Shakira y Bizarrap sacudieron los charts y dejaron para el análisis un producto cultural que dice mucho de nuestras sociedades.
Por Carlos Almenara
Una de las consecuencias de la sociedad mediatizada es la virtual imposibilidad de escapar al influjo de notas del espectáculo y la farándula en temas con alto impacto en la comunidad. La grabación de la Sesión 53 de Bizarrap con Shakira fue uno de esos casos. La canción que versa sobre la separación de la propia Shakira del, también archiconocido, ex futbolista Gerard Piqué, fue extensamente comentada y seguramente, ud. lectora, lector, sabe perfectamente de qué hablamos.
Bizarrap con Shakira
El evento tiene infinidad de puntos desde los cuales profundizar el análisis. Como producto artístico y de consumo masivo, es, evidentemente, de altísima calidad técnica. No es una sorpresa viniendo de Shakira y Bizarrap. En cuanto a las preferencias musicales, eso va en cada quien, aunque los artistas han demostrado saber dar en la tecla de la masividad.
También es posible disparar la reflexión para el lado del sujeto expuesto, sin intimidad, con vida privada exhibida públicamente, farandulizada, tal el caso de la familia de Piqué y Shakira. Cómo se construye una familia que lleva su vida, con todas sus vicisitudes, al tiempo que cualquier persona anónima está informada al día de las novedades, peleas, arreglos. Cómo lo llevan los menores. Cómo armoniza eso con el producto exitoso en que se convirtió la información sobre sobre cualquier la pareja y los hijos. ¿Es compatible “vender” (informacionalmente) la familia con construir relaciones sanas?
Desde ya, Piqué y Shakira son dueños de hacer lo que quieran con la ventilación o no de sus desavenencias, como tantos casos similares en la farándula.
Otro punto que podría invitarnos a la reflexión y que ha sido motivo de renovados análisis recientes, tal el caso de Sandra Russo, es el del modelo del amor romántico.
Como quiera que sea, nos guste o no, la Sesión 53 de Bizarrap con Shakira es un producto cultural que refleja, en buena medida, nuestras sociedades. Y allí aparece algo en lo que nos queremos detener. Será nuestro disparador.
Aquí podés leer la letra completa de Shakira – Bizarrap: https://www.letras.com/bizarrap/shakira-bzrp-music-sessions-vol-53/
Me dejaste de vecina a la suegra
Con la prensa en la puerta y la deuda en Hacienda
Te creíste que me heriste y me volviste más dura
Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan
Con la fuerza de un discurso repetido por millones se convierte en un emblema “feminista”. En el grito de rebeldía realmente existente. El modo de enfrentar la decepción amorosa, no es la tristeza, la melancolía, la “vendetta”, sino la “facturación”.
Es interesante hincar el diente aquí.
Las mujeres no trabajan, las mujeres facturan, que es la versión individualista, neoliberal, de la explotación capitalista pero en calidad de autónomo. Un signo de los tiempos que reemplaza la incorporación de la mujer a la fuerza laboral, otrora industrial y, eventualmente, sindicalizada.
¿Pero es que debemos asumir que sea ese el único feminismo posible? ¿Un canto al individualismo neoliberal, a la negación de los derechos laborales?
Claro que no.
Argentina tiene contraejemplos fuertes y virtuosos. Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo constituyen el pilar de mejor ética argentina. Un ejemplo para toda la humanidad. Con enorme diversidad en sus perspectivas, todo el movimiento de Derechos Humanos nos remite a otros modos de afirmación de la mujer. Modos solidarios y comprometidos con la realidad nacional.
La causa militante puede tener, y seguramente tiene en cada caso, motivaciones psicológicas variadas, pero que quedan subalternizadas respecto de la causa colectiva que se defiende, referida al mundo real, externo a mí mismo, que me agrupa y solidariza con otros. Aún cuando el resultado de la lucha tenga un componente de materialización benéfica personal, no es individual si no para el conjunto.
Lo postula Shakira, “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. La respuesta es una hiperintegración al mercado. En el límite, extendiendo algo la propuesta, sería el fracaso del modelo de familia patriarcal lo que lleva a una reacción individual.
Si hay algo que no es justo es, precisamente, el mercado. Ofrecer la facturación como salida es algo que está solamente al alcance de Shakira y pocas más, para las mayorías solo sería una sumisión esclavista a las redes de trata. ¿Dónde más podrían facturar las masas de mujeres que cantan al ritmo de la colombiana?
La propuesta de Shakira también colisiona con la génesis de los pañuelos verdes. No es el fracaso del modelo patriarcal en “mi” historia personal lo que lleva a la lucha por la igualdad sino el rechazo conceptual al mismo, no porque fracasé sino porque no lo quiero, probablemente nunca lo quise, y rechazo las implicancias sociales que conlleva.
El producto cultural tiene vida propia y produce efectos colectivos. Naturaliza conductas y significados. Es necesario que digamos que hay un mundo bello posible. Así no lo hubiere, igualmente diríamos que lo hay. Y esa belleza nada tiene que ver con mujeres ni hombres que facturan.