¡No disparen!
Robert Capa (seudónimo de Endre Ernö Friedman) fue un corresponsal gráfico de guerra y fotoperiodista húngaro. A los diecisiete años, dejó su país de origen luego de haber sido arrestado por manifestarse en contra del gobierno dictatorial. Su primera fotografía publicada data de 1932 y es la imagen de Trotsky dando una conferencia sobre la Revolución Rusa. En dicha ocasión estaba prohibido el ingreso con cámaras fotográficas pero Capa logró pasar la suya sin ser advertido. En el momento en que iniciaba una prometedora carrera, tuvo que huir de Alemania escapando de los nazis para luego instalarse en París.
Escribe Alma Rodríguez
Capa fue siempre un fotógrafo de trinchera, metafórica y literalmente. “No me interesa hacer imágenes bonitas. Ardo en deseos de contar la historia”. Para lograr su objetivo de contar la historia a través de sus imágenes, cubrió la segunda guerra chino-japonesa, capturó momentos como la despedida de las Brigadas Internacionales, la batalla del Ebro y la vida de los refugiados españoles ante el avance franquista entre otros acontecimientos de la historia mundial contemporánea.
En la madrugada del 25 de mayo de 1954, estando presente como corresponsal de guerra en Vietnam, decide adelantarse para fotografiar el avance y, alcanzado por una granada, en pleno campo de batalla, muere. La leyenda dice que murió disparando su cámara. Una de sus frases más conocidas se convirtió con el correr del tiempo en uno de los principales leimotiv y principios del fotoperiodismo: “Si tus fotografías no son lo suficientemente buenas, no te has acercado lo suficiente.”
La cámara fotográfica constituye una de las armas más peligrosas y amenazantes para quienes están en el poder porque pone a la vista de los otros aquello que los poderosos deciden no mostrar, lo que debe mantenerse oculto. El ejemplo más claro de los últimos años de la historia de nuestro país es el de José Luis Cabezas, quien dejó al descubierto gran parte del entramado mafioso de la Argentina neoliberal de los noventa y cuyo trabajo y compromiso con la imagen le costó la vida.
La cámara fotográfica constituye una de las armas más peligrosas y amenazantes para quienes están en el poder
El miércoles pasado la Policía de la Ciudad reprimió una protesta de los trabajadores de la cooperativa Madygraf. Allí fueron golpeados y arrestados los fotógrafos Bernardino Avila, de Página 12, y Pablo Barrientos de Revista Cítrica. Bernardino Avila es quien, además, días atrás, había disparado su cámara con la que logró la foto que luego se volvió viral: una anciana juntando berenjenas durante el feriazo en Constitución en el que también actuaron las fuerzas de represión de la Ciudad de Buenos Aires. En el momento de la marcha y detención de los fotógrafos ocurrida durante la semana pasada, hubo, además, un agravante que también aparece registrado y que lo constituye la marcación por parte de unos de los policías que luego los reprimen.
El periodismo opositor, que no cuenta prácticamente con medios económicos para financiarse puesto que este gobierno ha decidido ahogarlos, amedrentarlos, asfixiarlos hasta acallar la mayor cantidad de voces críticas posibles, se ha convertido en el blanco contra el cual deciden deliberadamente disparar. ¿Quién está dispuesto a negar que la censura, en este país, por estos días, existe? ¿Cuáles son las fuentes de información además de los grandes monopolios mediáticos conformados por el grupo Clarín o La Nación? ¿Cómo hacer para informar y mostrar lo que pasa en las calles si en ninguno de estos medios aparece?
¿Quién está dispuesto a negar que la censura, en este país, por estos días, existe?
En estos casi cuatro años de macrismo durante los cuales los medios hegemónicos fueron armando una puesta en escena en base a narración e imagen para armar el relato M que tiene como punto y eje central la demonización del kirchnerismo y el silenciamiento de voces disidentes, lograron conformar una prensa adicta. Y si efectivamente es como decía Capa, “Si tus fotografías no son lo suficientemente buenas, no te has acercado lo suficiente”, habrá que tener mucho cuidado porque acercarse demasiado en tiempos de Bullrich puede costar la vida.
