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Cristina denunció intimidaciones: «Es la violencia de época»
La expresidenta dijo que abrieron a patadas una vivienda de la familia Kirchner y que encontraron a policías de la Metropolitana en Santa Cruz sin identificar.
La expresidenta Cristina Kirchner denunció por la red social Facebook intimidaciones en las últimas semanas. La dirigente dijo que entraron a patadas a una casa de la familia kirchner, donde vivió junto a Néstor y Máximo.
Además dijo que hace pocas semanas, la policía provincial detuvo un auto con policías de la Metropolitana sin identificar que confesaron que iban a un allanamiento.
El texto completo publicado por Cristina:
En la madrugada del día sábado 18 de junio rompieron y abrieron, a patadas, la puerta de entrada de la vivienda de 25 de mayo 446 en Río Gallegos.
No es cualquier lugar. Es la casa de los padres de quien fuera mi compañero, en la que también viví junto a él y mi hijo recién nacido hasta que pudimos mudarnos. Allí también pasó parte de su infancia, junto a la abuela, su único nieto varón.
Me enteré del hecho y sus características estando en El Calafate. Debo decir que cuando vi la foto me pareció un hecho absolutamente violento e intimidatorio, que refleja claramente un clima de época.
La lógica más elemental indica que alguien que se dedica al delito abriendo puertas para ingresar a domicilios ajenos lo hace sin necesidad de romperlas a patadas, y menos aún cuando esa puerta está expuesta en una calle como 25 de mayo, transitada y de gran visibilidad, teniendo además, la vivienda, puertas laterales mucho más frágiles y de mejor acceso. Es más, esa metodología -la de abrir las puertas a patadas- nos remite a épocas pasadas. Las dos marcas sobre la pintura blanca traen, además, el sello inconfundible de los borceguíes. La confirmación de que no se habían llevado nada despeja cualquier duda.
No fue el único hecho. Unos días antes, la Policía de la Provincia de Santa Cruz identificó en el puesto de control de ingreso a Río Gallegos, en Guer Aike, a seis oficiales de la Policía Metropolitana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, procedentes de El Calafate: Leonardo Ariel Salazar, Juan Matías Pez, Ruth Elizabeth Vera, Gabriel Alejandro Isassi, Sergio Sebastián Sequeira, Mariela Fernanda Centurión.
Los mismos sólo se dieron a conocer como tales al comenzar el control respectivo con los canes sobre los rodados en busca de estupefacientes y/o armas de fuego. Manifestaron que no se habían presentado como policías desde un primer momento ya que en Buenos Aires no suelen hacerlo por diferencias con la policía de la Provincia (supongo que se referían a La Bonaerense).
Es curioso que, en un principio, cuando se les consultó el destino y el motivo de su visita, como es de rigor, dijeron que iban a la ciudad de Río Gallegos y que estaban de paseo. Sin embargo, comenzado el operativo de control y al haber hallado una pistola Glock calibre 9mm., contaron que iban a dicha ciudad con el fin de llevar a cabo diligencias procesales de allanamientos. No sé si hicieron algún allanamiento. Lo que estoy segura es que no vinieron de paseo.
¿Fuerza paraestatal?
Esta semana, las palabras de Agustín Rossi durante la última sesión del Parlasur en la ciudad de Montevideo, reflejaron la violencia de época: «¿Se está construyendo una fuerza paraestatal (…) con apoyos de los servicios de inteligencia para perseguir a dirigentes que hemos sido funcionarios del gobierno anterior? ¿Es cierto que los dirigentes más conocidos del kirchnerismo estamos siendo espiados por los servicios de inteligencia del gobierno de Macri? ¿Es cierto que han desatado una cacería sobre nosotros?». Han pasado días y nadie del Gobierno Nacional contestó los graves interrogantes del ex Ministro de Defensa, ex Presidente del Bloque de Diputados Nacionales del FPV y actual miembro del Parlasur.
Las preguntas tienen respuesta y, lamentablemente, no es negativa. Fueros mediáticos y judiciales, sumados a servicios o fuerzas paraestatales de inteligencia, son una combinación antidemocrática que tiene como inevitable resultado una Democracia de nula intensidad, como nunca se vió desde 1983. Persecución ideológica y hostigamiento mediático. Armado de causas judiciales de funcionarios del Gobierno anterior a diestra y siniestra, que se dan de patadas con la Constitución, los Códigos y los más elementales derechos y garantías de cualquier ciudadano. Y si es necesario, cárcel: hasta que declares y hagas lo que ellos quieren.
Causas armadas que llegan a ser delitos en sí mismas, como la de «Dólar futuro», en la que se procesó a funcionarios del anterior Gobierno, incluida su Presidenta, su Ministro de Economía, y todo el Directorio del Banco Central por el precio de los contratos del dólar a futuro. El actual Gobierno fue el que tomó la decisión de devaluar después del 10 de diciembre. Hombres de negocios que el año pasado compraron esos contratos llegaron al Gobierno, y como funcionarios pactaron el precio de lo que habían comprado como empresarios. Un verdadero escándalo. Todo ello bajo la impunidad de un «juez», que para ocultar los delitos de los funcionarios del actual gobierno, procesa a los del anterior. La denuncia había sido efectuada por dos Diputados del actual Gobierno.
Tan escandaloso y demostrativo de la persecución como el llamado a indagatoria efectuado por el mismo «juez» de 70 figuras relacionadas con la cultura, por una «supuesta» malversación de fondos públicos del INCAA. Como señala hoy el diario Página/12, la intención es clara: «hacer desfilar por su despacho de Comodoro Py a partir de esta semana y hasta noviembre, imputados (…)». El mismo periódico informa que desde el año 2010, en el que la causa quedó a cargo de Bonadío -«el juez»- «(…) comenzaron los allanamientos y las denuncias contra los artistas que se identificaban con el anterior Gobierno, bajo el señalamiento de que sus posicionamientos eran ‘sobornados’ con plata del Estado».
El procesamiento, en el día de la fecha, de ex funcionarios en una causa contra lo que constituyó la verdadera recuperación del «Fútbol para Todos» los argentinos, tampoco es casual. Hoy, como es público y notorio, el Gobierno actual sí está negociando con los dirigentes de la AFA cómo se van a repartir el negocio entre ellos. Del negocio del fútbol, entre otros, provienen muchos funcionarios del Poder Ejecutivo. Empezando por su titular, y el Director de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), quien aún no obtuvo el acuerdo del Senado, tal cual lo exige la Ley.
Fueros mediáticos y judiciales. Su función.
¿De qué otra manera que no sea a través de fueros mediáticos y judiciales puede entenderse que el mayor escándalo internacional en materia financiera de los últimos tiempos -el caso Panamá Papers-, que ha provocado la renuncia de Funcionarios y Primeros Ministros en el mundo; aquí en Argentina -donde apareció involucrado el Presidente, su familia y muchos de sus funcionarios y dirigentes- haya recibido un tratamiento tan superficial y liviano por parte de la prensa? A tal punto que llamó la atención del periodismo alemán -ámbito desde el cual se dio a conocer el escándalo- que sostuvo en su informe que «hubiera sido muy distinto en caso de tratarse del Gobierno de CFK».
Más tarde también pudieron conocerse las impresiones reflejadas por el Consorcio Internacional de Periodistas, según las cuales sus colegas argentinos estaban «excitados» porque pensaban que iban a encontrar a los Kirchner, y al no hacerlo se mostraron desilusionados. Los fueros mediáticos van de la mano con los judiciales. ¿Alguien vio, siquiera, un allanamiento vinculado al caso? Si los hubo, ningún canal los televisó, por la impunidad mediática. Si no los hubo, fue por la judicial.
Democracia de nula intensidad.
Los fueros mediáticos y judiciales, sumados a servicios o fuerzas paraestatales de inteligencia, terminan produciendo, objetivamente, una Democracia de nula intensidad. Comenzó con la detención de la dirigente social Milagro Sala en Jujuy. El método: perseguir, o denunciar y hostigar, o procesar, o encarcelar. El objetivo: asustar y amedrentar a quienes no se van a callar frente a un plan económico que está haciendo estragos en el tejido social argentino.
Trabajadores formales e informales. Comerciantes pequeños, medianos o grandes. Empresarios de casi todas las actividades industriales. Estudiantes, docentes y profesionales. Jubilados. Todos han sido tocados, averiados y hasta hundidos en esta batalla política y social que significa: precios sin control, facturas impagables – de luz, gas y agua-, que además disparan a las nubes los costos de las expensas -tanto para el inquilino como para el propietario-, aumentos del transporte, despidos, cierre de comercios, caída de la actividad industrial. Son sólo algunas de las preocupantes señales de que las cosas no están yendo bien para muchos argentinos.
Todos los sectores han sido castigados, salvo el sector financiero y el primario concentrado. Sin embargo todo es ocultado, minimizado o directamente ignorado por la prensa hegemónica bajo el paraguas protector de los fueros mediáticos y judiciales. Los Fueros, que deben ser entendidos como inmunidad, cuando aparecen por fuera de la Constitución sólo se traducen en privilegio e impunidad.
Violencia y sentido común.
Los ataques permanentes, la persecución y el hostigamiento, en las formas más extremas y violentas, han sido una constante en la historia de los movimientos nacionales y populares. Su función: generar sentido común negativo contra la política en general, y contra lo nacional y popular como fundamento no sólo económico y social, sino esencialmente cultural.
No tengo dudas. Los movimientos políticos fueron, son y serán juzgados, no por las individualidades, sino por los resultados de sus políticas públicas y la calidad de vida que sepan generar para todos sus ciudadanos.
Gente sin trabajo y sin alimentos suficientes. Mujeres que vuelven a ser el hilo más delgado de precarización laboral. Estudiantes que deben abandonar sus estudios por razones económicas. Científicos cuyos programas son suspendidos o directamente suprimidos. Pequeñas y medianas empresas al borde del colapso, muchas sin poder hacer frente al pago del aguinaldo. Economías regionales quebradas. Obras públicas paralizadas. Alarmante crecimiento de la inseguridad. Son sólo algunas de las calamidades cotidianas que no se pueden tapar con nada. Ni siquiera con fueros mediáticos o judiciales.
Los argentinos no piden, ni pretenden, que nadie les regale nada. Sólo necesitan que su país les vuelva a garantizar las oportunidades para poder organizar su vida y la de su familia, en libertad y con trabajo.
No es tan difícil. El Gobierno, en algún momento, debería comprenderlo. Además y después de todo, las patadas en una puerta, finalmente, sólo le sirven a los carpinteros.