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80 años después, aprender de la experiencia

Eduardo J. Vior

El pasado martes 22 el presidente ruso conmemoró la agresión nazi contra la ex URSS en una carta abierta al pueblo alemán llena de referencias a la situación actual de Europa.

Por Eduardo J. Vior

Al conmemorar este martes 22 el octogésimo aniversario de la invasión nazi contra la ex Unión Soviética, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, dirigió una carta abierta al pueblo alemán que publicó en el semanario Die Zeit (El Tiempo/La Época). No sólo el recordatorio de la bárbara agresión hitlerista, sino también las referencias al momento actual y la coyuntura de su difusión ameritan un análisis cuidadoso. Sobre todo, porque los medios occidentales ignoraron el aniversario y no dieron cuenta del mensaje del mandatario moscovita.

En su artículo dedicado al 80º aniversario del comienzo de la Gran Guerra Patria (así se conoce en Rusia a la guerra entre 1941 y 1945), Putin instó a la comunidad internacional a «reconocer y corregir» los errores del pasado. En el texto, publicado bajo el título “Estar abiertos pese al pasado”, el mandatario recordó cómo el 22 de junio de 1941 los nazis atacaron la URSS. Como consecuencia de la guerra y de la derrota total de Alemania, los soldados soviéticos –dice el presidente- ocuparon el este de ese país “en una misión de liberación, y no para vengarse».

Izq.: Vladímir Putin; der.: soldados soviéticos izando la bandera roja sobre la Puerta de Brandenburgo el 2 de mayo de 1945

Es con esta misma idea que Putin en su mensaje destaca que, tras haber sobrevivido a los horrores de la guerra, los pueblos de Europa «pudieron superar la alienación y restablecer la confianza y el respeto mutuos», embarcándose en un curso de integración. En este sentido, subraya en particular «el papel colosal» de la reconciliación histórica del pueblo ruso y del alemán tanto en el este como en el oeste y en la Alemania reunificada. Clara reivindicación de los tratados de la República Federal con la URSS durante el gobierno de Willy Brandt (1969-74) y de la disposición con la que M. Gorbachov negoció el tratado 4+2 que en 1990 posibilitó la unidad entre ambos estados alemanes.

El presidente puntualizó que Rusia intentó junto con los europeos construir una Gran Europa unida por valores e intereses comunes. Sin embargo, acusó, «prevaleció un enfoque diferente», basado en la expansión de la OTAN, «que en sí misma era una reliquia de la Guerra Fría». Según Putin, la expansión de la alianza hacia el este se convirtió «en la razón principal del rápido crecimiento de la desconfianza mutua». Desde 1999 «han seguido cinco oleadas de expansión de la OTAN», incorporando a 14 nuevos países, incluidas las repúblicas bálticas ex soviéticas. “Contra esta estrategia expansionista argumentó ya a mediados de los años 80 el dirigente socialdemócrata Egon Bahr [uno de los que negociaron los tratados de 1970 con la URSS], quien después de la reunificación de Alemania propuso una reorganización radical de la arquitectura de seguridad para toda Europa”. Además, indicó Putin, muchos países «se enfrentaron a una elección artificial», incluso a un «ultimátum»: o estar con Occidente o con Rusia». En este sentido, recordó que «las consecuencias de una política tan agresiva se pueden ver en el ejemplo de la tragedia ucraniana de 2014», cuando “Europa apoyó activamente el golpe de estado contra el presidente Yanukovich” que “provocó la división del país y la salida de Crimea del Estado ucraniano”. Aseveración que la redacción de Die Zeit se vio obligada a corregir, señalando que para el gobierno alemán no hubo golpe de estado y que Rusia “ocupó ilegalmente Crimea”.

Joe Biden y Vladímir Putin con sus colaboradores en la segunda parte de la reunión cumbre en Ginebra, el pasado miércoles 16 de junio

Según Putin, por efecto de la expansión de la OTAN hacia el este, «todo el sistema de seguridad europeo se ha degradado gravemente», mientras aumentan las tensiones y «los riesgos de una nueva carrera armamentista». Y advierte: «estamos perdiendo las enormes oportunidades que nos ofrece la cooperación. Esto es aún más importante hoy en día, ya que todos nos enfrentamos a los retos comunes de la pandemia y a sus gravísimas consecuencias sociales y económicas”.

“En mi opinión, concluyó, lo principal es que toda la historia de la Gran Europa de la posguerra ha demostrado lo siguiente: la prosperidad y la seguridad de nuestro continente común sólo son posibles mediante los esfuerzos combinados de todos los países, incluida Rusia. Porque Rusia es uno de los mayores estados europeos. Y sentimos nuestros inseparables lazos culturales e históricos con Europa” Y finalmente, “estamos abiertos a una cooperación justa y creativa. Esto también subraya nuestra sugerencia de crear un espacio común de cooperación y seguridad desde el Atlántico hasta el Pacífico, que podría incluir varios formatos de integración, incluyendo la Unión Europea y la Unión Económica Euroasiática.”

La reproducción del mensaje-salutación al pueblo alemán autoriza a sacar varias conclusiones de fondo y de procedimiento: en primer lugar, Putin ha retomado el sueño del general De Gaulle (presidente francés entre 1958 y 1970) sobre la creación de “la Gran Europa del Atlántico al Ural”, pero lo ha extendido –como dijo en otro lugar- “de Lisboa a Vladivostok”. La unidad de la masa continental euroasiática pone a Rusia y a Alemania en su centro, pero excluye al Reino Unido, aunque no define qué sucederá con China.

En segundo lugar, el presidente publicó el artículo en Die Zeit, un semanario liberal que en las décadas de 1960 y 1970 impulsó y sostuvo a la coalición entre socialdemócratas (SPD) y liberales (FDP) que llevó adelante la Ostpolitik, para rescatar el espíritu de entendimiento de aquella época. Pero al mismo tiempo evitó hacerlo en medios de más circulación, para no tomar partido en la campaña para la elección parlamentaria que en octubre próximo debe decidir sobre la sucesión de Angela Merkel.

Al mandatario ruso no se le escapa que dicha votación será una cesura en la historia de Alemania y Europa, porque mientras que el candidato demócrata cristiano (CDU), Achim Laschet, aparece como débil, su más probable rival, la verde Annalena Baerbock, es una furiosa atlantista bajo el manto de un liberalismo universalista defensor de los derechos humanos.

Todavía el miércoles 23, en un mensaje de salutación a la IXa. Conferencia de Moscú sobre Seguridad Internacional (MCIS, por sus siglas en inglés), Putin señaló que «las turbulencias geopolíticas, lamentablemente, tienden a aumentar a pesar de ciertas señales positivas». «También continúa la erosión del derecho internacional y no cesan los intentos de usar la fuerza para promover intereses propios y fortalecer la seguridad propia a expensas de la de los demás», agregó.

Dicha conferencia, organizada por el Ministerio de Defensa de Rusia, tiene lugar del 22 al 24 de junio. En su mensaje el mandatario ruso se refirió además al terrorismo internacional, que «sigue siendo una amenaza especial», y calificó de «muy preocupantes» los conflictos armados regionales, los riesgos de la proliferación de las armas de destrucción masiva, la criminalidad transfronteriza, el narcotráfico y la ciberdelincuencia.

Otro factor que suscita preocupación, a juicio de Putin, es «el continuo incremento de las capacidades y las infraestructuras militares de la OTAN cerca de las fronteras de Rusia, y el hecho de que la Alianza rehúsa examinar las propuestas rusas para reducir la tensión». «Confiamos en que el buen sentido común y el deseo de fomentar una relación constructiva con nosotros acabarán por imponerse a la larga», dijo. «Pero jamás aceptaremos que otros alteren el equilibrio en beneficio propio», advirtió.

«Nuestra intención es seguir contribuyendo a la desescalada de conflictos regionales, el fomento de la paz y de la estabilidad en nuestro continente común», aseguró. Refiriéndose al protagonismo de la Organización de las Naciones Unidas, Putin finalmente destacó que «desde su creación ha sido y sigue siendo la base del sistema de relaciones internacionales». La misión fundamental de la ONU, dijo, es «prevenir una nueva guerra mundial». «Es en el marco de las Naciones Unidas donde pueden establecerse las nuevas reglas del juego; de lo contrario nos encaminaremos a la impredecibilidad y al caos», señaló.

La Liga de las Naciones (1920-39) fue el primer modelo mundial de seguridad colectiva, pero fracasó por su inoperancia y falta de capacidad para imponer sus decisiones.

Cualquier análisis desapasionado de la situación mundial puede constatar que la segunda tendencia está predominando ampliamente. En la década de 1930 Inglaterra toleró gustosa el ascenso del nacionalsocialismo y, por momentos, como en Múnich en 1938, arrastró también a Francia, para que Alemania marchara a la guerra contra la Unión Soviética, se destruyeran mutuamente y Londres pudiera dominar un continente dividido. Recién cuando el Ejército Rojo derrotó a la Wehrmacht en Stalingrado en 1943, Winston Churchill comenzó a cooperar con Josef Stalin contra el enemigo común. En la posguerra, por el contrario, el proceso de integración europea se basó en la cooperación entre Francia y Alemania Federal. Más adelante, la coalición socialdemócrata-liberal alemana equilibró la influencia francesa con la distensión hacia la URSS, pero cometió el gravísimo error de apoyar en 1973 la incorporación de Gran Bretaña a la entonces CEE. Desde entonces el Caballo de Troya atlantista obstaculizó el avance de la integración continental.

Cuando las potencias occidentales y la debilitada URSS negociaron en 1990 sobre la reunificación de Alemania, las primeras impusieron a Gorbachov la integración de la RFA en la OTAN, pero le prometieron de palabra que no se instalarían contingentes de la alianza en la parte oriental y que el bloque no se expandiría hacia Europa Oriental. Como denunció Putin, por el contrario, incumplieron sus compromisos y acercaron peligrosamente el bloque atlántico a la frontera rusa.

Por ello el presidente advierte contra la nueva “cortina de hierro” que la alianza atlántica ha descolgado del Báltico al Mar Negro y las nefastas consecuencias que puede tener para la paz mundial. En la década de 1930 la división de Eurasia abrió el camino hacia la 2ª Guerra Mundial. Claro que en el Sur Global hubo líderes de gran visión, como Getúlio Vargas y Juan D. Perón en América del Sur, que hicieron de la necesidad una virtud y sacaron ventajas para el desarrollo de sus países con independencia y justicia social, pero en las décadas siguientes esos proyectos sucumbieron ante la polarización originada en la división de Eurasia. La integración pacífica de la mayor masa continental del mundo es imprescindible para la paz de todo el planeta. 80 años después de la bárbara invasión nazi contra la Unión Soviética, aprender de la historia no es sólo una lección sino una obligación.

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