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La verdad y la mentira en debate

El debate resultó mucho más útil de lo que se esperaba. No tenía los conductores adecuados en un sentido democrático, no había mujeres entre los elegidos y todos responden a corrientes políticas más cercanas a Macri. Sin embargo, permitió observar la solidez de Daniel Scioli a la hora de mostrarse como el candidato con más posibilidades de presidir el país el próximo 10 de diciembre.

Macri fue sus dudas, sus afirmaciones que se contradicen a partir de la marcación que le hizo Scioli. Si es posible medir el debate, el candidato del Frente para la Victoria obtuvo una clara ventaja.

Macri le habló siempre como si lo hiciera a quien está seguro que va a ser el próximo presidente de los argentinos. Intentando una imagen que no condice con su clase, camisa sin corbata, el candidato de Cambiemos tuvo momentos de temor, dudas, repitió palabras en un instante en que perdió el hilo de su discurso.

Macri le habló siempre como si lo hiciera a quien está seguro que va a ser el próximo presidente de los argentinos

Se lo vió nervioso en los dos primeros bloques. Scioli le marcó el espacio en el que se desenvuelve cuando se resistió a responder aquello que correspondía al gobierno o a Aníbal Fernández.

Desde el principio, el candidato del FpV le señaló a su opositor dos cosas. La primera, que Macri miente; da un discurso shopping de esperanza amarilla y prepara un ajuste: el fin de los subsidios de inclusión.

En segundo lugar, que lo que el candidato dice sobre funcionarios o el gobierno de Cristina, no está referido a él, cuyo tiempo comienza el 10 de diciembre.

Las agresiones de Macri a Scioli fueron salidas del libreto que le dictó Durán Barba y que tenía escrito sobre su atril

A partir de ese límite, que quedó claro, expuso aspectos de su propuesta que podrían sintetizarse como una continuidad en la transformación, dentro de una etapa que denomina «desarrollo».

Las agresiones de Macri a Scioli fueron salidas del libreto que le dictó Durán Barba y que tenía escrito sobre su atril. Se pudo observar que recurría a papeles en medio de algunas exposiciones.

Scioli se mantuvo firme, con convicción respecto del lugar en el que se encontraba. Mientras que Macri, al insultar –ante lo cual no fue reprendido en razón de los protocolos firmados para el debate- se salió del lugar de candidato para colocarse en el rol del empresario de San Isidro que detenta el poder unitario en la Capital Federal.

Al insultar, Macri pasó a ocupar el rol de empresario de San Isidro que detenta el poder unitario en la Capital Federal

Un detalle: cuando Scioli le señaló con sutileza el proceso que tiene por las escuchas en su carácter de Jefe de Gobierno de la Ciudad, la respuesta del empresario Macri fue llamarlo, otra vez, mentiroso.

Tuvo que salir de su discurso estilo spots y mostrar uno de sus peores recursos: la soberbia. Ahí apareció el hombre del Newton. Y como dijo Maurice Closs, el gobernador de Misiones, «parecía un muchacho del colegio secundario peleando con un compañero de clase».

Scioli remarcó que Macri, bajo el engaño del término «cambiemos». había metido en su discurso el recurso para esconder un ajuste. Ese ajuste llevaría a que el país pueda volverse a arrodillar para pagar a los buitres, sacar los subsidios de inclusión, destruir políticas educativas, en fin: un camino al fracaso colectivo.

Macri tuvo que salir de su discurso estilo spots y mostrar uno de sus peores recursos: la soberbia.

Macri, en cambio, no salía de señalar a Scioli como si fuera el gobierno de Cristina o alguno de sus funcionarios.

Careció prácticamente de gestualidad, un dato central en la dramática que exige un debate. Su rostro expresó, incluso, contrariedad, cierto rasgo de temor, confusión.

Mientras que Scioli utilizó la emoción -con dosis muy medidas- para sostener su discurso. Llamó compañeros a los trabajadores, citó sus rasgos de vida sobre el final, e incluso hizo mención a la suerte de su padre, perdido en las etapas de neoliberalismo del país.

Macri no hizo más que señalarle a Scioli errores del gobierno de Cristina o alguno de sus funcionarios

Por eso, el candidato del FpV tuvo una clara ventaja en el debate. Macri asistió para agredir al candidato al que cree, inconsciente o conscientemente, ganador.

Hasta para acusarlo de mentiroso, lo hizo con una gestualidad depresiva, que denotaba que estaba perdiendo su postura. Solo en sus dichos finales retomó la línea del discurso shopping que carecía ya de peso.

El debate para Scioli es así, un paso decisivo en la camino a ser el próximo Presidente de los argentinos. Para Macri, un instante difícil, un paso en falso y tal vez una pronta pero definitiva señal de que las aventuras de los que ríen para llamar a la tristeza, se acaban una noche sin nombre. Tal vez esta misma noche.

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