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Massa-Stolbizer, la segunda renovación del peronismo

Ignacio Campos analiza el panorama político actual y lo vincula con las alianzas del pasado. Similitudes y diferencias dentro del peronismo. 

InfoBaires24

En los años ochenta, Antonio Cafiero lideró una renovación en el peronismo que permitió al PJ el regreso al poder luego de la derrota ante Alfonsín en 1983.

Por aquellos años, dominaban el PJ los que justamente habían conducido la estrategia a dicha derrota, en su mayoría dirigentes muy cercanos a la derecha del peronismo o conservadores en algunos casos como ser el Presidente Vicente Leónides Saadi.

Cafiero, De la Sota, Grosso y otros dirigentes se escindieron del partido para formar el Frente Renovador y ganar la Provincia de Buenos Aires con una verdadera figura que suponía la renovación: Luis María Macaya, un joven militante de la ciudad de Tandil.

La real importancia que implicó la creación de esta Renovación residió en que abriría la instancia de democracia partidaria interna, tras lo cual, en 1988, los afiliados pudieron votar su fórmula presidencial y otros cargos libremente. Cafiero, impulsor de la medida, resultó, en contra  de las previsiones, el gran perdedor, puesto que el caudillo riojano Carlos Saúl Menem en fórmula con Eduardo Duhalde fueron los más votados.

Casi treinta años después, volvemos a escuchar las mismas frases pero, claro, han cambiado los actores. Renovación Peronista suena hoy como la gran solución al desbande provocado por la derrota ante Cambiemos, pero encierra tantos peligros como interrogantes.

Por un lado, un nutrido grupo de intendentes se han nucleado en lo que se da en llamar “Grupo Esmeralda” (en la anterior etapa fueron el Grupo Suipacha), liderados por el jefe de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. Estos proponen una suerte de apertura y acercamiento a Sergio Massa, quien se ha demostrado como muy antiperonista en sus gestos, haciendo gala de sus orígenes como dirigente destacado de la UCEDE, históricamente conducida, como se sabe, por el ex militar golpista Álvaro Alzogaray.

No cabe duda de que Sergio Massa es un político arribista y tan cercano a los ideales y la doctrina peronista como Mauricio Macri, con gran apoyo de  los medios de difusión más una abultada billetera y fluidos contactos con la Embajada de los EE UU. Él resulta ser la fórmula letal que podría acabar con el peronismo por siempre y todo esto podría ocurrir de no mediar, en esta propuesta nueva Renovación, el voto de los afiliados.

Por su parte, lo que se ve por estos días, el gran cuco para quienes conducen el peronismo, es la figura de Cristina Fernández de Kirchner, ella es quien concentra el poder de convocatoria y los votos.

Ninguno de los dirigentes encaramados en los máximos cargos del PJ garantizan por sí mismo estos atributos y de allí resulta que necesiten unirse con Massa como variante que les pudiera aportar algo de la cuota de poder que hoy ostentan.

Tras la derrota del pasado diciembre, pudimos asistir, no sin gran sorpresa, cómo los otrora adoradores del Proyecto Nacional y Popular daban un paso al costado o un salto al vacío según el caso. Bossio, por ejemplo, sería por sí solo, incapaz de revalidar siquiera un cargo de portero de la escuela más alejada de su Tandil natal y volver al redil le significaría tener que dar explicaciones por su huida del bloque del FPV, comunicando dicha decisión por twitter de la misma manera cobarde que votó en contra de los intereses del pueblo y a favor de los Buitres, según él, a cambio de cuatro mates fríos y dos sándwichs de miga, versión poco creíble por cierto.

Es dable destacar que el pueblo, que votó masivamente hasta alcanzar un 49% del electorado, sigue manifestando su apoyo a los doce años del periodo peronista/kirchnerista, mientras que, y a contrapelo de esta realidad, los dirigentes del PJ, transitan el camino inverso y de acercamiento a Massa, quien hasta aquí se parece bastante más a una segunda marca de Macri que a una renovación del peronismo, negando la realidad potente que significa Cristina.

Margarita Stolbizer acaba de integrarse al esquema político de Massa y uno no puede más que preguntarse, ¿ésta es la fórmula que apoyará el grupo Esmeralda para la 2da Renovación Peronista?

Acorde con la comparación histórica que traemos en estas líneas, lo que parece que puede repetirse es que, al igual que en el 1988, cuando los medios daban por ganador a Cafiero, ahora cantarán victoria para Massa y sus renovadores, pero la voluntad popular, como entonces, cantará otra cosa.

¿Acaso quienes hoy desconocen la conducción y relevancia de CFK en la estructura del peronismo deban, al igual que los cafieristas de los ochenta, regresar con el rabo entre las patas a reconocer lo inevitable?

Ya se sabe: renovación puede implicar vuelta al pasado, retroceso. Y más en esta coyuntura. Dicen que la historia es cíclica y, si los encargados de la conducción del PJ recuerdan esto, difícilmente acepten jugar limpiamente mediante internas abiertas.

 

 

 

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