Se trata de un nuevo trabajo desarrollado por científicos del CONICET y publicado en el exterior. En las conclusiones del estudio queda reflejado que las concentraciones son causa del modelo agrícola vigente. Santa Fe, el territorio más complicado. La vida acuática, en peligro.
En julio del año pasado se dio la primicia de que toda la cuenca del río Paraná, considerada la segunda más importante de Sudamérica detrás de la que comprende al Amazonas, está altamente contaminada con el herbicida glifosato o AMPA, su degradación.
Ahora, una segunda entrega del material publicado por la revista internacional Environmental Monitoring and Assessment, eleva la vara a un nivel todavía más dramático: las aguas y el lecho del Paraguay y el Paraná presentan grandes concentraciones de insecticidas como el endosulfan – de uso prohibido en el país desde 2013-, la cipermetrina y el clorpirifos.
Como en la ocasión anterior, el monitoreo lleva la firma de, entre otros, Alicia Ronco – fallecida en noviembre del año pasado- y Damián Marino, ambos especialistas del CONICET, y afirma que el grado de contaminación detectado supera los límites establecidos para la protección de toda la vida acuática.
En sus conclusiones, el monitoreo señala que los altos niveles de plaguicidas constatados en agua y sedimentos tienen como causa la utilización de estos productos para la práctica agrícola en todos los territorios que atraviesa principalmente el Paraná.
“La agricultura intensiva aporta cargas significativas a los afluentes en los tramos medio e inferior y estos luego llegan al curso de agua principal. A pesar de que hay diluciones y descargas, el nivel de concentración es tal que los productos se pueden detectar en la corriente de agua. Estos hallazgos exponen la necesidad urgente de regular la aplicación de pesticidas en la cuenca”, afirma el trabajo.
La agricultura intensiva aporta cargas significativas a los afluentes en los tramos medio e inferior y estos luego llegan al curso de agua principal. A pesar de que hay diluciones y descargas, el nivel de concentración es tal que los productos se pueden detectar en la corriente de agua.
El documento destaca que en la región relevada “la utilización de plaguicidas aumentó 900% en las dos últimas décadas por efecto de la introducción de cultivos biotecnológicos y la aplicación de técnicas de siembra directa”.
Cipermetrina, endosulfan y clorpirifos encabezan con amplitud los indicadores de contaminación. Sin embargo, reconoce la publicación, en la zona también se ubicaron otros 20 plaguicidas aunque en concentraciones relativamente bajas respecto de los compuestos antes mencionados.
“Las concentraciones de endosulfan, cipermetrina y clorpirifos son los cuantitativamente más relevantes. En cada caso, sus niveles de presencia son superiores a los recomendados para la seguridad de la vida acuática. Estos plaguicidas presentan una mayor afinidad por los sedimentos”, señala el trabajo. (InfoGEI)