Desde Río Cuarto, un libro expone las miserias del sistema de salud en la pandemia
Celia Iriart, sanitarista y cientista social, acaba de publicar su “Pandemia, neoliberalismo y sistema sanitario argentino”. Lo lanza al conocimiento público la Universidad Nacional de Río Cuarto, que desarrolla una actividad encomiable, escasamente conocida en Buenos Aires, aún en tiempos de adversidad.
Escribe Alejandro C. Tarruella
Por la salud contra el lucro
Iriart es Profesora Emérita de la Universidad de Nuevo México, Estados Unidos. También es doctora en Salud Colectiva de la Universidad Estatal de Campinas, Brasil. Para que quede claro su concepto del sanitarismo en días de pandemia, ha expresado que “Debido al afán de lucro y a que muchos de los lugares de atención de salud están manejados por el capital financiero, hoy la salud es un problema de todos, desde quienes pueden tener prepagas e ir a clínicas más caras hasta quienes van al hospital o al centro de salud más pobre”.
En su libro, señala que “Llevamos ya muchas semanas viviendo en modo coronavirus: tiempo de espera, de vigilancia de los movimientos del “enemigo invisible”, movimientos contados diariamente en casos sospechosos, en casos confirmados, en casos letales. Las curvas los van mostrando, superponiendo lo que sucede, a lo que sucedería, a lo que deseamos que pase. Se cuenta minuto a minuto, no hace ni siquiera falta esperar el “parte de guerra” diario oficial, se informa por los medios de des-comunicación al instante.
Deseamos curvas aplanadas, aunque lo que tenemos es tiempo aplanado, vida aplanada, ¿conflictos aplanados?
Los conflictos están empezando a des-aplanarse, a escaparse entre pliegues de gritos entre vecinos, cacerolazos absurdos y cantidad de “vigilantes de la cuarentena” que no quieren a los trabajadores de salud en sus edificios, aunque por ahí se olvidaban a las nueve de la noche cuando salían a aplaudirlos”.
Luego actúan los funcionarios ante la expresión, no siempre escuchada, que llega desde el mismo corazón de la pobreza apremiada por el drama de la riqueza extrema, que es un problema central del que no se habla. En ello va la acción del capitalismo que hoy niega a la misma vida en el planeta. Y eso está expresado con precisión por Iriart. Ella expone a qué se debe que los sanitaristas se inclinen por la cuarentena. “La cuarentena es necesaria para darle tiempo al sistema sanitario a preparar cuarteles (hospitales y centros de aislamientos), armas (respiradores y otros equipamientos), contratar más “soldados” (trabajadores de salud) y uniformarlos”.
Que es lo que no quiere el neoliberalismo macrista que tiene hecha su apuesta en el desborde de la situación para asistir a un desastre. Y frente a eso se exigen respuestas más firmes y de avanzada sanitaria ante la extensión de los efectos del flagelo.
Desde Río Cuarto al país
Iriart va a fondo en su excelente exposición, y no trepida en analizar lo que sucede en el mismo Río Cuarto, donde se acaba de volver a fase 1 en la lucha, y observa su entorno para reflexionar en profundidad sobre los orígenes del mal: “Ahora bien, ¿no será que tiene más que ver con las promesas incumplidas de relocalizaciones e integración barrial, de la falta de ejecución de préstamos del Banco Mundial (préstamos que todos pagamos y los pobres más por la injusta distribución de las cargas impositivas) y otras “ineficiencias” del partido que gobierna la ciudad más rica desde hace 13 años? ¿O será necropolítica o genocidio por acción planificada? Son un problema estos pobres que se empecinan en ocupar tierras muy valiosas para la renta inmobiliaria en lugar de irse a disputar tierras con los terratenientes y los “pooles” de soja”.
Vincula en ese punto a lo que sucede con el partido neoliberal de ausencia (en materia de políticas sociales y políticas de Estado) y su intención no declarada de apoyarse en un desastre humanitario para sostener los privilegios que detenta. Y es sobre ese conjunto sobre el que deben actuar los funcionarios del Estado, acabando con las cortesanías de casta y la sucesión familiar en ciertos estamentos. Podría decirse que Iriart nos sugiere que hay un sistema operativo cuya consecuencia es el estado de cosas que viven los argentinos.
Sostiene la sanitarista, que regresó al país en 2017, que la idea de salud “se ha ido trastocando a través de procesos de medicalización y biomedicalización que hacen que las personas terminen asumiendo que es su responsabilidad, que si tienen una salud pobre es su culpa porque no tienen los medios suficientes para tener una salud de ricos y que cuantas más prestaciones se les da, mejor es, cuando en realidad uno debería ir al médico cuando lo necesita, no todo el tiempo”. Plantea la necesidad de escuchar y aprender del saber de los pobres, situándose en el campo presocrático de las ideas, que es lo que promovió en particular Ramón Carrillo y su escuela sanitarista, cuyos conceptos parece validar Iriart.
En ese camino, enfatiza en su libro que “Las organizaciones territoriales saben más que las tecnoburocracias de las gestiones gubernamentales cuáles son las necesidades y las potenciales soluciones”, dato que declinan a apelar con frecuencia las burocracias heredadas de un Estado sin reformas profundas. De ahí que proponga un “barajar y dar de nuevo”, en lenguaje de Fierro y de Jauretche. Y no elude el sentimiento contrariado que producen la pandemia y los encierros, recuerda a Ramona de la Villa 31 y lo que significa como herida para quienes la aman en su entrega.
La solidaridad para la escritora no es ajena a la solución, la humanidad es una respuesta necesaria que debe tener otro espacio y otra consideración. “En esta inequidad el sistema sanitario juega un papel central. El sistema de salud que el neoliberalismo armó en las cuatro últimas décadas tuvo por objetivo incrementar los bolsillos de poderosos grupos que lucran en el espacio médico-sanitario, al que nos acostumbramos a llamar de salud. Por un lado, están los grupos financieros, tales como los fondos mutuales, los de inversión, muchos transformados en buitres, esos grupos que se ocupan de vendernos seguros de salud, llamados prepagos en nuestros pagos, pero que también sacan ganancias administrando obras sociales, hospitales, clínicas, empresas que ofrecen tratamientos para el cáncer, problemas cardíacos, diabetes, insuficiencia renal crónica, y otros tratamientos muy caros, y cada vez de acceso más restringido”, señala con agudeza.
Hay un universo problemático que la sanitarista Iriart toma como el campo de acción para resolver un problema de salud. Por eso cuestiona al sistema mercantil que lo sostiene y que produce consumo, no salud. Allí, los medicamentos se convierten en una imperiosa necesidad de venta, no de atención de nadie y el paciente es prisionero de esa emboscada de mercado a la que acude atemorizado, no asistido por el Estado. El miedo es así el factor de acción de la injusticia y el sometimiento.
“La COVID 19 nos muestra con la total crudeza de las cifras de muertos y enfermos, que estos sistemas médico-sanitarios estaban organizados para generar ganancias a los accionistas”, advierte Iriart
Eso podría explicar por qué el viernes 4, al anunciar Rusia la inminencia de su vacuna, que tendría circulación solidaria, cayeron las acciones de los grandes laboratorios que operan no en hospitales públicos sino en Wall Street.
“Pandemia, neoliberalismo y sistema sanitario argentino”, de Celia Iriart, que publica la editorial “Unirío” de la Universidad Nacional de Río Cuarto, es un texto indispensable que expone además el compromiso responsable de una casa de estudios del Estado, que realiza su labor en una provincia con visión nacional.
El rigor y la actualidad del trabajo merece una lectura a lo ancho y a lo largo del país también como reconocimiento a la tarea de su autora. Fue ella quien advirtió que el Decreto 66/2019 de Macri autorizando a las prepagas a ofrecer planes con coberturas parciales, iba a tener “consecuencias muy graves en la salud pública” lo cual es parte del despojo de la salud al pueblo argentino.