El escenario económico de 2019: una tendencia que no se revierte
«El año económico entrante estará signado por políticas de ajuste, tanto en el plano fiscal como en el monetario. Tras el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el gobierno se autoimpuso un ajuste fiscal muy exigente que llevará a una fuerte reducción del gasto público, incluso mayor a la de 2018. Mientras este año se redujo el déficit fiscal primario de 3,9% a 2,6% del PBI, llevar el resultado primario al equilibrio significa duplicar la magnitud del ajuste». Los datos se desprenden del último informe de «Proyecto Económico», instituto liderado por la diputada nacional y economista Fernanda Vallejos, del que transcribimos una síntesis.
Estas medidas apuntan a cumplir las pautas del FMI, reservando recursos para el pago de intereses de la deuda, pero no garantizan el fin de las tensiones cambiarias. Pese a la tranquilidad en el precio del dólar de los últimos meses, con un mercado de cambios desregulado, en un contexto de elevadísima formación de activos externos (la fuga de divisas acumula U$S 32.200 millones entre enero y octubre de este año) y un endeudamiento externo que mostró haber llegado a un límite en 2018, es de esperar otro año donde continúe al alza el tipo de cambio. Prevemos una devaluación durante 2019 del orden del 43%, pisando la banda superior de la actual regla cambiaria del BCRA.
El desempeño del tipo de cambio, combinado con la dura regla monetaria que lleva adelante el BCRA respecto del crecimiento de la Base Monetaria, le pondrá límites a la baja de la tasa de interés. La volatilidad cambiaria hará de las leliq (o el instrumento que fije la tasa de referencia durante el año que viene) un activo menos atractivo, lo que obligará a mantener una tasa alta para cumplir la regla monetaria. A esto se le adiciona el creciente monto de intereses acumulados que le pone un piso a la tasa de interés para poder renovarlos. Por lo tanto, es de esperar que la tasa de política monetaria finalice el año 2019 en torno al 50% (TNA).
En un contexto de ajuste, el poder ejecutivo deberá recortar gastos en la obra pública, mientras que las PPP han mostrado un desempeño de malo a prácticamente nulo. Esto profundizará la caída en la construcción, actividad traccionadora de diversos sectores de la economía, que se agrega a la difícil situación a la que se encuentra sometida la producción nacional debido a la importante depresión del consumo y la apertura importadora. Al mismo tiempo, los salarios del sector público seguirán perdiendo poder adquisitivo, mientras que esperamos un escenario paritario que se acerque más a la inflación en el sector privado.
Recesión en año impar
Mientras el gobierno ya ha fijado la pauta salarial para las paritarias de 2019 en 23%, con la pérdida de poder adquisitivo de 2018 y previsiones privadas de inflación que superan holgadamente a la expresada en el Presupuesto 2019, es esperable que los gremios más fuertes consigan acuerdos bastante superiores, como ya ha venido sucediendo. En promedio, estimamos para el conjunto de los trabajadores, una caída del salario de 3,8% en términos reales. Esto redundará en una nueva caída del consumo (-2,3%, según nuestras proyecciones), a lo que se suma el arrastre estadístico de la recesión del año 2018. Con esto y una economía brasileña deprimida (fundamental para nuestras exportaciones industriales) proyectamos para 2019 una recesión de 2%.
Con la recesión de 2019, tal como prevén el FMI, el Presupuesto Nacional y el REM, el gobierno que venía a romper con la maldición de los años pares (las caídas de producto en dichos periodos) habrá roto la bendición de los años impares. Hacia atrás, no se registran caídas del PBI en años electorales (salvo 2009, impactado por la crisis internacional). Para encontrar otra recesión en un año impar debemos remontarnos a 2001.
Sin embargo, una inflación alta contribuye a incrementar la recaudación, hecho que produce una disyuntiva entre el objetivo fiscal y la reducción de la inflación. En este tránsito, es posible que el gobierno se quede a mitad de camino y no logre el añorado equilibrio fiscal ni tampoco una fuerte baja de la inflación, que será empujada por la inercia de 2018, los incrementos de los precios regulados y la suba en el tipo de cambio. Este escenario hace esperable un déficit primario de 0,9%. Por su parte, los intereses de deuda representan, según el tipo de cambio vigente, entre 3 y 4% del PBI. En el mismo presupuesto nacional se estima que los intereses ascenderán a $ 593.224,5 millones en 2019, al tipo de cambio de $ 40,10. Con un tipo de cambio promedio más elevado, la carga de los intereses será aún mayor. Esperamos, por lo tanto, un déficit fiscal de, al menos, 4,3 por ciento.
Al mismo tiempo existen varios indicios que le ponen un piso alto a la inflación de 2019. No sólo estará empujada por la inercia de 2018 y el desempeño del tipo de cambio, sino que el presupuesto nacional prevé continuar con la quita de subsidios económicos, lo que equivale a nuevos incrementos en las tarifas de servicios públicos. Sin embargo, un segundo año de recesión hará que la variación general de precios sea menor a la de 2018, por lo que estimamos una inflación en el entorno del 35%.
Indicadores socioeconómicos
El escenario macroeconómico descripto no hará más que profundizar el deterioro de las condiciones de vida de la población. La recesión de dos años consecutivos en conjunto con la caída de ingresos reales, prolongarán el deterioro de los indicadores de desempleo y pobreza. El primero no sólo subirá por la pérdida de puestos de trabajo, sino porque con la caída de ingresos cada vez más personas (jóvenes) se volcarán antes al mercado de trabajo para complementar los ingresos familiares que cada vez compran menos.
En tanto que la porción de la población que tendrá ingresos por debajo de la línea de pobreza irá en aumento, en sintonía con una inflación que no cesa y salarios que no corren, sino que caminan de atrás. Es probable que el deterioro del poder de compra sea menor al de 2018 (aún resta plasmarse en las estadísticas oficiales los números finales), pero no se revertirá la tendencia. Así, prevemos que el desempleo alcance el 13,6% al finalizar 2019, mientras que la pobreza llegaría a 37%, teniendo en cuenta que por cada 10% de pérdida de poder adquisitivo el incremento en la pobreza resulta superior al 4%.