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Salida de YPF en Chubut y Santa Cruz: “La privatización encubierta va a convertirlas en Cutral-Co»

Las políticas y acciones llevadas a cabo por YPF en estos últimos años y especialmente con el abandono y venta de las áreas maduras en las provincias de Chubut y Santa Cruz serán recordadas como las que generaron uno de los dos peores impactos a lo largo de la historia de la compañía donde se demuestra la estafa y el desguace de la empresa de bandera. 

La investigación exclusiva efectuada por El Extremo Sur detectó que antes de vender las áreas maduras en la Cuenca del Golfo San Jorge YPF bajó las reservas petroleras para de esa manera disminuir el costo de sus activos y hacerlos más atractivos para los compradores. Solamente en el 2023 la compañía de mayoría accionaria estatal devaluó las reservas comprobadas de crudo en un 55% en el norte santacruceño, mientras que en la porción chubutense el mecanismo fue desigual y en al área de Campamento Central cayeron un 37%. 

El proceso de desinversión exploratorio que hace decrecer las reservas lleva muchos años y se intensificó desde el 2022, pero los últimos 25 años YPF decreció las reservas petroleras chubutenses en un 65% y en más del 80% en flanco norte santacruceño. Otra vez se aplicó una metodología similar que se había concretado a principios de los años ’90 para privatizar la compañía estatal en 1992 a un costo mucho menor.

Tierra arrasada es lo que deja YPF con el abandono y venta de los campos maduros a uno y otro lado de la Cuenca del Golfo San Jorge (CGSJ), especialmente en la zona norte de la provincia de Santa Cruz. 

Es que la petrolera con mayoría accionaria del Estado nacional se propone profundizar el proceso de explotación de los hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta localizados en la Cuenca Neuquina y para consolidar el proceso desinvirtió y se desprendió de buena parte de los activos que tenía en ambas orillas de la CGSJ. 

La reducción intencionada de las reservas comprobadas de petróleo hasta la vida útil de los yacimientos en Chubut y Santa Cruz Norte se registró especialmente en los años 2022 y 2023, pero se consolidó al revelarse los recientes registros oficiales de la Secretaría de Energía de Nación que mostraron las fuertes bajas informadas por la petrolera que actualmente comanda Horacio Marín, un ex CEO de Tecpetrol perteneciente al Grupo Techint que lidera Paolo Rocca. 

Las compañías petroleras se valorizan en función de las reservas que poseen y por consiguiente por el horizonte en años que permite calcular los niveles de producción. Cuantas más reservas posee una petrolera, mejor cotización alcanza en el mercado; es por eso que -al igual de lo que sucedió previo a la privatización de 1992– la actual baja de las reservas seguramente influyó sobremanera a la hora de ponerle valor de compra más bajo a las áreas que YPF sacó a la venta.

Por tratarse de una petrolera donde el Estado nacional controla el 51% del capital accionario, y donde los gobiernos tienen sentados representantes en el Directorio, habría que esperar que el tema de la baja de las reservas se convierta en un investigación oficial y pública para que los organismos estatales correspondientes -tanto técnicos como políticos- intervengan a la hora de determinar si existieron perjuicios ocasionados al erario público. 

Existen varias versiones que dan cuenta que para revaluar las 55 áreas maduras que YPF puso a la venta en la actualidad se habría contratado nuevamente a la consultora McKinsey, la misma que intervino en la privatización de 1992, aunque la propia compañía no lo confirmó ni tampoco aparecen públicamente datos que posibiliten corroborarlo hasta el momento. 

La consultora Gaffney, Cline & Associates fue la encargada a principios de los años ’90 de redimensionar a la baja -en un 28% de promedio- las reservas de la empresa a privatizar por el gobierno de Carlos Menem y la consultora internacional McKinsey & Company se encargó de armar la estrategia privatista para tasar la compañía en base a esas reservas. 

El gobierno menemista le encargó a McKinsey & Company un estudio para determinar cuál era la estrategia más eficiente para lograr la rápida reestructuración y desestatización de YPF, así fue como recomendó la reducción drástica de la plantilla de trabajadores a través de una política de retiros voluntarios que podrían hacerse efectivos con un crédito otorgado por el Banco Mundial y la transformación de la empresa petrolera estatal en una Sociedad Anónima. 

Lo cierto es que al igual que en 1992, cuando el menemismo privatizó la YPF, ahora el gobierno libertario -admirador de Carlos Saúl Menem- efectivizó un mecanismo de revalúo de las áreas y sus respectivas reservas llegando a una conclusión similar más allá del paso de un poco más de tres décadas. 

La venta de los 55 campos maduros que está concretando la actual conducción de YPF puede ser claramente catalogado como una reprivatización de una porción de la compañía, aunque en esta oportunidad “sólo” se desprende de los yacimientos convencionales maduros y se los transfiere al capital privado. 

Por fuera de este debate queda la resolución pendiente del pasivo ambiental que deja YPF después de un siglo de explotación petrolera en Comodoro Rivadavia y la región. No está claro aún quién se hará cargo de ese tema, ni cómo se resolverá la existencia de miles de pozos abandonados y los costos de remediación ambiental tras decenas de años de explotación petrolera deben hacerse cargo de las compañías concesionarias. YPF parece desligarse del tema y transferírselo a las compradoras de las áreas maduras, pero la cuestión sigue irresuelta. 

¿Otra vez se devaluaron reservas para reprivatizar? 

Lo realizado actualmente por YPF en la CGSJ bien puede ser catalogado como una estafa a los Estados provinciales de Chubut y Santa Cruz, pero no ha sido la única; quizás pueda ser considerada la primera de este siglo, ya que en el anterior se usó un mecanismo similar para luego privatizar la otrora YPF estatal durante el inicio de la década del ’90 y que fue denunciado por especialistas en materia petrolera como Roberto Kozulj y el fallecido Fernando “Pino” Solanas. 

Solanas expresó a diez años de la privatización de YPF que “entre tantos hechos negativos, debe recordarse uno que muestra la anatomía del despojo nacional. Poco antes de privatizarse la empresa YPF, los grupos interesados obtuvieron uno de los más grandes milagros del petróleo argentino: disminuir en un 30% las reservas de petróleo. ¿Cómo se logró tal achicamiento de la riqueza argentina? Desconociendo las reservas que registraba la empresa pública y la Secretaría de Energía, y cediendo la medición de las reservas a la consultora norteamericana McKinsey & Co. En 1988, la Argentina tenía 362,5 millones de metros cúbicos de petróleo, pero en 1990, según McKinsey, las reservas se habían reducido a 249,6 millones, o sea que desapareció un 31,1%, sin que hubiera aumento de la producción. ¿Qué puede presumirse de esta fenomenal rebaja de reservas?”. 

Sobre el mismo tema, el especialista en hidrocarburos Roberto Kozulj -investigador de la CEPAL y la Fundación Bariloche- advirtió una situación similar en una elaboración efectuada en el año 2002. 

El contador César Herrera y el licenciado Alejandro Jones también se adentraron en este tema y explicaron -cuando se cumplieron dos décadas de la privatización- que “al inicio de la administración menemista las reservas nacionales de petróleo se habían reducido a 345 millones de metros cúbicos lo que significaba un horizonte de 13 años, sosteniendo YPF la actividad exploratoria. Asimismo, podemos observar ya en el año 1992 el éxito inicial de la política de desnacionalización basada a nuestro juicio en el ocultamiento de reservas. El análisis de Gaffney, Cline y Asociados mostró resultados muy llamativos en las cuencas del Golfo San Jorge, Neuquina y Austral, con una disminución del 28% en las reservas comprobadas del país”. 

Discrecional baja de reservas en Chubut 

YPF se manejó de manera muy selectiva en materia de reservas petroleras en los yacimientos chubutenses, particularmente en este proceso de abandono de las áreas convencionales maduras. 

Dos de los bloques que acaba de comercializar con Pecom (Pérez Companc) lo muestran claramente. En el 2023 el área denominada Campamento Central/Cañadón Perdido reflejó una caída del 37% (3,252 millones de barriles más) en los reservorios de crudo Escalante. 

En contrapartida, las reservas de El Trébol/Escalante -el otro gran bloque vendido por YPF- experimentaron una suba que se ubicó en el 34,3% (1,811 millones de barriles menos) respecto de las contabilizadas en el 2022. 

Mientras que los otros bloques donde YPF contrala el 7% de la concesión que comparte con Tecpetrol la disminución fue en el 2023 del 26,3% (-7,448 millones de barriles). Las caídas más pronunciadas se suscitaron en La Tapera con el 34% negativo y El Tordillo con un retroceso del 29%; en tanto que Puesto Quiroga subieron el 54%.

Muy diferente fue sido el accionar de la petrolera con mayoría accionaria estatal en el área Manantiales Behr, donde las reservas del año pasado aumentaron un 3,5% (1,849 millones de barriles); es que allí la compañía seguirá operando y no la sacó a la venta. 

Debido a estas fluctuaciones la empresa logró cerrar el 2023 con un saldo positivo del 5,2% (3,453 millones de barriles). 

El último registro fuertemente positivo de la compañía en YPF se produjo en el 2018 y respecto de ese año la caída de reservas en el 2023 llegó al 36% en todo el territorio chubutense. 

En aquel entonces el precio del crudo Escalante se ubicó en promedio en los 63 dólares y el año pasado en los 69 dólares, pero las inversiones fueron menores para recuperar reservas porque YPF ya estaba de salida para focalizarse casi exclusivamente en Vaca Muerta. 

El petróleo crudo varía mucho en su composición y esto depende principalmente del tipo de yacimiento. Los crudos nacionales más representativos son dulces y van de mediana densidad a base intermedia, según apunta el libro “Aspectos técnicos, estratégicos y económicos de la Refinación de Petróleo”, un documento de formación que editó el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG). 

El Medanito es el más liviano del territorio argentino, del cual es más fácil extraerle como derivado cualquiera de las naftas que se usan habitualmente. Por su parte, el Escalante es más pesado y suele exportarse en buena medida porque faltan instalaciones en las refinerías adaptadas o apropiadas. Sin embargo, tiene muchas oportunidades con sus derivados. 

Otro aspecto importante independientemente de las características químicas de los crudos son los mercados. Dependiendo de las coyunturas y los precios internacionales vigentes, son más reclamados los pesados o los livianos. Así es que a veces los clientes hacen “blends” con diferentes crudos para ajustarlos a la necesidad de las refinerías de destino. 

Respecto del 2018 y frente al 2023 El Trébol mostró una caída del 61,2%; Campamento Central del 73,7%; las tres áreas donde controla el 7% de las acciones decrecieron el 41,2% y en Manantiales Behr la retracción fue del 15,8%. 

Si la comparación se efectúa contra el año 2011, antes que comenzara el desarrollo de Vaca Muerta, la merma respecto del año pasado fue del 18,9% en todo Chubut; del 49,1% en El Trébol; del 82,6% en Campamento Central; del 72,5% en las tres áreas de poca participación; y se registró una suba de las reservas del 25% en Manantiales Behr. 

En 1998 desembarcó Repsol en YPF tras el proceso de privatización y las reservas de la compañía mostraron una variación negativa del 2,8% a lo largo de 25 años. En El Trébol la desinversión en los reservorios trepó al 68,2% en ese extenso período; al 62,7% en Campamento Central y al 84,4% en las tres áreas donde controla solamente el 7% de las acciones. 

En contrapartida, en Manantiales Behr las reservas subieron el 131,1% en los últimos 25 años reflejando que siempre esa área fue prioridad para la petrolera y no sucedió lo mismo con las otras que ahora han sido vendidas; lo que demuestra que el problema con la recuperación de reservas tiene muy larga data además de la maniobra efectuada en el 2023. 

El desguace de las reservas en Santa Cruz Norte 

El panorama que reflejan los números de las reservas en la porción santacruceña de la CGSJ es completamente desolador y refleja una clara intención de desinversión, a lo que se suma la fuerte baja de reservas para la venta que se está concretando y de la que aún no se conocen los compradores como ya sí se hizo público en Chubut. 

Tanto es así que el paro de trabajadores petroleros que se está desarrollando en Santa Cruz tiene origen en la problemática de desinversión que está generando YPF en los yacimientos del flanco norte. 

Lo cierto es que las áreas maduras de Santa Cruz han sido desplumadas de reservas en el 2023, con una caída global de la compañía que se ubicó en el 55,3% (-48,268 millones de barriles) respecto de las registradas en el 2022. 

El yacimiento Los Perales/La Meseta es que el posee los reservorios de crudo más importantes del flanco norte santacruceño y la merma fue del 53,2% (-16,756 millones de barriles); mientras que en Cañadón León/Meseta Espinosa -el segundo en relevancia- el achicamiento fue del 44,8% (-11,108 millones de barriles). 

Cañadón La Escondida/Las Heras -es el tercero en importancia- el retroceso fue del 40,5% (-6,705 millones de barriles) y no menos relevante es el registro en el área El Guadal/Loma del Cuy ya que YPF no registró reservas en el 2023 mostrando una retracción del 100% (-8,246 millones de barriles). 

Algo similar sucedió en el yacimiento Pico Truncado/El Cordón donde la petrolera estatal no informó reservas y la contracción fue del 100% (-3,000 millones de barriles) y en área Cañadón Yatel la caída fue del 71,4% (-1,711 millones de barriles).

Mucho peor resulta el panorama si se comparan las reservas informadas para el 2023 con las 2018 ya que la caída global de YPF en territorio santacruceño se eleva al 74,4%; con decrecimientos en los tres yacimientos más importantes del 72,8% en Los Perales, del 72,4% en Cañadón La Escondida/Las Heras y del 55,1% en Cañadón León/Meseta Espinosa. 

Respecto del 2011, antes del lanzamiento de Vaca Muerta, el achicamiento de los reservorios de la zona norte santacruceña ascendió al 79,5% para todas las áreas controladas por YPF y resaltando una caída del 76,4% en Los Perales, del 74,7% en Cañadón La Escondida/Las Heras y del 70,1% en Cañadón León/Meseta Espinosa. 

Mientras que si la comparación se extiende hasta 1998 los resultados son aún más pronunciados con decrecimientos del 86,3% para el conjunto de los yacimientos que administró YPF en la porción santacruceña de la CGSJ. El área de Los Perales tuvo un impacto negativo en las reservas que se ubicó en el 83,6%; del 84,4% en Cañadón La Escondida/Las Heras y del 63% en Cañadón León/Meseta Espinosa. 

Vidal apoyó, pero ahora patalea 

El gobernador santacruceño Claudio Vidal encabezó esta semana el acto de los petroleros contra YPF, criticando al presidente de la compañía y buscando acelerar el proceso de salida; pero el mandatario provincial abaló e impulsó la salida de YPF en el directorio de la empresa y viene haciendo campaña con el tema desde que asumió en su cargo.

Más allá de sus contradicciones, Vidal indicó que en el acto a los pies del Gorosito que “lo que está sucediendo en YPF es una decisión política de muchos años y eso se ve reflejado en lo que está sucediendo” en los yacimientos convencionales de Santa Cruz y todo el país. 

“YPF decidió abandonar todos los yacimientos convencionales, no le tenemos miedo, que se vayan cuanto antes porque perdimos 12.000 mil millones de pesos en regalías y eso perjudica a las políticas de la provincia, genera más pobreza y es una barrera para que el Estado pueda avanzar en los sectores más vulnerables. No es lo mismo que YPF se vaya hoy o el año entrante”. 

En ese marco, resaltó que “le quiero dejar un mensaje al actual presidente de YPF. YPF no se puede ir sin hacerse cargo del grave pasivo ambiental que viene gestando en esta provincia y si las empresas entrantes se van a hacer cargo tienen que decirlo porque los santacruceños no nos podemos quedar con las manos vacías”. 

Y disparó: “Cómo puede ser que YPF, en esta retirada cobarde, quiera condicionar a las nuevas empresas de pagar un precio de barril diferenciado a lo que marca el mercado internacional y condicionando a las posibles operadoras que quieren venir diciendo que ellos son los únicos compradores de nuestros recursos, eso nos condiciona en el futuro”. 

Este último párrafo de su discurso fue toda una revelación ya que hasta ahora no se sabía de esos condicionamientos y que la conducción YPF los estaría imponiendo para los compradores de las varias áreas que la petrolera tiene a la venta en Santa Cruz, tanto en materia de ser el único comprador del crudo producido en el futuro como el precio diferencial en que deberían vendérselos las nuevas operadoras. 

El desastre provocado en YPF durante los últimos 30 años 

La debacle de YPF comenzó con la dictadura militar y la política de vaciamiento y endeudamiento de la compañía estatal, pero se profundizó en los ’90 con la privatización menemista. 

La llegada de Repsol en 1999 no se tradujo en una mejora sustancial y con el paso de los años el panorama de la petrolera fue empeorando, inclusive con la denominada «argentinización» que llevó al Grupo Eskenazi a controlar un porcentaje de las acciones en plan de asociación que impulsó el kirchnerismo en la segunda mitad de la década del 2000. 

Producto de ese proceso hoy existen fondos buitres reclamando una compensación millonaria por lo que luego sería la estatización parcial. 

El ingreso de capitales argentinos tampoco dio resultados positivos y en el 2012 Cristina Fernández de Kirchner avanzó con la expropiación de Repsol para quedarse el Estado nacional con el 51% de las acciones de la compañía. 

Lo que originalmente se propuso como el autoabastecimiento energético terminó desembocando tan solo en el desarrollo originario de Vaca Muerta en la Cuenca Neuquina. Fue una enorme oportunidad perdida, pero quizás el objetivo no era modificar sustancialmente la raíz del problema, sino más bien encontrar una salida simplista al cuello de botella generado por el consumo energético y la necesidad de importar gas natural en barcos a altísimos costos que desequilibraban la balanza comercial y deterioraban las reservas en dólares. 

Ni siquiera los altísimos precios del crudo que se dieron a mediados de la década pasada consiguieron romper la inercia decreciente de reservas y producción. En el caso de Chubut y Santa Cruz las renegociaciones anticipadas de las concesiones no torcieron la balanza de manera significativa y los problemas se fueron ahondando. 

El macrismo le aportó a YPF una impronta mercantilista y tampoco cambió el curso de una historia que ya estaba signada por la incapacidad o la negativa de los sucesivos gobiernos de romper la inercia y retomar una senda contundentemente contraria a la que se había iniciado en los ’90. 

Con la mirada puesta esencialmente en Vaca Muerta, el último gobierno kirchnerista, el macrista y el de Alberto Fernández desembolsaron miles de millones de dólares en subsidios para financiar e impulsar su despegue, mientras los yacimientos no convencionales maduros fueron abandonados anticipadamente. 

La actual YPF desinvirtió en la CGSJ y comenzó su retirada de Chubut y Santa Cruz mucho antes de la llegada de Milei, pero el arribo del gobierno libertario le puso el moño a un proceso de abandono y venta definitiva de los yacimientos convencionales maduros para focalizarse en la producción de Vaca Muerta con la que aspira a hacerse, a través de la exportación y despreciando el autoabastecimiento ara el consumo interno, de los dólares necesarios para el país. 

La argentinización, las renegociaciones anticipadas, la estatización parcial y el manejo mercantil fracasaron como políticas energéticas, motivo por el cual hoy en día se padecen los problemas que profundizan la problemática. 

La gestión Milei le hecha más leña al fuego y reprivatiza los campos maduros bajando los niveles de reservas para desvalorizar una parte de la actividad que ya no es prioritaria. Todo apunta a seguir aumentando la producción de no convencionales en Vaca Muerta, pero no para bajar el costo de la energía, aumentar el consumo e industrializar el país, sino que las expectativas están puestas en desarrollar las exportaciones primarizadas y sobre la base de una matriz de exclusión y colonialismo. 

Mientras tanto, Chubut y Santa Cruz cada vez quedan con menos reservas y menos niveles de producción hidrocarburífera, huérfanas de una perspectiva de desarrollo con vistas a mejorar la capacidad productiva y la calidad de vida de los habitantes de la región y el país. 

Lo que parece ser una retirada de YPF o privatización encubierta avanzando sobre áreas maduras convencionales, puede provocar efectos que en los años ´90 fueron devastadoras para las regiones patagónicas, dando el surgimiento del movimiento piquetero que cortaban las rutas petroleras con saldos de miles de despidos. Cutral-Co fue un claro ejemplo que pareciera ser un destino inevitable. 


Crédito: Extremo Sur y Boca de Pozo

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