Se fue María Seoane y su sonrisa dulce nos dice que amanece
Escribe Alejandro C. Tarruella
María Seoane nos dejó una enorme tarea entre manos cuando el dolor nos paralizó y luego nos hizo caminar a quienes la tratamos, la queremos y la sufrimos, en el hacer las cosas, en el encuentro –del que era ferviente protagonista- y la búsqueda de respuestas frente a la realidad política y social. Siempre su mirada dulce adelante, su mano cálida, su abrazo, y el infaltable llamado a juntarnos para reencontrarnos siempre en la humanidad, el debate y la acción.
Militó con intensidad desde sus años jóvenes, pasó por el Comité Nacional de Recuperación Revolucionaria (CNRR) (Partido Comunista Revolucionario, PCR), el maoísmo de Vanguardia Comunista hasta llegar al Partido Revolucionario del Pueblo (PRT), y el Frente Al Socialismo (FAS). Tuvo que partir al exilio en 1977, yéndose a Brasil, luego Italia, donde formó parte al Comité Argentino de Solidaridad (CAS) y de allí a México, siempre trabajando en el periodismo y allí, en la Casa Argentina de Solidaridad. Pese a la persecución, Seoane nunca bajó sus banderas y su compromiso inclaudicable por la defensa de los derechos humanos y, a partir de su regreso al país en febrero de 1984, inició un largo camino de reivindicación de la Memoria, Verdad y Justicia a través de libros, publicaciones periodísticas e incluso incursiones en el cine.
María se había graduado en la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas, en Economía y a su regreso a la Argentina, coordinó talleres de periodismo y la cátedra de Investigación Periodística en el Máster de Periodismo de Universidad de San Andrés, Clarín y la Universidad de Columbia.
Al regresar al país, en febrero de 1984, escribió en la revista El Porteño, “El Periodista”, en los diarios La Voz, Sur, Clarín y Página/12 y en la revista “Noticias”. En el gobierno de Cristina, fue nombrada directora de Radio Nacional, mientras sus libros recorrían el mundo: «La Noche de los Lápices», “Todo o nada”, “El burgués maldito”, «El Dictador», «El saqueo de la Argentina» y «El nieto», donde revelo la historia de Ignacio «Guido» Montoya Carlotto», detenido y entregado por la dictadura y recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo. Incluso como consultora de la Organización de los Estados Americanos (OEA), realizó informes para la Relatoría de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En “La Noche de los Lápices”, con Héctor Ruíz Nuñez, puso en palabras en una investigación periodística que conmovió, la serie de secuestros, torturas y desapariciones forzadas que sufrieron estudiantes, varios menores de edad de la ciudad de La Plata, que reclamaba el boleto estudiantil en La Plata. En 1986, el director Héctor Olivera la llevó al cine siendo uno de los filmes emblemáticos en cuanto a la denuncia de la dictadura.
Con su libro “El burgués maldito”, sobre José Ber Gelbard, ministro de economía de Juan Domingo Perón, volvía a movilizar el pensamiento en torno de un conjunto de revelaciones que sonaban en torno a un personaje clave que había iniciado su trayectoria en la mitad de la década de los ’50. El trabajo de investigación de María, minuciosa y hasta obsesivo, permitía comenzar a ahondar en aspectos poco conocidos de la historia argentina. Esclarecía aportando una mirada aguda de hechos que hasta entonces, aparecían sesgados, lejos a su verdadera historia. Ella misma llevaría al cine el tema en un documental muy valioso.
Posiblemente su investigación sobre la trayectoria del dictador Jorge Rafael Videla, “El Dictador” de 2001, escrito junto a Vicente Muleiro, sea uno de sus aportes más destacados. También allí, la investigación sobresalió al revelar aspectos desconocidos del personaje a quien definitivamente desnudaba en sus contenidos históricos. Al mismo tiempo, se destacaba por sus investigaciones en el diario “Clarín” hasta su paso por “Página 12”, donde sostuvo sus convicciones, su pensamiento desde el que pudo acompañar al gobierno de Cristina, que la llevaría a ser nombrada como Directora de Radio Nacional, donde desarrollaría un gestión singular, amplia expresivamente y con contenidos que alcanzaban al conjunto del país. Incansable, María desarrollaba un proyecto y estaba convocando a hurgar en las necesidades de la realidad para hallar una acción y proponerla siempre en colectivo.
En reconocimiento por su libro “Todo o Nada”, la investigación sobre Santucho, recibió el premio Konex en 1994, el Rey de España (1998), por su investigación en Clarín sobre el golpe militar de 1976; luego tuvo dos Premios Julio Cortazar (2000 y 2003); un Premio Rodolfo Walsh (2002). Cuando en marzo de 2021, María era declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, recordaría en el reconocimiento la memoria de los desaparecidos y a las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo. Se la reconocía por sus libros, por el film de animación “Eva de la Argentina” (2011) y su extensa trayectoria como periodista. Su trabajo como directora de “Caras y Caretas”, encarando en cada número una investigación sobre personalidades históricas y de la cultura, devolvió vigencia a la labor de trabajar la historia, sus personajes más vibrantes a través de la firma de prestigiosos historiadores, investigadores y periodistas.
De ahí que con María, se nos va una personalidad incansable, caminadora, que propiciaba estar de pie en una vibración artística, como si en realidad fuese una artesana de la vida y el encuentro, que llamaba a hacer con la esperanza a cuestas. Y esa sonrisa dulce con que nos recibía en cada ocasión como si nos estuviera anunciando que siempre hay un amanecer que nos espera. Aún en el instante más duro como el que vivimos hoy en su partida.
