las actuales circunstancias de destrucción del Estado de Derecho desde el propio gobierno, “no se trata de ser desestabilizador, ni de apoyar el acuerdo con el Fondo, esto es más profundo, porque el Presupuesto impacta directamente en la vida cotidiana de los argentinos, es lo que determina cuánto se va a destinar a vacunas, jubilados, educación pública, asistencia social”.
Algo así como lo que planteó Pichetto al pedir la aprobación del Presupuesto 2019, “para dar una señal política” a Macri, al FMI y las corporaciones porque evidentemente, no es para el pueblo y sus necesidades. Pichetto había elogiado la reunión del Presidente y los gobernadores, donde nadie se enteró en qué consistía el Presupuesto porque no estaba ni siquiera sintetizado. Incluso pidió renovar “imágenes y estéticas”, osada propuesta quizás motivada por el decaído estado del presidente en sus recientes presentaciones.
Por cierto, los trabajadores y el Parlamento tienen disociaciones, por ejemplo en materia de salarios
Massa, sin embargo, juega en estos días a dos posiciones. Una para la tribuna y otra en los arreglos de palacio. Así expresó días atrás que «El Gobierno se tiene que bajar del pedestal de la soberbia y juntarse con los trabajadores», propuesta que a todas luces expone un discurso vacío porque, ¿para que querrían los trabajadores reunirse con Macri? Aquí lo que se trata es de recuperar el Estado de Derecho, las conquistas históricas del movimiento obrero, una economía que exprese la soberanía nacional rechazando el pago de la deuda externa y los alistamientos con el FMI para apurar la entrega del patrimonio nacional.
En la reunión con la CGT, Massa planteó que “Para nosotros es muy importante el vínculo con todos ustedes. Yo no creo que la calle y el parlamento estén disociados”. Curioso modo de definir al movimiento obrero calificándolo como “la calle”, un elegante modo de descalificar la significación de la organización que representa al conjunto de los trabajadores, y a las entidades que la componen. Por cierto, los trabajadores y el Parlamento tienen disociaciones, por ejemplo en materia de salarios, ningún trabajador alcanza las cifras siderales de los salarios de privilegio que tienen los habitantes de la calle Rivadavia.
Vamos con Pichetto
Massa, sentado frente a Pablo Moyano, Plaini, Paco Manrique, dio su apoyo al paro general del martes, y habló como si fuera uno más de los dirigentes del movimiento obrero que reclamaba ante el desmadre del gobierno de Mauricio Macri. En esos días, daba también el apoyo de sus diputados para aprobar el Presupuesto con el que el FMI pretende someter la soberanía argentina.
Si la historia es una conjura de muertos, como sugiere Marx, Massa parece haber elegido someterse a las sombras de los muertos vivos
Massa parecía sometido al enamoramiento que había anunciado Macri en Nueva York, respecto de la figura de Christine Lagarde. Si la historia es una conjura de muertos, como sugiere Marx, Massa parece haber elegido someterse a las sombras de los muertos vivos. Desesperado y perdido en la niebla de las confabulaciones corporativas, perdió la posibilidad de ser intendente de Tigre una vez más porque los números lo mandaban al tercer puesto, cayó en la elección intermedia porque su credibilidad desciende como en maquinaciones de un desesperado.
Massa es un presuntuoso en caída libre. Manotea en la nada mientras asiste a una fiesta organizada por Macri donde danzan fantasmas del pasado y sus espíritus conjuran, y toman prestados sus nombres, sus consignas electorales. Massa asumiendo consignas gremiales, Massa defendiendo a jubilados o pobres despojados de su dignidad pero por detrás entregando el país al FMI.
Todo es una mascarada y por eso mira el horizonte donde sobrevuelan los usureros y toma alguna idea de los especuladores para meterse en ella y procurar su representación. La decadencia, por fin, no exige mayores antecedentes, el solo oportunismo le basta y le sobra.