Cuando se valora la diversidad y se pasa de la integración a la inclusión de las personas con discapacidad, jóvenes como Cecilia, Daniela y Martín pueden acceder al empleo formal. La historia de los tres nuevos empleados de la Inspección General de Justicia.
Cecilia Ortíz Rocca tiene 24 años, Daniela Buono, 26 y Martín Tillet, 21. Los tres trabajan desde mediados de enero en la Inspección General de Justicia (IGJ). Los tres son jóvenes con síndrome de Down que se formaron para insertarse en el marco laboral y productivo, para acceder a su derecho a un trabajo digno.
La idea de contratarlos nació de la propia IGJ (organismo dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, con la función de fiscalizar a las empresas) y comenzó a gestarse cuando el delegado administrativo Marcelo López se lo propuso al director General, Sergio Brodsky, y refrendó el ministro Germán Garavano. “En los últimos meses estuvimos viendo distintos lugares donde empezaron a trabajar personas con discapacidad y nos interesó la idea de empezar a incluir a la IGJ en ese proceso. Se lo comenté al director General, quien a su vez lo habló con el Ministro y le interesó muchísimo”, describió López.
En ASDRA nos dijeron que era conveniente que trabajen cuatro horas por día, entonces pensamos en incorporar a dos personas en vez de una. Pero después de entrevistarlos fue imposible elegir y contratamos a los tres
Fue así que se comunicaron con la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA), institución que brindó una capacitación al organismo y preseleccionó a tres candidatos con experiencia en pasantías laborales del curso de Formación para el Empleo que dicta la Universidad Católica Argentina (UCA).
“En ASDRA nos dijeron que era conveniente que trabajen cuatro horas por día, entonces pensamos en incorporar a dos personas en vez de una. Pero después de entrevistarlos fue imposible elegir y contratamos a los tres”.