No es tiempo de discursos y consignas: es tiempo de acción
El discurso y los hechos. Una vieja dicotomía que pocos pudieron resolver. Muy pocos en la historia de la Nación.
Estamos atravesando el desierto de la oposición con tormentas que comenzaron a arrasar cualquier vestigio de Justicia Social.
Los hechos son insoslayables. Los dirigentes sindicales se debaten entre lo que las bases exigen y sus expectativas personales. Discursos peronistas y acciones tibias y testimoniales para las cámaras de TV, sosteniendo argumentos acerca de los tiempos y las ocasiones propicias, como si las panzas de los pibes que sienten hambre comprendieran de situaciones propicias…..
Por otro lado, la dirigencia política, salvo honrosas excepciones, se debate entre la proclama de unidad y las acciones concretas. Todos hablan de Unidad y muy pocos, muy pocos en serio están pensando en la concreción de una estrategia común para hacer frente al desastre indolente que ocupó la Rosada.
Para unos, la unidad es a costa de entregar banderas, para otros es a costa de aceptar supremacías consabidas sin chistar. Difícil…
La entelequia es una irresponsabilidad frente a la realidad acuciante que sufre nuestro Pueblo. Los diagnósticos resuenan a redundancia y el camino nos lleva inexorablemente a lugares ya vividos.
El descrédito social es el peor castigo que recibe un dirigente político. El descrédito no es producto de la acción bélica de la prensa hegemónica exclusivamente.
Individualmente, no caben dudas que los deseos de encontrar soluciones que nos acerquen a la solución de las encrucijadas, es el deseo de cada uno.
Pero la política no es un juego de individualidades, es un proceso colectivo en el que las verdades absolutas deben quedar a un costado para dar paso a la escucha y las alianzas necesarias para cumplir objetivos.
Difícilmente se puedan concretar alianzas desde el púlpito de la admonición que evidencia que “el otro se equivocó”. Difícilmente se logren posiciones que seduzcan al electorado recitando logros pasados, la política es FUTURO.
La realidad es volátil y peligrosamente inestable, encontrar el camino a la empatía social parece complicado frente a la endogamia repetida y obcecada.
Las responsabilidades son variadas en la dirigencia opositora, quienes tienen responsabilidades territoriales concretas, hacen malabares diversos para frenar una estampida de bronca popular que vicia el ambiente, quienes detentan responsabilidades legislativas parecen naufragar en el mar de roscas alejadas del pulso que late cada vez más alocado hacia la explosión social.
Los discursos deben, hoy más que nunca, tener un correlato en los hechos. Ante la falta de conducción real y concreta, explicitada hasta el hartazgo, las lecturas del Oráculo no estarían siendo el camino adecuado.
EL tic-tac alocado indica que no hay demasiado tiempo para onanismos rancios con olor a naftalina ni espacio para “agradar” a las jefaturas autoimpuestas.
Hay momentos en que el pueblo sintetiza en la acción los pasajes más significativos de su historia, dijo el Gringo Tosco y cuando el Pueblo diga BASTA, la ola de descrédito nos llevará puestos a todos y todas. 2001 no fue un relato y no hay un Kirchner que se visualice en lo inmediato para sacarnos del infierno conocido.
El bastón de mariscal arde en las mochilas. Animarse a sacarlo o no es lo que marcará la diferencia.
No es tiempo de declamaciones, sino de acciones concretas. La destrucción de la PATRIA LIBRE JUSTA Y SOBERANA ya comenzó.
Solo quedarán en pie luego del naufragio quienes sean capaces de sintetizar discurso y acción en una UNIDAD CONCRETA. El resto será residuo de la historia y los residuos no se clasifican en orgánicos e inorgánicos, el barro es el mismo para todos y todas.