Massa fue mejor con una sólida propuesta. Bergman se destacó pero no puede

Escribe Alejandro C. Tarruella

Para Sergio Massa el escenario el debate santiagueño confirmó que su candidatura no fue una elección al boleo. Sin duda, más allá de las presuntas sutilezas de los encuestadores, hoy en franco retroceso, fue el más sólido expositor, el que tuvo propuestas amplias y comprensibles –Bullrich y Milei en particular tuvieron tramos de discurso que exigía traductores- y un cierre apelando a la esperanza que dejó abierta su postura a la decisión de los electores. El otro candidato que tuvo una solidez semejante, fue Miryam Bergman, con la particularidad de que no iba por lograr entrar en el ballotage sino por el testimonio, cuestión central para para partidos de izquierda con es el caso de su frente que proviene del trotskismo. Ella tiene credibilidad y hasta cierto encanto en la escena que provee la televisión.

El alto nivel de encendido y participación ciudadana, en una noche de luna intensa, habla una vez más de la calidad del pueblo argentino, su interés, su involucramiento, su grade de responsabilidad ante la situación del país.

Milei tuvo un pequeño elemento de sorpresa dado por el hecho de que se cuadró –porque su conglomerado tiene un ingrediente milico de los días de la dictadura- cuidándose de no cometer excesos como cuando insultó al Papa Francisco, o denigró a una periodista en provincia, o cuando insulta con facilidad de comisario. No tuvo propuesta sino exabruptos reiterados como la dolarización, el exterminio de la escuela pública, los jubilados con la vuelta de las AFJP, el negacionismo de las desapariciones donde procura encubrir la acción represiva de la dictadura militar, y la presentación de su vice, vinculada a los represores a los que alista para su gobierno. No pudo explicar su dolarización porque es imposible y no es muy avezado en el habla. Puede tener un público afín a su delirio pero no parece, como lo señaló Bergman al calificarlo como un “gatito mimoso” del poder corporativo. Cuando pidió 25 o 30 años, se supone que para gobernar, parecía exigir un tiempo de tiranía al modo del general Onganía, que alucinó alguna vez, 20 años de gobierno. También se equivocó como cuando afirmó que solo se crece con inflación. Su discurso no va más allá de una suerte de nihilismo de mercado. En un decir lo que venga se dice lo que sale.

Un detalle fue la prescindencia del tema Insaurralde que no tuvo más que algunas menciones y una respuesta firme de Sergio Massa. Lo mismo ocurrió con el tema de las tarjetas en la legislatura bonaerense. Por lo visto, ambas acciones, repudiables y que exigen que los candidatos se hagan cargo de sumar una reforma del Estado, no estaban en la planificación opositora o sencillamente, en el fragor de los ida y vuelta, se perdieron en la improvisación en particular de Milei y Bullrich.

Tanto Bullrich como Milei leyeron parte de sus alegatos, lo cual no suena muy serio ante un público que a saber por las respuestas, lo detectó. Bullrich se trabó varias veces, tuvo párrafos inconsistentes y no redondeó una propuesta de la cual se pudiera detectar una intención de gobernante. Por eso, apeló en varias ocasiones a repetir, como podía, partes de sus spots publicitarios. De haber podido recurrir a ellos se la hubiera podido comprender un poco más en particular, en su fuego de consignas.

Uno que se va sin problemas

Schiaretti hizo algo común a su carrera en general. Como no tiene opciones en el plano nacional, habló para su electorado de Córdoba. Al señalar el AMBA centrismo, subrayó un tema en el que las provincias tienen razón y permitió recordar al conjunto de los expositores, que el país es algo más que Buenos Aires porque en general, hubo escasas menciones a las provincias. Algo común a la mirada de puerto, centralista aunque se diga lo contrario, que observa al país como una sucesión de representaciones menores cuando cruza la general Paz o sale del límite bonaerense. Lo que no se le puede creer, como lo planteó una y otra vez, es en el idealismo pícaro de su exposición acerca del Estado de Córdoba, cuya deuda –que haría temblar a más de uno- no expuso. Schiaretti, dirigente montonero devenido en menemista, y empleado de empresas de Franco Macri, está en el final de su carrera y no es más que un dirigente del establishment corporativo político post Malvinas. Nada más.

Massa fue sólido también en presentar datos de un programa a realizar, es el caso de la “moneda digital argentina” para actuar en el mundo global al tiempo de permitir “que los que tengan dinero en el exterior lo puedan traer”. Anunció penas de prisión y subir penas a los que fugan y no pagan impuestos al tiempo de propiciar un programa exportador y apoyar a pymes y economías regionales con reducción impositiva. Recordó Massa que la deuda del FMI fue obra del macrismo y concluyó: “Sean patriotas, defiendan nuestra moneda”. Massa se presentó con una bandera argentina en la solapa e hizo alusión a la soberanía de las Islas Malvinas. En todo eso consistió su diferencia. Falta acaso trabajar el tema federalismo, movimientos obrero y sociales, la importancia de la economía popular, las cooperativas en la nueva conformación del país, la reconstrucción de ciertos tramos de la vida rural, destruida por el delirio de la soja. Y un aspecto más: Educación, salud y cultura.

“A la urna no vayas ni con bronca ni con miedo, andá con esperanza”, cerró Massa que va a profundizar su lugar en el segundo debate. Sería importante que se marcara que la esperanza coincide con la de la dirigencia que debería sumarse en su conjunto, en particular la de UxP, que deber terminar de resolver el tema del ministro de gobierno bonaerense para ayudar al candidato y dar un mensaje contundente al electorado. Massa había dicho que el viajero Insaurralde, “cometió un grave error y debe renunciar también a su candidatura en Lomas de Zamora”. El hecho tiene que anticipar el próximo debate. Es más, podría decirse, que es el paso previo para apuntalar su camino.