Lanata fue sepultado. Su familia pudo hacerlo con respeto en las exequias. Incluso su velorio fue emitido en virtual cadena nacional por la televisión que convocaba a la gente a despedirlo, con no mucho éxito.
La lectura de su “legado” es un hecho político de la mayor importancia.
Está fuera de discusión su creatividad y talento en el periodismo, profesión que abandonó hace años. Al menos desde que se incorporó al grupo Clarín fue una pieza, probablemente la principal, de operaciones contra la democracia argentina mediante calumnias, inventos, falsas noticias, que estigmatizaron personas y conjuntos de la población, con acusaciones falaces que derivaron en manipulación de la opinión pública y en persecución a enemigos del régimen a través de jueces.
Se podría decir que Lanata usó su libertad de expresión. Precisamente, es algo de lo que carecemos los ciudadanos comunes y la mayor parte de los periodistas del país. El grupo Clarín maneja el monopolio del papel para imprimir diarios y varios cientos de licencias de medios audiovisuales a lo largo y ancho de la geografía nacional. No son “empresas privadas” que actúan según sus intereses por fuera de la esfera pública; en el caso de Clarín, es un grupo mafioso que captura el Estado para monopolizar sectores comunicacionales y económicos. Entiéndase: Canal 13, por ejemplo, aunque podríamos mencionar casi cada una de las empresas de Clarín, no sólo fue apropiado irregularmente en la primera de las privatizaciones menemistas, sino que usufructúa una licencia estatal. Si varios de nosotros nos pusiéramos de acuerdo, consiguiéramos el capital y compráramos los equipos, igualmente no podríamos emitir televisión abierta en Ciudad de Buenos Aires porque no tenemos la licencia estatal que sí tiene Canal 13. Es decir, Lanata calumnia a una persona por Canal 13, el afectado no puede desmentir la falsa acusación porque Clarín no respeta el derecho a réplica y ese ataque no se realiza solamente desde una empresa privada sino utilizando también bienes públicos como el espectro electromagnético (y la licencia estatal para su uso). Es decir, Lanata no hizo uso de su libertad de expresión, sino otra cosa, algo que no tenemos duda en llamar delictivo. Fue parte de una verdadera asociación ilícita. Recordemos que en el edificio de Papel Prensa, el grupo Clarín tenía una oficina de inteligencia, que, además, tenía, por ejemplo, los gastos de tarjeta de crédito de los jueces. Un periodista de Clarín llama a un juez y le dice “nos llegó la información de que ud. tiene gastos que no puede justificar, sabemos que ud. es honesto así que no lo vamos a publicar”. No, eso no es periodismo.
Los “informes” de Lanata siguieron el guion de Magnetto, replicados en toda la cadena mediática. Su relación con el periodismo es la de un criminal con el arma asesina. A través de esos medios, Clarín sometió la política argentina. Manipuló la opinión pública en la línea de construir un enemigo interno, un sector político al que se estigmatiza a grado tal que se puede violar todos sus derechos. Cristina, Milagro Sala, César Milani, Boudou, de Vido, D’Elía, Nélida Rojas, Cristóbal López, Gerardo Ferreyra, entre decenas de nombres que se puede mencionar, pueden ser calumniados, detenidos con prisiones preventivas, espiados ilegalmente en conversaciones con sus abogados, los jueces pueden realizar convenciones pagadas por Clarín para coordinar futuras acciones, puede ser denegado su derecho a defensa o condenados mediante prevaricato a la vista, todo estará permitido si es para encarcelar supuestos kirchneristas.
Este fue el patrón delictivo por el que Lanata se hizo millonario. Debía presentar como si fuera una investigación periodística acusaciones que serían el insumo que llevaría a la cárcel o ameritaría la extorsión a los enemigos señalados por el régimen.
“Régimen” es una caracterización de la ciencia política que excede una persona, abarca el funcionariado pero también sus apoyos económicos, mediáticos y sociales. En nuestro caso estuvo representado por Macri, su “mesa judicial”, su “GestaPRO”, su “cohete a la luna” y demás, pero no sólo por él. El régimen viene de antes y lo trasciende. El régimen está totalmente vigente. Lo estuvo también bajo el gobierno de Alberto Fernández. En 2013 Lanata viajaba a Seychelles diciendo que había cuentas de Cristina que, por supuesto, no había. Gobernaba Cristina pero Lanata-Magnetto era el régimen al que nos referimos, no Cristina.
Entre decenas de operaciones, las mentiras de Lanata incluyeron:
- Amado Boudou y los bolsos a Carmelo, Uruguay. Era falso, Boudou estaba en Argentina.
- Una historia de gente contando dinero que no se entendía muy bien de qué se trataba. Le llamaron “la Rosadita” y quisieron vincular a Cristina. Todo humo.
- Seychelles donde Cristina tendría cuentas. Era mentira, no había nada. Lanata hizo que Magnetto le pagara un viaje a las paradisíacas islas, pero no había nada relacionado con Cristina.
- Lanata dedicó programas y programas a una supuesta secretaria de Néstor Kirchner que sería testigo de movimiento de bolsos de dinero y que habría tenido un romance clandestino con el ex presidente. En la Justicia se mostró todo falso.
- Rompieron la casa de Cristina buscando bóvedas que no encontraron porque no existían.
- Acusó a Aníbal Fernández de ser “la morsa” y lo vinculó a un triple crimen justo cuando era candidato decisivo en las elecciones de 2015. Fernández no era “la morsa” y nunca mostraron ninguna relación con el crimen. Pero le hicieron perder las elecciones.
- Además de tratarlo reiteradamente de “boludo”, Lanata acusó a Axel Kicillof hasta de no pagar la patente del Clío. Kicillof demostró que mentía.
- Acusó a Nélida Rojas, la “Milagro Sala mendocina” de obligar a cooperativistas a ir a marchas y por preferencias en la asignación de viviendas. Esa acusación llevó a la cárcel a Nélida y su familia. Sus hijas Carla y Leonela embarazadas fueron sometidas a vejaciones. Todo era un invento. Las casas que construyó la Tupac Amaru costaban un tercio de las que construyeron empresas constructoras. Igual es abstracto porque los neoliberales no hacen viviendas sociales.
- Acusó a César Milani de genocida. Milani pasó más de dos años preso hasta que un juicio demostró la falsedad de los cargos. Encarcelado lo visitó Jorge Rendo, el número dos de Clarín para decirle: “ud. acusa a Cristina y sus problemas se acaban en 10 minutos, si no pasará un infierno”.
- Inventó una estigmatización infame contra “Polaquito”, un niño de 11 años, torturado por la policía de Kravetz para justificar la represión a comedores infantiles. Kravetz miraba la filmación de la puesta en escena detrás de cámara.
Este listado, y mucho más porque sólo apelamos a la fragmentaria memoria, está disponible para ser verificado en Youtube y otros sitios. La parte buena de la impunidad con que nos ataca Clarín es que dejan las huellas de sus delitos a la vista, ni siquiera deben esforzarse en borrarlas.
Murió Lanata. Murió impune un delincuente que ha hecho un daño irreparable al país, a la Justicia, a la democracia y a decenas de personas a las que arrebató años de su vida.