En un teatro colmado de asistentes, Atilio Borón, politólogo, sociólogo, investigador y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), participó el jueves pasado en Rosario de una charla debate sobre “Geopolítica de la batalla de ideas”, un encuentro organizado por el Sindicato de Prensa de Rosario (SPR) en el marco de la celebración por el Día del Periodista y del Trabajador de Prensa.
“¿Cuál es el lugar más poblado del planeta?”, preguntó Borón a la platea, que respondía primero con dudas y después a los gritos: “China”. —“No”, respondió el politólogo doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. “Es Facebook, tiene 1.860 millones de personas como usuarios”.
“La batalla más importante del Imperio es la de los medios y lo hace de una manera extraordinariamente exitosa, porque es su principal teatro de operaciones y no lo han descuidado”, describió el sociólogo sobre la capacidad de influencia de los medios de comunicación, cada vez más concentrados y con mayor poder de fuego.
La revolución no será televisada
En un breve raconto histórico sobre los medios de comunicación, Borón destacó como grandes pasos históricos los que se dieron desde la prensa escrita a la radio a transistores y luego, “el gran salto de la televisión”, que se convertirá en “la máxima capacidad de penetración y eficacia proselitista”. Para el disertante, la TV se transformó en “el medio por excelencia de formación de la opinión política” y su punto de consolidación como tal, apareció en el famoso debate televisado entre los candidatos a presidentes de los Estados Unidos, John F. Kennedy y Richard Nixon en 1960.
Nixon llevaba una ventaja muy significativa pero la imagen televisiva de Kennedy, bien afeitado, joven, bien vestido, fue determinante”, rememoró.
Este reinado de la TV que se extendió durante décadas, según Borón llegó a su fin y lo remarcó la última elección en los Estados Unidos de noviembre del año pasado, con el triunfo de Donald Trump.
La nueva estrella de la manipulación
“Se verificó que la TV dejó de ser el medio de formación de opinión pública en las campañas electorales. ¿Y quien pasó a ocupar su lugar?: las redes sociales”, indicó.
“La gran mayoría de la población de los Estados Unidos se informaba sobre la campaña a través de Twitter, Instagram, Facebook, etc,; y no más por la TV, que cayó en un segundo plano muy lejos. Esto favoreció a Donald Trump. Si las redes sociales no hubieran existido y solo hubiera sido una campaña por TV, es muy probable que Hillary Clinton hubiera ganado porque tenía mucho más dinero puesto en la campaña, muchos más y mejores spot, de buena calidad publicitaria con respecto a los de Trump que eran bastante elementales. Pero Trump llegó a tener 5 millones más de seguidores en Facebook que Hillary. Esto, con el efecto multiplicador que tiene, fue uno de los elementos que le dio un potencial de votos fenomenal”.
A la vez, el especialista también destacó que las redes sociales “permiten ser productores de noticias”.” No aprovechar esto es un problema grave”, advirtió.
Los medios concentrados e impunes
“La concentración de la propiedad de los medios de comunicación, que tiene una deriva antidemocrática, y su transnacionalización, son tan grandes que muy pocos gobiernos pueden resistir su embates”, señaló Borón, quien remarcó “que tienen la capacidad fenomenal de chantajear y extorsionar no solo a los gobiernos sino a los ciudadanos, a los partidos, a los sindicatos, a todas las organizaciones. Y están por fuera de cualquier de control democrático”.
Para el profesor de Teoría Política y Social, “en esta batalla geopolítica, que por supuesto tiene a Estados Unidos como usina del fenómeno, estos medios se han convertido en un gobierno invisible e incontrolable, que pone y saca presidentes”.
“Según el investigador y documentalista australiano John Pilger, en 1983 había 50 corporaciones que poseían los principales medios globales, que en su mayoría eran estadounidenses. En 2002, o sea quince años después, había disminuido de 50 a 9. Hoy, dice Pilger, son solo 5”.
Claro que para Borón, este poder de fuego mediático también es producto de una crisis política: “Los medios son tan importantes porque logran una eficacia de captación de voluntades que luego se trasladan a terreno electoral, que ningún partido de derecha puede lograr y mucho menos de la izquierda o del campo progresista”.
Dictaduras no tradicionales
“Estas tendencias de la concentración mediática no son nuevas y ya fueron advertidas tiempo atrás sobre el fenómeno de la prensa corporativa que según Pilger comenzó hace 80 años, pero por supuesto se acentúa en los últimos 15 años”, recordó.
Ya en la década de los 80 en el famoso informe MacBride, hecho en el marco de la Unesco, se alertaba sobre la dictadura de los medios ya que expresaba que la creciente concentración y la falta de control llevaban a un inevitable desenlace autoritario.
“Sobre esto alertaba McBride, sobre las mentiras sistemáticas que podía producir una prensa descontrolada en donde había ausencia de fuentes alternativas”, insistió el investigador, que recordó como ejemplo de engaños colectivos las falsedades que dieron origen a la invasión de Irak sobre las supuestas armas químicas en poder de Sadam Hussein y hasta el mismo atentado a las Torres Gemelas, cuya implosión luego de los impactos de los aviones aún generan dudas en expertos en ingeniería y arquitectura que no han sido profundizadas.
En tal sentido, recordó que el periodista estrella del The New York Times en los años de la Segunda Guerra, W.H. Laurence, fue enviado a Japón y llegó Hiroshima pocos días después del estallido de la bomba atómica. “Mandó un cable que se reprodujo en la tapa el New York Times y que dice textual: «No hay radiactividad en las ruinas de Hiroshima».
Fracaso progresista
El especialista hizo mención al pasar, como ejemplo, a la experiencia del programa 678. “Yo les decía –aunque nadie me escuchaba– que la mejor manera de contrarrestar el influjo negativo de Clarín no era haciendo un anti Clarín sino haciendo otra cosa”.
También dijo que cuestionó a Página 12, diario del cual es columnista desde hace 30 años, “por pensar que por pegarle todos los días a (Mauricio) Macri en su primera plana lo iban a debilitar”. “Yo me desesperaba, me desgañitaba, aunque no me hacían caso, diciéndoles que soy sociólogo y sé de los que les hablo: ustedes le pegan todos los días a este personaje y al cabo de un rato lo logran victimizar y al fin y al cabo le hacen la campaña. No era esa la forma de combatirlo. Cualquier sociólogo por primitivo que sea sabe que aplicar una técnica de ese tipo tiene un efecto paradojal. Y así se pierde la ciudad (de Buenos Aires) en 2007”, señaló.
“Es la falta efectiva de un conocimiento de una tecnología que yo no los culpo (a los sectores progresistas) porque es algo que nunca hicimos, mientras que Estados Unidos lo viene haciendo desde que empezó”, reflexionó.
(Fuente: infogei.com.ar)