Macri toca el charangusvarius como ninguno
Jaime Torres y el charangusvarius en el Centro Cultural K.
Un sorprendido asistente a un concierto de charangos en el Centro Cultural Kirchner, presenció un episodio de otro planeta y decidió contarlo.
El día en cuestión, un grupo de unos 30 muchachos hacía un concierto de charangos y Jaime Torres iba como maestro a sumarse a una exposición única del instrumento. Cambiemos había echado a cientos de empleados acusándolos de desconocer el trabajo y estigmatizándolos con una calificación que no está en ninguna ley: ñoquis.
El gobierno incorporó -luego de una ardua selección-, a personal «idóneo», preparado en «duras jornadas».
El CCK tenía anuncios de la presencia de Jaime Torres en todos los medios de comunicación; el reconocido artista llegó con su charango a la recepción, y entonces, el insólito diálogo:
-¿Quién es usted? – le preguntó la empleada que, por lo visto, no tenía idea de quien llegaba.
-Jaime Torres – dijo a secas el notable músico argentino.
-¿A qué se dedica?
-Soy músico.
-¡Ah! – resopló- ¿Qué viene a hacer?
-Vengo a participar de un concierto.
-¿Qué instrumento toca? – disparó la empleada que -sí- había pasado la rigurosa selección del cambio.
-El charango, señorita– escuchó el ahora sorprendido asistente al concierto que seguía la escena.
-¡¿Que?! – la empleada creyó que le hablaba en danés antiguo, idioma que bien pudo manejar Borges y saber, posiblemente, con que se comía el término charango.
El interlocutor distante observó que Torres se movió, ligeramente molesto ante la insólita situación.
-Toco el charangusvarius– se le ocurrió al charanguista en una delicada ironía. Ante la insolencia del Estado, respondía con arte.
-¡Ah! – volvió a resoplar la empleada. Tomó entonces un tarjetón, escribió el nombre del músico y donde se exigía expresar el instrumento, escribió con claridad: charangusvarius.
Jaime Torres disfrutó mucho el concierto que significaba el compromiso de las nuevas generaciones con el instrumento al que su tarea de muchos años dignificó. La empleada del cambio, por su parte, quedó convencida de que el charangusvarius había estado presente en ese evento.
